Santiago de Compostela (Martes, 04-09-2012, Gaudium Press) En una luminosa mañana de inicio de septiembre comenzaron hoy martes día cuatro las XIII Jornadas de Teología del Instituto Teológico Compostelano con el lema: «Redescubrir el camino de la Fe: conocerla, celebrarla, vivirla (Porta Fidei,2)».
En la mesa principal, el segundo de der. a izq., Mons Julián Barrio Barrio – Foto: Miguel Castaño |
El Arzobispo de Santiago Mons. Julián Barrio Barrio tuvo a su cargo la introducción de las Jornadas. D. Julián desde su condición de Pastor agradeció a los organizadores y a los ponentes señalando: «Vuestra asistencia es una muestra evidente del interés provocado por la temáticas de éstas Jornadas. El Cristianismo no es una religión más. Es la revelación divina viva y definitiva, en la cual Dios se da como verdad, como vida y como amor a los hombres, porque Él lo es todo en la plenitud de su ser trinitario. Tal revelación emana de lo insondable de Dios y como revelación no puede ser ajena al misterio divino. Es simultáneamente desvelamiento y ocultamiento, verdad en la forma de misterio. La revelación es una manifestación, pero no es un esclarecimiento que resuelva todos nuestros problemas. Dios nos ilumina pero siempre nos rebasa y trasciende. La fe cristiana revela el misterio, pero no por eso es oscurantista. Por ello no se puede someter a la razón humana, ni tampoco introducirse en la experiencia sensible. En contenido y profundidad supera todas las formas humanas de comprender. Pues en palabras de Charles Péguy ‘Jesús no vino a la tierra para contarnos bagatelas’. Sin embargo, el hombre tiene la debilidad y la tentación de domesticar el misterio, de convertir lo sublime del mensaje en bagatelas, con la pretensión de hacerlo más inteligible. Quiere allanar la verticalidad del misterio en la horizontalidad de la pura realidad terrena. Lo que resulta no es una supravalorización del hombre, que experimenta muchas limitaciones».
Para D. Julián «el hombre por sí solo no está en condiciones de establecer ni de realizar el sentido y el fin de la existencia. La fe cristiana no es un proyecto autónomo de vida. Más bien, recibe el objetivo y el camino de Aquél que es Señor de la realidad. En la fe, el hombre reconoce sus propios límites y acepta la oferta del otro distinto a él. Se deja indicar el camino establecido por Dios y persigue el objetivo por él determinado. De esta forma, la Fe se orienta a la oferta de Dios y es Fe en Dios, en el Dios que habla a los hombres. Al acoger esta oferta de Dios, la Fe le reconoce como el otro, el Señor, que está por encima de toda realidad y es fundamento de toda existencia. La fe es respuesta al Dios que es amor, y vuelve a ese tú, diciendo: confío en ti, me entrego a ti, creo en ti. En la fe el hombre se abandona y se entrega a Dios y encuentra en él el fundamento de su vida. Sin embargo, la fe no se entrega a un Dios anónimo, a un fundamento desconocido, sino que presta oídos al Dios que nos ha hablado, manifestándose en su palabra, en su historia con los hombres y sobretodo en Jesucristo. La fe descubre quien es Dios. Y encuentra la verdad en Cristo, reconociendo quien es Dios y quien es el hombre. La fe no es por tanto confiar en algo vacío y desconocido, sino reconocer y admitir la verdad. La fe conduce al conocimiento, pero no a la ciencia. Esto no significa que el hombre que cree renuncie a pensar. El creyente sabe dar cuenta de forma acabada de la praxis y del contenido de su Fe. Explicar la fe quiere decir preguntarse cuál es el contenido de la fe y cuáles son sus rasgos característicos. La teología debe hacerse estas preguntas y ha de mostrar ante el foro de la razón humana que esa fe es razonable y creíble».
«La fe es un acto de toda la persona, no es solo acto del entendimiento ni una decisión de la voluntad, ni un acto sentimental sin contenido. La fe significa afirmarse en Dios. La actitud fundamental de quien cree es abrirse a la verdad. Creer significa abrirse a lo distinto y nuevo de Dios. Solo el hombre que no considere inamovibles sus conceptos llegará a la Fe».
Creer en y creer con
Según el Arzobispo compostelano: «Jesús pide un acto de Fe en Dios. Y un creer en Jesús lleva a creer en lo que Él dice. Creer en Dios y creer en su palabra es una sola cosa. El creyente ha de mostrar que su fe es razonable y creíble. En muchos casos se tiene una fe carente de contenido y que no tendría objeto en el doble sentido de la palabra. Hay que tener en cuenta que la Fe es siempre acto de fe y relación de confianza en Dios. El creyente no puede responder en el acto de amor de Dios. Es una declaración de amor. Y conduce a la palabra que el hombre dirige a Dios».
«Sin oración le falta aire a la Fe, no es posible un acto de fe sin oración. La oración es expresión de existencia agradecida, un ponerse en Sus manos para recibir de un modo renovado la existencia».
«Uno de los síntomas de la crisis de Fe en que nos encontramos es la disminución de la asistencia a la celebración litúrgica. Sin oración y sin sacramentos la fe languidece. La fe nace de la predicación».
