Seattle (Jueves, 26-07-2012, Gaudium Press) Con solo 25 años, Eddie Gaven ha conseguido notables logros deportivos. Juega su décima temporada profesional en la Liga Mayor de Soccer (MLS) en los Estados Unidos, ha sido parte del equipo All Star (Todas las Estrellas) de la Liga y campeón en 2008. Pero su logro más grande fue redescubrir la belleza de su fe católica y vivir su vida como deportista y padre de familia con la mirada puesta en la eternidad. El joven futbolista concedió una entrañable entrevista a National Catholic Register en la cual narra su experiencia de Dios y lo que ha significado para su vida.
Eddie Gaven se declara admirador de San José a quien desea imitar como esposo, padre y trabajador. |
Nacido en una familia católica, Gaven comenzó a practicar el fútbol de forma intensiva desde los catorce años, cuando fue reclutado para el Programa de Desarrollo Olímpico, que posteriormente lo llevaría al fútbol profesional. «Fue la gracia de Dios la que me permitió jugar a ese nivel tan alto a esa edad tan joven», comentó el deportista a NCR . «Tenía una habilidad dada por Dios para jugar, y eso es lo que lo hizo todo posible. Tienes que ir a Dios para encontrar la fuente de cualquier habilidad que tengas para hacer algo».
Sin embargo, su dedicación al deporte, promovida y acompañada por su padre, fue tomando lentamente un lugar demasiado importante en su vida. «Estaba muy involucrado en el fútbol, no como una carrera, sino como un ídolo. No tomaba mi fe con la seriedad que debía, a pesar de crecer en una familia sólida». El mundo deportivo profesional, completamente prioritario para él, ocupó el lugar que Dios merecía. «Fui atrapado en las maneras del mundo», relató.
El llamado de Dios tomó la forma de una lesión y Gaven enfrentó la situación que también traería la conversión a grandes santos de la Iglesia: la limitación de la enfermedad y la oportunidad de reflexión. «Tuve que someterme a una cirugía de hernia y no pude jugar por cerca de un mes. Era la primera vez que recordaba estar sin fútbol, así que en el hospital y durante la recuperación en casa había mucho tiempo para pensar», recordó. La conclusión a la que llegó no podía ser más acertada: «Comencé a ver las cosas más claras y me di cuenta de que, aunque el fútbol es divertido, no durará para siempre. Lo que durará para siempre es el cielo o el infierno».
«Leí de San Alfonso María de Ligorio que «quien ora es ciertamente salvado. Quien no ora ciertamente se condena». Desafortunadamente, en ese tiempo yo había caído en la segunda categoría», recordó el deportista. Entonces decidió recuperar su vida de piedad y se propuso hacer las tradicionales oraciones de Santa Brígida de Suecia, que deben ser hechas diariamente durante un año. Esta experiencia de oración habitual comenzó a mostrar grandes resultados.
«Encontré que a medida que crecía mi vida oración, más seriamente tomaba mi fe. Cuánto más oraba, más deseaba asistir a la Misa, confesarme y vivir las virtudes en la vida diaria». Gaven encontró un gran contraste entre esta nueva vida y lo que había hecho hasta el momento. Ahora tiene una relación con Dios. «No es suficiente con saber mentalmente de su existencia, si de realmente lo quieres amar más, debes comunicarte con él. Así como la comunicación es necesaria en el orden natural, es incluso más esencial el orden espiritual».
Su experiencia espiritual está ahora enriquecida por su vida de familia. Gaven es esposo, padre de un niño de 13 meses y trabajador, y se declara imitador de San José, modelo de estas tres condiciones. «Conocí una joven hermosa muy dedicada a su religión protestante», recuerda el joven deportista. Cuando consideró la posibilidad del matrimonio reconoció la necesidad estar unidos espiritualmente. «Lágrimas fueron derramadas y oraciones hechas y, por la gracia de Dios, Paula vio la luz acerca de la belleza de nuestra fe católica. Hoy, ella y yo no solo sabemos lo que la Iglesia enseña, sino por qué lo enseña. Esta es una gran bendición».
Eddie Gaven mencionó finalmente sus tres aspectos favoritos de pertenecer a la Iglesia Católica. «El primero es el Rosario. Ha tenido un impacto profundo en mi vida y ha renovado la fe en mi corazón». El segundo, íntimamente ligado, es la Adoración Eucarística: «Una presencia de Cristo que solo puedes experimental sacramentalmente. Usualmente vamos como familia a la adoración una vez por semana. esto es en adición a la Misa del domingo y la misa diaria si es posible».
Y el último aspecto favorito es precisamente ese: la Eucaristía. «No hay lengua que exprese el poder de la Misa porque es el mismo sacrificio del Calvario. Deberíamos verlo de esa forma y actuar en consecuencia, pero a veces hay irreverencia». En este aspecto, Gaven ha descubierto la belleza de la liturgia y, más recientemente, la riqueza del latín. Cuando tiene oportunidad, el deportista invita a sus compañeros a asistir a la Eucaristía, que no duda en calificar como «la cosa más bella fuera del cielo».
Con información de National Catholic Register.
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