viernes, 22 de noviembre de 2024
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Refugiados católicos de Mullikula, Sri Lanka, asisten unidos a Misa por primera vez en cinco años

Mannar (Martes, 28-08-2012, Gaudium Press) La dramática situación de los católicos tamiles de Mullikula, en Sri Lanka, quienes en varias ocasiones han debido huir de la violencia y que fueron «reubicados» por las autoridades en una zona selvática sin posibilidad de vivienda o trabajo, está en el centro de la preocupación de la Iglesia local. El Obispo de Mannar, Mons. Rayappu Joseph, celebró una Eucaristía para ellos, la primera en la que pueden participar como comunidad en cinco años, y visitó los terrenos en los cuales habitan en condiciones completamente inadecuadas.

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La parroquia de la Reina del Cielo acogió a los católicos tamiles de Mullikula.

Acompañado de una delegación de 150 personas de otras regiones del país, el prelado oró por el pronto regreso de la comunidad católica de Mullikula a su tierra natal. En su homilía, predicada en lengua tamil, el Obispo describió las dificultades que enfrentan los fieles del lugar y pidió a los católicos visitantes hacer partícipes a sus comunidades de los sufrimientos de estos hermanos.

Los refugiados, unas 215 familias, huyeron de sus hogares cuando la violencia se recrudeció en 2007. «La Armada nos dijo que debíamos dejar todo y no llevarnos nada. Se suponía que en tres días regresaríamos a nuestra casas», narró un refugiado a Asia News. «Han pasado ya cinco años». Al término de la guerra, en 2009, su territorio fue considerado como una «zona de alta seguridad» y se les impidió su retorno. La comunidad se dispersó en seis regiones cercanas, entre ellas Mannar.

En febrero pasado, las autoridades prometieron reubicar a los refugiados en un terreno cercano a sus tierras, lo cual se realizó el mes de junio. Sin embargo, los territorios asignados son selváticos, sin acceso a agua potable, ni viviendas. Los refugiados no cuentan con equipos de pesca – una de sus actividades tradicionales – ni poseen herramientas para construir. Los terrenos hacen parte, además, de un área de reserva natural que impone obtener permisos especiales antes de poder levantar edificación alguna.

«Incluso hoy, no hay forma de tener una vida pacífica», aseguró a Asia News Winifreeda Cross, una pescadora refugiada. «hay mosquitos por todas partes que evitan que podamos dormir en las noches. Las áreas que nos rodean están llenas de elefantes. Vinimos aquí porque decidimos sacrificarnos por el futuro de nuestros hijos. Pero tenemos miedo. Si no logramos sobrevivir estas dificultades, ¿qué haremos?».

Con información de Asia News.

 

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