Washington (Miércoles, 08-08-2012, Gaudium Press) La agencia de noticias Associated Press publicó la semana pasada una interesante historia de profesión de fe, envolviendo a toda una familia: la vida de tres hermanos norteamericanos, Luke, Vincent y Jake Strand, que descubrieron de manera relativamente tardía que deberían seguir el camino del sacerdocio, y así lo hicieron.
El padre de los tres jóvenes, Jerry Strand, relató que ellos poseían el comportamiento normal de miembros de una familia católica. «Iban a misa los domingos, realizaban la bendición de los alimentos antes de comer, pero no eran unos excéntricos», dijo él. Conforme Jerry, los jóvenes hasta jugaban con la abuela, cuyo sueño era que uno de ellos se tornase sacerdote.
La madre de los jóvenes, Bernardette, relató, a su vez, que ni ella ni el esposo poseían ninguna opinión formada en relación a la vocación de los hijos. Con todo, la madre admitió haber quedado sorprendida al «verlos, uno atrás de otro, hablarnos» sobre sus decisiones.
Los tres jóvenes abrazan el sacerdocio
Luke planeaba licenciarse en marketing, juntar dinero, casarse y tener hijos. Entretanto, cuando estudiaba en la Universidad de Wisconsin-Oshkosh conoció a un grupo de jóvenes católicos comprometidos con su fe y sintió en el relacionamiento con ellos el llamado de Dios. Nacía una vocación.
Comenzó entonces a trabajar con un sacerdote en un albergue, sirviendo a los pobres y no tardó mucho en pedir ser admitido en un seminario. Luke es actualmente director de vocaciones de la Arquidiócesis de Milwakee.
A su vez, Vincent deseaba volverse médico neurólogo y tornarse un exitoso profesional y padre de familia. Sin embargo, mientras estudiaba en la Universidad Marquette, dirigida por la Compañía de Jesús, un profesor le hizo ver que «Dios era real en una forma de la cual él nunca antes se había dado cuenta». Nacía una segunda vocación.
Vicent pensó en seguir la vida religiosa como un profesor, y hasta casarse, pero, después, desistió. Rompió su compromiso y abrazó definitivamente el llamado para la vida sacerdotal. Conforme él, el celibato no fue un obstáculo, sino para él es «una de las cosas que realmente amo en esta vida y una de las más liberadoras».
Jake, el más joven de los hermanos, siempre se asustaba cuando pensaba en la idea de un día poder ser un sacerdote. Su intención era servir a Dios, formando una familia. Con todo, sintió en su alma el llamado de Dios y decidió entregarse plenamente al Señor.
Conforme el menor de los hermanos Strand, la decisión de los hermanos mayores, Luke y Vincent, no influyó en su decisión. Para él la vocación nunca se trató de un deber, sino de un don personal, ofrecido por Dios. Actualmente, Jake está completando su curso de Teología en Roma.
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