Los Ángeles (Miércoles, 08-08-2012, Gaudium Press) La Celebración Guadalupana, un festival en honor a la Santísima Virgen, quien se apareció en México al indio San Juan Diego Cuauhtlatoatzin en 1531, se llevó a cabo el pasado 05 de agosto en la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos. Al evento asistieron decenas de miles de fieles quienes a través de cantos, oraciones y celebraciones culturales expresaron su profunda devoción a Nuestra Señora de Guadalupe.
Veneración de la reliquia de la Tilma de San Juan Diego durante la Celebración Guadalupana. Foto: La Opinión. |
La alegría fue la nota característica del evento, expresada en las «olas» realizadas por el público y el reiterado grito espontáneo de las «vivas» a la Virgen de Guadalupe. Durante el evento se hizo una representación teatral de las apariciones y se presentaron las danzas indígenas tradicionales en honor de la Virgen, tal como se realizan anualmente en la explanada de la Basílica junto al cerro del Tepeyac en México. Además, varios artistas cantaron en honor de la Santísima Virgen, en un evento cultural organizado por la Arquidiócesis de Los Ángeles, los Caballeros de Colón y el Instituto Superior de Estudios Guadalupanos.
Los fieles se unieron devotamente a la oración, para cual se dispuso un llamativo «Rosario humano». En el centro del coliseo se instaló una gran cruz y desde ella una cadena humana ocupó el lugar de las cuentas del rosario señalando con sombrillas rojas y azules las oraciones del Ave María y el Padre Nuestro. Los presentes también veneraron la única reliquia de un pequeño trozo de la tilma que San Juan Diego vistió durante la milagrosa aparición y que se conserva completa en la Basílica mexicana.
El Arzobispo de Los Ángeles, Mons José Gómez, recordó que la Virgen de Guadalupe no vino sólo a los mexicanos. «No es sólo la Madre de la gente de México. ¡Ella es la Madre de todas las gentes de las Américas!», expresó con entusiasmo el prelado. «Ella es la nueva Eva. ¡Ella es la Madre de todos los vivientes!». Mons. Gómez también celebró la profunda conexión de la Iglesia de Los Ángeles con la Iglesia de México y recordó a los refugiados que llegaron a tierras estadounidenses a causa de la persecución religiosa contra los católicos, en la guerra de los Cristeros.
Una de las figuras notables que se refugiaron en Los Ángeles fue la recientemente beatificada Sor María Inés Teresa Arias. Esta beata fue apóstol de la devoción a Nuestra Señora de Guadalupe, misión que encomendó a la comunidad de religiosas que fundó: «Llevar la imagen de la Virgen de Guadalupe, de manera que ella – a través de su ternura maternal – lleve a su Divino Hijo a vivir en los corazones de aquellos que sin saberlo padecen hambre de Dios».
En fidelidad a este espíritu guadalupano, centro de esa celebración cultural, el Arzobispo Gómez exhortó a los fieles presentes a apropiarse de esta vocación: «Hermanos y hermanas, ahora es nuestro turno. La misión del Tepeyac continúa hoy. ¡Continúa en ti y en mí!», expresó. «¡La Virgen de Guadalupe cuenta con nosotros!». El prelado señaló que de la misma forma como Cristo hizo uso de San Juan Diego y la Beata María Inés, ahora llama a los católicos actuales al apostolado. «Sólo somos creyentes ordinarios. Pero Dios espera grandes cosas de nosotros. Nos llama a trabajar con las gracias que Él nos da, a usar nuestros dones y talentos para el apostolado, para ser apóstoles y misioneros», exhortó Mons. Gómez.
La promesa que la Santísima Virgen hizo a la beata Maria Inés Teresa se aplica nuevamente a quienes escuchen este llamado. «Nuestra Señora de Guadalupe nos acompañará en todos nuestros esfuerzos. Justo como se lo prometió a la beata», señaló el Arzobispo. Finalmente, Mons. Gómez invitó a los católicos a orar a la Virgen, «la estrella brillante de la primera evangelización y la Madre de la Nueva Evangelización – para que «nos ayude a todos a ser mejores instrumentos del amor de Dios, de forma que todos en nuestro mundo lleguen a amarlo bastante».
Con información de Catholic News Service y Agencia Zenit.
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