Chicago (Jueves, 12-07-2012, Gaudium Press) Con una carta escrita por el Arzobispo de Chicago, Mons. Michael Boland, el pasado 09 de julio, la Iglesia anunció que la agencia Caridades Católicas de esta ciudad se unió a la demanda colectiva que cursa actualmente ante la Corte federal de Chicago en contra del mandato del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (HHS, por sus siglas en inglés), que obliga a los empleadores a pagar por servicios y productos objetables moralmente dentro de la cobertura obligatoria de salud. Según el prelado, «la libertad religiosa ha resultado comprometida en violación a la Primera Enmienda de la Constitución».
Caridades Católicas atiende a más de un millón de personas sin distingo de sus creencias, lo cual significaría estar fuera de las excepciones del mandato antinatalista. |
El Arzobispo comunicó que se llegó a esa decisión después de agotar todos las opciones: «hicimos todos los intentos para involucrar al gobierno con la esperanza de resolver este asunto fuera de una corte». El prelado escribió cartas a las autoridades, expresó las críticas de la Iglesia a la norma y la preocupación sobre la estrecha definición de «empleador religioso» aplicado para dar excepciones a la disposición: «una organización que sirve y emplea personas de su misma fe y cuyo propósito principal es extender la fe y no servir a los pobres».
Mons. Boland denunció la discriminación de todas las instituciones religiosas que no caben dentro de la definición. «No hay distinción entre nuestra fe católica y nuestro compromiso de servir las necesidades de la gente sin importar su religión», afirmó el prelado. «Adherirse al mandato es contrario a las creencias y enseñanzas de la fe católica, lo que Caridades Católicas de la Arquidiócesis de Chicago no puede hacer. Reestructurar para cumplir con la estrecha definición de «empleador religioso» no es una opción, porque esto no nos permitiría vivir las creencias y enseñanzas de nuestra fe católica y continuar sirviendo a todos los necesitados».
Las obras de asistencia de la Iglesia contratan a los mejores profesionales, que pueden ser o no católicos, y atienden a los más necesitados sin importar su credo, explicó el Arzobispo. Para ajustarse a la excepción dispuesta por la HHS, debería condicionarse la atención y sólo servir a los católicos. «Esto va en contra de todo lo que Caridades Católicas defiende como organización. Bajo el mandato del HHS, somos castigados por emplear y servir a no católicos, lo que es una injusticia», expresó.
El prelado recordó la historia de 95 años de servicio de esta tradicional institución benéfica, y destacó que nunca antes el gobierno impuso la renuncia a los principios fundamentales de la fe como precio de servir a los más pobres y marginados. El Arzobispo reiteró el apoyo de la Iglesia a la ampliación de la atención de salud a todos los ciudadanos, pero rechazó la política que atenta contra libertad de dar testimonio de la fe: «No se equivoquen: Este mandato afecta todas las religiones y a todas las personas de fe. Es un asunto americano, y se trata de la libertad religiosa».
«Debemos ponernos de pie, no sólo en nombre de Caridades Católicas, sino de todas las organizaciones basadas en la fe», concluyó Mons. Boland. «Debemos también proteger nuestro derecho de servir a los pobres. Por este motivo, les pido que se unan en apoyo a nuestra lucha contra el intento del gobierno de quitarnos una de nuestras más apreciadas libertades como personas de fe y como americanos».
Caridades Católicas opera 157 programas de ayuda que involucran la labor de más de 2500 personas entrenadas y contratadas para la atención de los más necesitados. Más de 17 mil voluntarios colaboraron durante 2011, siendo una de las instituciones privadas sin ánimo de lucro más grandes del Medio Oeste norteamericano. Los beneficiarios de los programas de asistencia superan el millón de personas en los condados de Cook y Lane.
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