Buenos Aires (Viernes, 17-08-2012, Gaudium Press) El próximo 21 de agosto se celebrará en Argentina el Día del Catequista. Teniendo en vista la conmemoración, el Padre José Luis Quijano, rector del Instituto Superior de Catequesis Argentino (ISCA), ha elaborado una serie de reflexiones que ha compartido con los catequistas de su nación para meditar en esa jornada.
«El catequista está llamado a ser entrañablemente él mismo. En la verdad y en la hondura de su identidad resuena el llamado de Dios que lo convoca a ser eco de Cristo, para que muchos hombres y mujeres se encuentren con Él. ¡Cuánta sintonía y cuánta fidelidad!», exclama el presbítero, quien se pregunta al mismo tiempo «¿Cómo hacerse eco auténtico?» del mensaje de Jesús.
El P. Quijano indaga en el perfil del catequista, a partir también de su naturaleza humana, «caída y redimida. Débil y fuerte. Imperfecta y llamada a la plenitud. Sería impensable un catequista desprovisto de la gracia de Dios. Sería impensable un catequista errante, náufrago de procesos educativos incapaces de albergarlo».
«La naturaleza humana, abierta al auxilio divino de la gracia y al auxilio humano de la educación, se perfecciona y se hace más imagen y semejanza de Dios. Se hace tierra fértil en la cual Cristo crece, configurando en la personalidad del catequista todas las virtudes que lo hacen capaz de ser lo que Dios lo invita a ser», continúa el sacerdote, quien afirma también que el propio catequista precisa ser educado constantemente en la misma fe que profesa y difunde: «para ser entrañablemente nosotros mismos, los catequistas necesitamos hacernos destinatarios, también, de los procesos catequísticos diseñados para nuestros catequizandos y catecúmenos».
La misión del catequista está unida de forma intrínseca a la comunicación de la Palabra de Dios, e implica una apertura a Dios, a la Iglesia y al mundo: «Nuestra primera actitud espiritual está relacionada con la Palabra contenida en la Revelación, predicada por la Iglesia, celebrada en la liturgia y vivida especialmente por los santos. Y es siempre un encuentro con Cristo, oculto en su Palabra, en la Eucaristía, en los hermanos. Apertura a la Palabra significa, en definitiva, apertura a Dios, a la Iglesia y al mundo».
La Comunicación de la Palabra de Dios, entendida como anuncio, es el gran compromiso del catequista: «El mundo hoy, como ayer y como siempre, tiene derecho al anuncio. No se lo puede privar de él. Y, si bien todos los bautizados hemos sido convocados a esa tarea, a los catequistas nos compete de modo especial».
El anuncio catequístico de la Buena Nueva, que comprende las tradicionales labores de instrucción, iniciación y educación en la Fe, debe tener entretanto, como objetivo primordial, el «favorecer que nuestros interlocutores vivan su propia experiencia de fe, siempre única, personal e intransferible».
«Cuando los interlocutores de la Catequesis comienzan a vivir su fe así, como auténticos exploradores, con cierto riesgo y embarcándose en una especie de ‘aventura personal’, podemos decir que este ‘nuevo nacimiento’ los afecta por entero y los abre a una realidad nueva, a una manera nueva de realizar la existencia», expresa el P. Quijano.
Es claro también que en esa experiencia personal de fe, también es requerido el acompañamiento, «ese caminar junto al que busca, permitiéndole que siga buscando… Ese caminar, al principio casi imperceptible y después tan encarnado en la vida del catequizando».
Finalmente el presbítero, invita a los catequistas a seguir investigando las mejores maneras de cumplir su misión, siempre desde el prisma de la fe: «Como catequistas, podemos proponernos indagar por aquí algunas de las respuestas pendientes. Quizás así sea posible iniciarse o retornar a la fe, desechando antiguos mapas y aprendiendo a mirar la vida con ojos de creyentes».
Quien quiera consultar el documento en su integridad puede hacerlo en (http://www.isca.org.ar/images/mail/carta-catequistas/index.htm)
Deje su Comentario