«La fe no puede limitarse a unos cuantos momentos exultantes de la existencia sino que supone siempre una profunda conversión que abarca toda la existencia. El creyente vive en el mundo de Dios viviendo en el mundo de sí mismo».
«La fe se torna necesariamente acción. Tiene que acreditarse en el servicio concreto del prójimo. El creyente tiene comprometerse por la justicia, y la paz. La caridad sin fe sería un sentimiento constante a la merced de la duda.»
«La fe no es solo acción, y menos activismo. Es tranquilidad y paz en Dios. Se puede adaptar en todo. Pero le importa que en todo Dios sea glorificado», concluyó Mons. Barrio Barrio.
Por su parte el director del instituto, D. José Fernández Lago, señaló en la presentación que «no podemos conformarnos con la fe que recibimos de niños, pues la fe crece y se fortalece creyendo. A la tendencia actual de progreso se llega cuando ponemos empeño en transmitir la Fe. Debemos considerar la obra salvadora de Cristo dentro de la preocupación de toda la Trinidad por el hombre. La Fe bíblica no se puede reducir a la esperanza de que el Padre nos va a salvar por los méritos de Cristo. Si queremos sintetizar lo que es la fe hay que tener en cuenta sus contenidos y abrir el corazón al mensaje de Cristo. Los contenidos de la Fe hay que profundizarlos. Estas jornadas tienen como objetivo profundizar en los elementos conceptual, vivencial y celebrativo de la Fe. Mente y corazón, inteligencia y voluntad van haciendo propio lo que Dios nos da, de manera que hagan de nosotros unos verdaderos hombre de Fe, caminando por la senda de la fe, rumbo a la vida eterna en donde la Fe dejará lugar al propio Dios».
Hubo una alteración en el programa por razones de agenda del Cardenal Antonio Cañizares siendo la primera conferencia la del Prof. Janusz Lekan, profesor de la Univ. Católica «Juan Pablo II» de Lublín y quedando la del purpurado para la clausura el próximo jueves.
«María, testigo y modelo de la Fe»
El Profesor Lekan recordó al inicio de su intervención la frase de su paisano, el Beato Papa Juan Pablo II, quien decía que España es Tierra de María. Y por eso para él su conferencia «María, testigo y modelo de la Fe» fue un motivo de alegría.
La ponencia del Profesor Lekan partió del número 13 de la carta apostólica «Porta Fidei» donde el Papa Benedicto XVI expone el recorrido histórico de la fe que deberíamos caminar para poder entender la importancia de nuestra Fe en el plan salvífico de Dios. «El Papa hace hincapié en que solamente a luz de la persona de Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, se puede comprender plenamente la vida de fe de cualquier hombre. Esto atañe también la Virgen, Madre de Dios, la cual el Papa, no sin razón, pone como el primero y más acabado modelo de fe».
«Es importante explicar ¿qué es creer? La Fe es un encuentro personal entre Dios y el hombre, donde Dios se entrega como un don de acuerdo con el fin último, que en el caso de la Virgen es la Encarnación y la salvación de todo el género humano. En el caso de María su absoluta fidelidad hacia Dios se transformó en un acto de total abandono, hecho no una vez para siempre sino repetido continuamente».
«María es para nosotros la testigo más fidedigna de la fe. En Nazaret ha tenido lugar el más grande y el más importante acto de fe en la historia de la humanidad. La Virgen ha recibido y aceptado el don de Dios al creer con la totalidad de su libertad. La escena de la Asunción nos muestra que la fe es un diálogo, muy cercano, muy personal, cara a cara».
Para el catedrático polaco «el sí de María tiene un carácter esponsal: es un fiat de la Esposa al Esposo dado con toda libertad. El FIAT de María fue un acto totalmente libre, incluso el primer acto de la verdadera libertad que tuvo lugar en la historia de la humanidad».
«Vemos a María como modelo de fe. ¿Qué podemos aprender de la fe de la Virgen? Primero la importancia de la fe en nuestra vida. La gracia y la fe son dos pilares de nuestra salvación, siendo ambos dones de Dios. María con su fe, nos enseña que la fe es, al mismo tiempo, un acto personal y comunitario. Hay que creer personalmente pero siempre en la comunidad de la Iglesia».
«La fe de la Virgen tiene para nosotros también unas implicaciones ascéticas. San Agustín dijo que maría creyó, y lo que Ella creyó, se realizó en Ella. También nosotros creemos que lo que sirvió a Ella, también a nosotros servirá al cumplir nuestra vocación. Contemplar la fe de la Virgen nos lleva a renovar nuestro acto de Fe y a acercarnos a Dios. Dios quiere santificarnos, en otras palabras, edificar en nosotros y hacer de nosotros un templo santo. En este proceso es muy importante nuestro diálogo con Dios: nuestra oración. Es el tiempo de nuestro fiat. El hombre no puede vivir y realizarse sin decir Amén (Sí) a alguien o a algo. Pero qué diferencia hay entre el Amén pagano y el Amén cristiano. En este último caso está expresado no la fría necesidad, sino el Amor».
Por la tarde fueron las intervenciones de los Profesores D. Ramón López Vázquez, D. Juan Alonso García y D. Agustín Udías Vallina.
Gaudium Press / José Alberto Rugeles
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