Río de Janeiro (Miércoles, 22-08-2012, Gaudium Press) En una reflexión, proferida durante la Semana Nacional de la Familia, Mons. Antonio Augusto Dias Duarte, Obispo auxiliar de Río de Janeiro y miembro de la Comisión Episcopal Pastoral para la Vida y la Familia, de la CNBB, habló sobre la relación de la familia y la comunidad, cuando tuvo la ocasión de decir que, «a medida que la familia da aquello que es una riqueza interna, ella se enriquece más».
La afirmación fue hecha durante el período en que la Iglesia celebraba en todo el país el mes de las vocaciones.
La Familia es llamada a ser evangelizadora, dice el obispo auxiliar de Río |
Mons. Antonio Augusto mostró, dentro de los asuntos de la temática de esa Semana de la Familia promovida por la Iglesia, que el proyecto de Dios para la familia es muy amplio, englobando la vivencia del amor y el perdón, de un relacionamiento profundo en el propio ámbito familiar. Pero es también un proyecto que dice respecto a toda la humanidad.
El Obispo Auxiliar de Río de Janeiro explicó por qué la familia no existe solo para sí misma: «Ella es llamada a ser evangelizadora. La familia no está para sí, como también el individuo no está para sí, sino para el otro. La familia está para otras familias, para la comunidad parroquial, para toda la humanidad».
En esa afirmación está contenido un papel muy grande de la Iglesia, destaca Mons. Antonio, que es el de mostrar a la familia que todos los valores buenos que ella cultiva dentro de sí, solo continuarán creciendo si son «expandidos», transmitidos a otras comunidades.
Para Mons. Antonio, «La lógica de Dios es inversa – ‘Dad y se os dará’ (Lc 6,38). Cuando se comparten los bienes espirituales ellos se multiplican. A medida que la familia da aquello que es una riqueza interna, ella se enriquece más y las personas estarán mucho más satisfechas. Por otro lado, la familia que se cierra en sí misma, se empobrece. Entonces, abrirse a la comunidad es una cuestión de sobrevivencia de la familia».
Dentro de la familia, viviendo los principios cristianos podemos hacer la diferencia en la sociedad: «Es posible vencer la cultura del individualismo con la valorización de la persona como criatura de Dios. Es posible vencer la cultura de la muerte mostrando el valor divino de la vida. Es posible vencer la cultura del consumismo mostrando a las personas que los bienes materiales son necesarios para desarrollar el bien de todos […] Así dialogamos con la cultura y hacemos que ella sea un vehículo de comunicación de Dios», concluyó Mons. Antonio.
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