Lima (Martes, 28-08-2012, Gaudium Press) En vísperas de la celebración en el Perú de la solemnidad de Santa Rosa de Lima, la casilla web habilitada por el Arzobispado de esa ciudad ya ha recibido miles deseos de sus devotos, según informa la Oficina de Comunicaciones de esa sede. Estos deseos están siendo depositados en el tradicional pozo de los deseos de la primera santa peruana, que es también Patrona de América.
Esta práctica replica lo exitosamente ocurrido en los años anteriores. Los pedidos e intenciones, que aún pueden ser enviados, son impresos y colocados en el Pozo. El buzón virtual es [email protected]
Para promover y ambientar tal festividad, la Arquidiócesis de Lima también diseñó una página web donde el cibernauta encuentra datos biográficos, imágenes, documentos de autoría de la Rosa de América, artículos, enlaces y toda la información de interés sobre la vida de la santa peruana y su influencia en el mundo católico. La dirección web es (www.arzobispadodelima.org/santarosadelima).
Santa Rosa de Lima es una flor insigne de lo que se llama la «época dorada de la santidad» en el Perú, que vio brillar una constelación de santos que tuvieron como escenario de vida el país andino: Santa Rosa conoció a San Martín de Porres y a San Juan Macías, dominicos; fue confirmada en 1597 en Quives, Canta, por el segundo arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo; y oyó las predicaciones de San Francisco Solano y San Juan Macías.
En la Exhortación Apostólica ‘Ecclesia in America’, Juan Pablo II afirma que «América ha visto florecer los frutos de la santidad desde los comienzos de su evangelización. Este es el caso de Santa Rosa de Lima (1586-1617), « la primera flor de santidad en el Nuevo Mundo »… Después de ella, el santoral americano se ha ido incrementando hasta alcanzar su amplitud actual. La Iglesia, al canonizarlos, ve en ellos a poderosos intercesores unidos a Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote, mediador entre Dios y los hombres… acompañan con solicitud fraterna a los hombres y mujeres de su tierra que, entre gozos y sufrimientos, caminan hacia el encuentro definitivo con el Señor» (n.15).
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