Buenos Aires (Jueves, 23-08-2012, Gaudium Press) Los Obispos reunidos en la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), elaboraron el pasado 22 de agosto una declaración que recuerda la extraordinaria importancia que tiene el actual debate legislativo sobre el proyecto de nuevo Código Civil. Los prelados recordaron que el texto tendrá muchas implicaciones sobre la vida concreta de los ciudadanos argentinos y que definirá temas sensibles que interesan profundamente a la Iglesia, sobre todo los referidos al respeto al derecho a la vida y la protección de la familia.
Obispos reunidos en la Comisión Permanente de la CEA. |
«En el Código Civil se regulan derechos vinculados a la vida personal, matrimonial, familiar, social, económica, de todos nosotros», explicaron los Obispos. «En él se expresa de alguna manera la forma y el estilo de vida que como sociedad queremos promover. Tiene, por eso, una función pedagógica y efectos de muy largo plazo». Por este motivo la Iglesia interviene en el debate público para formar la conciencia de los católicos y guiar hacia el tipo de sociedad que se desea conseguir. Los prelados pidieron conceder un tiempo suficiente a la discusión y dar participación abierta a la ciudadanía en todas las provincias.
Los peligros del nuevo Código Civil
Para los Obispos, la reforma de este Código «es seguramente la reforma legislativa más importante de las últimas décadas por la variedad de cuestiones implicadas y por la entidad de algunos de los cambios propuestos». Tras reconocer que la propuesta tiene aspectos positivos, la declaración enuncia los motivos de preocupación de la Iglesia en aspectos fundamentales de la reforma.
«El modelo de familia proyectado por estas normas expresa una tendencia individualista y se opone a los criterios evangélicos y también a valores sociales fundamentales», denunciaron los prelados, quienes advirtieron el grave riesgo de desprotección para la vida de los niños en gestación.
«Si se aprueba sin modificaciones este proyecto, algunos seres humanos en gestación no tendrán derecho a ser llamados «personas». La maternidad y la paternidad quedarán desfiguradas con la denominada «voluntad procreacional»; se legitimará, por un lado, la promoción del «alquiler de vientres» que cosifica a la mujer y por otro, el congelar embriones humanos por tiempo indeterminado, pudiendo ser éstos descartados o utilizados con fines comerciales y de investigación», prosiguen los Obispos. «Se discriminará, en su derecho a la identidad, a quienes sean concebidos por fecundación artificial, porque no podrán conocer quién es su madre o su padre biológico».
La estructura familiar también es afectada gravemente con la reforma: «Los cónyuges que se unan en matrimonio, no tendrán obligación jurídica de fidelidad ni tampoco de convivir bajo un mismo techo; los lazos afectivos matrimoniales quedarán debilitados y desvalorizados», advirtieron. Los obispos solicitaron que se promueva la estabilidad familiar y se antepongan verdaderamente los derechos de los niños a los de los adultos, comenzando por el respeto al derecho a la vida, que comienza en el momento de la concepción.
Los católicos tienen el deber de participar en el debate
Los Obispos recordaron que las leyes deben tener fundamento en valores objetivos. «El papel de la fe religiosa es ayudar a la razón para que descubra con claridad esos principios morales y los aplique rectamente». Por este motivo, más que un derecho, los católicos tienen el deber de participar en el debate, y los Obispos en Argentina desean «proponer y ser escuchados».
«La hora nos reclama a los cristianos el testimonio personal y comunitario de Jesucristo para que resplandezca en medio de los hombres el amor de Dios, que es el verdadero fundamento y modelo de las relaciones humanas», afirmaron los Obispos, quienes exhortaron a todos los católicos, desde cada uno de sus lugares y vocaciones a cumplir su deber de evangelizar, con su enseñanza y su ejemplo. Este testimonio debe ser especialmente irradiado en los matrimonios, el clero, la docencia, la atención en salud y la justicia.
Los Obispos se dirigieron especialmente a los legisladores, a quienes pidieron «que asuman en plenitud sus responsabilidades, estudien a fondo las reformas propuestas, sean fieles a la herencia y a las tradiciones patrias y estén abiertos a escuchar todas las voces que tienen algo que decir al respecto». También les exhortaron a «que no dejen de escuchar a la voz de su conciencia» y que su decisión sea honesta, personal y no fruto de la presión o el compromiso partidista.
Finalmente, los prelados realizaron un llamado general a la oración en todas las comunidades y organizaciones católicas, encomendando a Dios la justa redacción del Código Civil. «Pidamos que bendiga a nuestra Patria e ilumine a nuestros legisladores y gobernantes, concediéndoles la sabiduría necesaria para trabajar por la paz, la amistad social y la defensa de todas las personas, privilegiando a los más pobres y débiles. Hagámoslo a semejanza de la primera comunidad cristiana, íntimamente unidos, dedicados a la oración y la reflexión, en compañía de María, la madre de Jesús y madre nuestra de Luján», concluyeron.
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