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"Más que nunca nuestra sociedad inquieta advierte la necesidad de un principio que dé esperanza a sus búsquedas", dijo Arzobispo de Santiago de Chile

Santiago de Chile (Viernes, 27-07-2012, Guadium Press) El miércoles 25 de julio en la tarde, se celebró en la Catedral Metropolitana la Solemnidad de Santiago Apóstol, patrono de la arquidiócesis. La eucaristía contó con la presencia de cientos de fieles pertenecientes a las diversas comunidades parroquiales quienes dieron gracias a Dios por la acción evangelizadora de la Iglesia en la capital chilena.

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Aspecto de la celebración

La eucaristía fue presidida por el Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, y concelebrada por sacerdotes integrantes de la curia arquidiocesana.

Al inicio del oficio religioso, Camilo Rojas, representante de la pastoral juvenil de la parroquia Sagrada Familia, ofreció la Santa Misa por el éxito de la «Misión Joven», iniciativa pastoral que la Iglesia ha impulsado para este año y el próximo y que busca dar a conocer a Cristo entre los más jóvenes.

«Con la alegría de sabernos discípulos y misioneros de Jesucristo estamos viviendo este tiempo de Misión Joven (…) no es la vida una tarea fácil, pero hemos vivido estos tiempos con entrega, fuerza y fe. La esperanza ha sido nuestro lema y la Palabra nuestra inspiración», dijo. Finalmente y dirigiéndose a la imagen del apóstol Santiago, oró a Dios para «que en el amor y la esperanza seamos todos uno para la Iglesia».

Apóstol Santiago: ejemplo de conversión a Cristo

En su homilía, monseñor Ezzati destacó la vida del apóstol Santiago como una experiencia de entrega radical al proyecto de Dios. «Jesús irrumpe en la vida de Santiago y de Juan con un llamado que pide un cambio total de perspectivas, que implica una total y progresiva conversión a los criterios del Maestro y la adhesión a una fecundidad que escapaba totalmente a sus cálculos», expresó.

Parte de esta radicalidad implica cambiar el centro de nuestra vida, que ya «no será el poder, sino el servicio; no será ocupar los primeros lugares, sino hacerse servidores de los últimos, a ejemplo del Maestro que no sabe dónde reclinar la cabeza, que ha venido para servir, no para ser servido».

Esta fue la convicción -continúo el obispo- que inspiró la vida del apóstol Santiago hasta sus últimos días, cuyo discipulado lo llevó «a creer en la esperanza que no engaña y a descubrir que lo más fecundo de la existencia es compartir el proyecto de vida abundante que Jesús vino a revelar con su palabra y con su obra».

Discípulos y Misioneros de Jesucristo

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Mons. Ezzati ante el altar del Apóstol conmemorado

Más adelante el Pastor de Santiago destacó que hoy «más que nunca nuestra sociedad inquieta advierte la necesidad de un principio que dé esperanza a sus búsquedas y que permita mirar el futuro con ojos relucientes de esperanza, sin las lágrimas de la desesperación y del fracaso».

Y agregó: «Con la humildad de saberse pecadora, una vasija de greda, pero con la audacia de ser portadora de un tesoro que viene del Espíritu, (la Iglesia) está llamada a ofrecer el testimonio de la fuente de esperanza que la habita: Jesucristo, muerto y resucitado, presente en medio de nosotros con su Espíritu».

Al terminar su alocución, el prelado manifestó que «como Iglesia de Santiago queremos renovar el propósito de hacerla nuestra, palabra viva para nosotros y para nuestros contemporáneos en el territorio donde vivimos y testimoniamos nuestra fe».

«Es la esperanza que queremos asumir como fundamento de nuestras acciones pastorales, de nuestra presencia en el tejido de nuestra ciudad de Santiago, no con el dominio de los poderosos, sino haciéndonos servidores a semejanza del Hijo del Hombre que no vino a ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud», concluyó.

Cruz del Apóstol Santiago

Al término de la celebración, monseñor Ezzati hizo entrega a 18 destacados fieles la cruz del apóstol Santiago, homenaje que «recae en hombres y mujeres que viven la única vocación de ser pueblo de Dios convocado, de acuerdo a la vocación peculiar que han recibido».

Con mucha gratitud el obispo añadió que «cada uno de ustedes nos recuerda el deber de despertar la identidad bautismal de cada uno en la Iglesia, para ser auténtico testigo del Evangelio y para dar razón de nuestra propia fe como un valioso servicio para los hombres y mujeres de hoy».

 

 

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