sábado, 23 de noviembre de 2024
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Las abejas según Virgilio – meditando sobre la omnipresencia divina

Redacción (Jueves, 12-07-2012, Gaudium Press) «Algunos dijeron que en las abejas hay una parte de la mente divina y del espíritu etéreo». El verso es de Virgilio, un gran poeta latino. La frase está presente en un clásico poema del autor llamado Georgica. Hay en esos versos una profunda consideración acerca del instinto de las abejas, esos insectos admirables por el sentido de orientación, la tenacidad en el trabajo y la fidelidad a la comunidad. Ya los antiguos paganos admiraban a ese animalito del cual procede el beneficio de la dulzura, con la miel de sus panales y la luz, con la cera de la cual se produce las velas.

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En los versos de un clásico poema de ese gran pensador hay una profunda consideración acerca del instinto de las abejas

Más tarde, los cristianos de los primeros tiempos supieron ver los predicados de ese animal a fin de contemplar en él una figura de Cristo, que trajo al mundo la dulzura de la gracia y la luz preciosa de la fe. Esa imagen es inclusive usada en el ‘Praeconium pascual’ cantado en la vigilia del Sábado Santo. Indirectamente, parece estar presente en el altar simbolizado por la vela, o todavía en el bautismo, cuando en ciertas comunidades cristianas de los primeros siglos, se daba al recién bautizado un poco de miel.

Por otro lado, en el poema abajo, hay una noción acerca de la omnipresencia divina. Y de hecho, enseña Santo Tomás de Aquino que Dios está presente bajo tres formas en su Creación: primero, por potencia, influjo o poder, pues todo está sometido a su dominio; segundo, por presencia, visión o conocimiento, pues todo está patente y como que descubierto a sus ojos; tercero, por esencia o substancia, pues Él está en todo, como causa de su ser. Hay también otras presencias de Dios, como la morada en el alma del justo, realizada a través de la gracia. También la presencia personal o hipostática, única y exclusivamente de Cristo, por la cual su humanidad adorable subsiste en la propia persona del Verbo Divino. Por eso Él es personalmente Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad encarnada.

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Virgilio

Tenemos, además, la presencia sacramental o eucarística, en la cual Jesucristo está realmente presente bajo las especies del pan y el vino. Está, por último, la presencia de visión o manifestación, que es la del Cielo. Dios está presente en todas partes, sin embargo, no se deja ver en todo lugar, sino solamente en el Cielo. Solo en la Visión Beatífica Él se manifiesta cara a cara a los bienaventurados.

Ilustrados por una modesta y literal traducción al castellano, acompañemos los versos del poeta latino en los cuales se percibe, caso comparemos con la doctrina católica, una incipiente noción respecto a la omnipresencia de Dios en la creación tanto como Creador del Universo así como morando en las criaturas, especialmente en las astutas abejas, tal vez hasta confundiéndose con ellas (lo que sería un error llamado panteísmo), pero de hecho, confiriéndoles la belleza de la vida y la finalidad de la existencia.

Vergilius, Georgica IV.219-227

De esta señal y siguiendo este ejemplo, algunos dijeron que en las abejas hay una parte de la mente divina y del espíritu etéreo; y de hecho Dios penetra en cada cosa, en la tierra y el movimiento del mar y en el cielo profundo;
Así, las manadas, los rebaños, los hombres, cada especie de las fieras, cada uno, al nacer busca una vida impalpable: a saber, para él [Dios] cada cosa es restituida y retorna disuelta, y para la muerte no hay espacio, sino todo aquello que es vivo, vuela en el número de las estrellas y sucede en el alto cielo.

Por Marcos Eduardo Melo dos Santos

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