Madrid (Jueves, 09-08-2012, Gaudium Press) «La llamada», como la define la hoy Madre Prado, era muy fuerte. Y la llamada terminó venciendo y creando un camino que se muestra exitoso, bajo las bendiciones del cielo. Era septiembre de 1999 cuando la madre Prado cerró por vez última el cuarto que ocupaba hasta entonces. Con esa puerta se concluían también años dedicados a la educación, en el Colegio de agustinas de Talavera de la Reina, en Toledo, España. Y en ese momento, para la religiosa se abría la puerta de un nuevo sendero.
«Era una llamada muy fuerte a una vida más contemplativa», relata la Madre con la sencillez propia de las almas consagradas. Sin embargo, no había sido ella sola quien había escuchado la voz del Espíritu Santo, para abrir un nuevo camino. Otras tres agustinas la siguieron. Meses más tarde, se sumarían tres más. Y estas siete arribaron a un antiguo convento de San Francisco, en Becerril de Campos, en plena llanura castellana.
En ese refugio, donde Dios iba consolidando el nuevo carisma, la comunidad naciente se entregaba a la oración y al discernimiento. Entretanto, la luz que allí brillaba fue atrayendo con sus hilos misteriosos a otras jóvenes. Y a ese ‘perdido’ pueblo de Castilla fueron llegando una y otra. Tras 13 años, las hoy Agustinas de la Conversión son ya 26 religiosas, de 5 naciones diferentes, a las que con la ayuda de Dios se sumarán otras 8 en septiembre, que ahora están en período de reflexión.
Vienen de naciones como Alemania; tal es el caso de Elizabeth. Resulta que uno de los apostolados de las Agustinas de la Conversión es la acogida de peregrinos en el albergue parroquial de Carrión de los Condes, en el Camino de Santiago de Compostela. En ese, como en todo su apostolado, las religiosas despliegan su gracia característica y su alegría de estar sirviendo a Jesús: esa alegría contagió a Elizabeth. Ella jamás había oído hablar de la nueva orden, ni de Carrión de los Condes hasta que comenzó el Camino de Santiago, y ahí se quedó a seguir su vocación.
Tal es el caso también de la joven ex-profesora de español de la Universidad de Budapest Erika, que también llegó allá de peregrina, y hoy luce con cristiano orgullo el hábito de estas Agustinas. Y Dios sigue haciendo su obra con los peregrinos que ‘caen’ en las manos de estas religiosas.
«Llevo seis días de Camino. En todos los albergues llegas, pagas, te dan alojamiento y al día siguiente te vas. Parece que sólo es un negocio. Aquí… es distinto», afirma sorprendida Emma, una joven peregrina irlandesa. Ella inició el Camino de Santiago en Logroño. «Necesitaba pensar; estar conmigo misma», dice. Así que dejó Bruselas, donde trabaja, fue a hacer el Camino de Santiago. Tras llegar al albergue de Carrión, se encontró con 6 monjas jóvenes y sonrientes, que la acogieron con cariño. «A las seis y media tendremos un encuentro musical. Luego, a las ocho, la misa en la parroquia, con la bendición del peregrino. Y después, la cena compartida, en la que te invitamos que traigas algo para que lo repartamos entre todos», le explica una de las agustinas con un inglés rudimentario pero efectivo.
Y así continúan estas religiosas su vida, confiantes en Dios y en su patrona la Virgen. Dios las llena de esperanza. Ellas acaban de dejar su convento de Becerril de Campos para trasladarse a una nueva casa que han construido por medio de donativos en Sotillo de la Adrada, en Ávila. Su historia parece confirmar la esperanza de un renacimiento espiritual en España.
Para conocer más de la vida de las Agustinas de la Conversión, se puede visitar su página web: http://comunidadconversion.blogspot.com.es/
Con información de ReligionenLibertad
Deje su Comentario