domingo, 24 de noviembre de 2024
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¿Cristo está realmente presente en la Eucaristía?

Redacción (Viernes, 03-08-2012, Gaudium Press) ¿Cómo hablar de un misterio, de aquello que nuestra razón no consigue penetrar? Solamente haciendo curvar la razón y dando lugar a la Fe. Así podemos destilar de la doctrina Católica el principio de que, para estudiar teología, debemos siempre partir de la Fe, para después aplicar nuestro intelecto y concluir siempre con un nuevo acto de Fe, pues, mejor parece ser amar aquello que nos excede y comprender que somos inferiores.

4.jpgSiendo el misterio algo insondable para nuestro intelecto debemos creer, celebrarlo, y de el vivir considerándolo con los ojos de la Fe; haciendo de ella y de la razón, una unidad. A lo largo del estudio, la Fe nos auxilia en aquello que la razón no alcanza, aunque, sin excluirla.

Entre los misterios que la Iglesia Católica predica, uno de los más augustos y admirables es el de la Transubstanciación, pues en él «está contenido Cristo entero bajo cada especie y bajo cada parte de cada especie». [1] Pero ¿cómo? Solamente es explicable por un milagro: toda la sustancia del pan se convierte en la sustancia del Cuerpo de Nuestro Señor y toda la sustancia del vino en la sustancia de Su Preciosísima Sangre.

Pronunciadas las palabras de la consagración – Este es mi Cuerpo; Este es el cáliz de mi sangre – Nuestro Señor Jesucristo pasa a estar presente instantáneamente [2] en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, bajo las especies del pan y del vino. ¿Qué quiere decir «bajo las especies»? Nada más y nada menos, se opera el milagro de la transubstanciación, la sustancia del pan y del vino dejan de estar presentes dando lugar a la sustancia del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo, pero manteniendo los accidentes del pan y del vino, lo que naturalmente es imposible, pues lo que sustenta los accidentes es la sustancia. Una vez que las sustancias del pan y del vino dejan de estar presentes los accidentes también deberían desaparecer, pero en la Eucaristía no se da eso; los accidentes permanecen (color, olor, etc.) y la sustancia cambia, [3] «porque para Dios todo es posible» (Mt 19,26).

En la Eucaristía, esa presencia se da de dos formas. En primer lugar por fuerza del sacramento, en otras palabras, en la consagración de la especie del pan es dicho: «Este es mi Cuerpo;» por virtud del sacramento allí está exclusivamente presente la sustancia del Cuerpo de Cristo. De la misma forma en relación a la especie del vino, es dicho: «Este es el cáliz de mi sangre…» bajo esa especie está presente exclusivamente la sustancia de Sangre de Cristo. Por otro lado, por razón de concomitancia, o sea, donde está presente uno, está presente el otro, bajo la especie del pan está presente la sustancia del Cuerpo, como fue mostrado, pero también la Sangre, el Alma y la Divinidad, una vez que no es posible separarlos. [4]

En la Eucaristía Nuestro Señor Jesucristo está presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

Por lo tanto, cuando recibimos la Eucaristía, es a Él mismo que recibimos. Aquel mismo que en las calles de Galilea curaba a los enfermos, los cojos, los paralíticos… Aquel mismo que se dejó crucificar, «el Justo por los injustos» (1 Pedro 3, 18) a fin de salvarnos; ¿»Solo» eso? ¡No! El propio Dios Uno y Trino viene a habitarnos, pero este, será tema para un nuevo artículo. [5]
Tan grandioso misterio, no podemos comprender, pero nuestra Fe nos asegura. «Quod non cápis, quod non vídes, animósa fírmat fídes, praetes rérum órdinem».[6]

Por José Luís de Melo Aquino

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[1] DS 1653.
[2] Cf. S.Th. III q.75, a.7.
[3] Cf. S. Th. III q.77, a.1.
[4] Cf. Contra Gentiles, 4, 64; III, q. 76, a. 1.
[5] Cf. VVAA. Lexicon dicionário teológico enciclopédico. Trad. João Paixão Netto; Alda da Anunciação Machado. São Paulo: Edições Loyola, 2003. Pág. 108-110.
[6] Cf. Missal Romano: I lecionário dominical. São Paulo: Edições Loyola, 2003. Pág. 985.

 

 

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