Osorio (Martes, 28-08-2012, Gaudium Press) Con el título «Catequista, iniciador a la vida cristiana», Mons. Jaime Pedro Kohl, obispo de la diócesis de Osorio, en Río Grande del Sur, Brasil, habla en su más reciente artículo sobre los catequistas, recordados en el último domingo de este mes vocacional.
Mons. Jaime Pedro Kohl |
Antiguamente, las propias familias hacían la iniciación en la vida de oración y frecuencia a los sacramentos. Los niños venían a la catequesis con un conocimiento básico. Ahora, en la mayoría de los casos, llegan con muy pocos conocimientos. Muchas veces, ni siquiera la señal de la cruz es conocida.
Según el prelado, la iniciación a la vida cristiana es mucho más que preparar a los niños para la Eucaristía, a los adolescentes para la Confirmación y a los jóvenes para el Matrimonio. «Los sacramentos son el punto de llegada y la catequesis es el alma de la evangelización, pues es en la catequesis que se aprende las verdades de la fe y la práctica cristiana. De ahí la necesidad de que las personas sean evangelizadas antes de recibir los Sacramentos. Sin haber escuchado hablar y haber conocido no tienen como creer», destaca.
Mons. Jaime cita al Directorio Nacional de Catequesis, que aclara: «El catequista es un auténtico profeta, pues pronuncia la Palabra de Dios, en la fuerza del Espíritu Santo. Fiel a la pedagogía divina, la catequesis ilumina y revela el sentido de la vida». Para el obispo, es un ministerio importante que exige preparación, no basta buena voluntad para ser catequista, no se puede hacer catequesis como hace 50 años. «Aunque los contenidos esenciales sean los mismos, las formas de presentarlos deben ser otras.»
En verdad, explica el prelado, mucho más que pasar contenidos, la misión del catequista es enseñar a vivir, ayudar a las personas a encontrar un sentido para su vida, a descubrir su vocación e introducirlas en el Misterio de salvación. Él también afirma que muchas cosas buenas están siendo hechas, con innúmeros intentos de buscar nuevas metodologías y formas de pasar los contenidos de la fe, de modo agradable, ayudando a experimentar a Dios, a encontrarse con Jesús.
«No tratemos la catequesis con desdén, como algo superfluo, sino con el debido respeto. Es triste ver padres que no le dan la mínima importancia, no incentivando a sus hijos a participar, no implicándose y ni acompañando el momento de gracia que el hijo está viviendo. Queridos padres, no olviden que ustedes son los primeros catequistas. Todavía sueño con la posibilidad de que un día sean ustedes quienes preparen y presenten vuestros hijos a los sacramentos», resalta el obispo.
Por último, Mons. Jaime enfatiza que sin una catequesis seria y profunda no hay verdadera evangelización e iniciación cristiana, porque una catequesis vivencial, a partir de la Palabra de Dios, crea gusto por la religión, vínculo con la comunidad, sentido de pertenencia, consciencia crítica y personas abiertas a Dios, a los otros y a lo nuevo: hombres y mujeres nuevos. Él evalúa que es siempre bonito percibir la existencia de muchos jóvenes buenos y dóciles a la propuesta de Jesús y otros un poco más resistentes y apartados de la reflexión y con dificultades de concentración, con todo todos deseosos de conocer a Jesús y descubrir por medio de él el significado de sus vidas.
«La semilla que el catequista planta puede no dar frutos mañana, pero, si bien plantada, dará frutos algún día. Es con ese espíritu y esperanza que precisamos trabajar. Ser catequista exige donación, amor, generosidad. Es ser misionero, servir esperando solo de Dios la recompensa. A veces cuesta, es verdad, pero Él os sustenta y da fuerza», concluye.
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