Argentina (Miércoles, 08-08-2012, Gaudium Press) Una de las más sentidas formas de piedad popular, firmemente arraigada en la cultura católica de Argentina, es la devoción a San Cayetano, a cuya intercesión los fieles encomiendan uno de los clamores más básicos de su vida cotidiana: obtener de Dios el pan y el trabajo. Con esta petición, la Iglesia en Argentina celebró el pasado 07 de agosto la fiesta de San Cayetano con numerosas Eucaristías de asistencia multitudinaria y las expresiones propias de la fe de millones de fieles.
A pesar de la lluvia, las numerosas expresiones de piedad popular se llevaron a cabo en todo el país en los Santuarios y parroquias dedicadas al santo. |
En Buenos Aires, miles de fieles se congregaron en el Santuario de Liniers para pedir a Dios un empleo o agradecer el haberlo encontrado. Según reportes de AICA, algunos esperaban la fiesta en carpas desde hace semanas. La banda de la Policía Federal interpretó el himno nacional y se encendieron fuegos artificiales, como preludio a la apertura de las puertas del templo, momento en que repicaron las campanas para dar inicio a la solemnidad.
Los feligreses entraron al Santuario en medio de aplausos y en dos hileras se organizó la veneración de la estatua del santo. Se celebró una Eucaristía cada hora y un centenar de sacerdotes se encargó de la atención pastoral de los peregrinos. Además, unos 1.150 voluntarios laicos y 300 jóvenes scouts coordinaron la logística de la multitudinaria expresión de piedad popular. Mons. Raúl Martín, Obispo Auxiliar de Buenos Aires, expresó el sentir popular: «Este es un momento de alegría esperado por todo el pueblo».
«Cuando la gente se acerca a San Cayetano, lo que hace es actualizar en la oración su conciencia de hijo de Dios y su confianza en él», manifestó el Arzobispo de Santa Fe, Mons. José María Arancedo. |
El recto sentido de la petición del pueblo católico fue explicada por Mons. José María Arancedo, Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz. «Cuando la gente se acerca a San Cayetano, sea para agradecer o pedir a Dios por su intermedio, lo que hace es actualizar en la oración su conciencia de hijo de Dios y su confianza en él», señaló el prelado en una alocución radial. Estas fiestas reaniman en las personas la esperanza y contribuyen a impregnar la vida de un sentido sobrenatural. «La oración, en su repetición, nos ayuda a ahondar la verdad de la fe, permanecer en Dios y crecer en la vida espiritual»
Esta natural confianza filial pide al Señor las cosas más básicas de la vida terrenal, pero cargadas de un sentido espiritual: «Ciertamente, el pan se refiere a esa posibilidad real de alcanzar el pleno desarrollo del hombre y su familia, y no sólo a su subsistencia; así, cuando se habla del trabajo, se lo considera como expresión de la dignidad y libertad del hombre». También destacó que ambas cosas están necesariamente relacionadas, y la intuición de la piedad popular se prueba acertada. «Que no llegue el pan a tu mesa sin el esfuerzo del trabajo» recordó el prelado, citando un decir popular, «y, por otra parte, que el trabajo te alcance para llevar el pan a la mesa de tu familia».
Mons. Luis Mollaghan, Arzobispo de Rosario, destacó el agradecimiento de los fieles: «Dios, a través de San Cayetano, les mostró que los ama inmensamente» |
En Rosario, el Santuario de San Cayetano también vivió esa gran experiencia de devoción en su fiesta patronal. El Arzobispo de Rosario, Mons. José Luis Mollaghan, aprovechó la multitudinaria asistencia a la Eucaristía para proponer a San Cayetano como modelo de vida a los fieles. «La vida de San Cayetano nos muestra que Él no guardó la llama de la fe para sí mismo, sino que la transmitió a los demás», afirmó el prelado. «No podríamos comprender esta fe en la vida de San Cayetano ni su influjo tan grande entre nosotros, si no fuera porque se alimentó con la Palabra de Dios; porque amó profundamente la Eucaristía, y porque rezó mucho, por él y por todos, particularmente por los más necesitan».
El Arzobispo también invitó a aprovechar la fiesta para un encuentro con Jesucristo y renovar la confianza en su amor. Un amor que ha sido abundantemente demostrado en la vida de los fieles: «Venimos a pedir y agradecer .Pero son muchos los peregrinos que dicen que vienen más a agradecer, que a pedir», comentó. «Y esto porque han visto los frutos en sus vidas, y reconocen que la fe mueve montañas, y que Dios, a través de San Cayetano, les mostró que los ama inmensamente»
Mons. Mollaghan concluyó su homilía llamando a los católicos a responder a esta intervención divina en sus vidas con el amor a Dios, expresado en el servicio a los hermanos. «El amor no es una palabra vacía; sino que se traduce en servir. Porque servir sin amar, no es el servicio cristiano que nos pide el Evangelio. Amar sin servir, tampoco es verdadero amor. Para el cristiano, amar y servir siempre están unidos».
Con información de AICA.
Deje su Comentario