Santiago de Compostela (Viernes, 07-09-2012, Gaudium Press) Con las intervenciones del Cardenal D. Antonio Cañizarez Llovera, del Embajador Francisco Vázquez Vázquez y del Arzobispo metropolitano de Santiago de Compostela D. Julián Barrio Barrio se clausuraron ayer en Santiago de Compostela las XIII Jornadas de Teología del Instituto Teológico Compostelano que dirige D. José Gómez Lago.
En la mañana los profesores Rvdo. D. José Antonio Galindo Rodrígo, D. Leonardo Rodríguez Duplá y D. José Angel Cordovilla Pérez tuvieron a su cargo las conferencias sobre cómo vivir la fe: «Necesidad de una fe responsable», con los títulos «La experiencia del mal y el silencio de Dios», «Dignidad de la Fe y coherencia de vida» y «Teología y responsabilidad social de la fe».
El Embajador Vázquez Vázquez comenzó su intervención recordando su paso por la Embajada de España junto a la Santa Sede y su experiencia en la Città Eterna. Su conferencia con el título de «La vivencia de la fe en la vida pública» tuvo como base los documentos Motu Propio de Juan Pablo II sobre Santo Tomás Moro en el año 2000, la Nota Doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política del año 2002 y la Encíclica Evangelium Vitae del Beato Juan Pablo II.
El ex-Embajador ante la Santa Sede se refirió largamente a la figura de Santo Tomás Moro, patrono de los gobernantes y políticos católicos, y cómo éste prefirió ser coherente con su Fe y perder de la vida antes de ceder en materia de sus principios. Con agilidad y demostrando conocer ampliamente el tema D. Paco Vázquez no dudó en afirmar que «el político no puede construir su discurso diciendo lo que en cada momento más le pueda gustar a sus electores». También se refirió críticamente al relativismo absoluto que lleva al hombre a quedar a merced de cualquiera. Y reiteró que «es necesario a veces denunciar lo que es políticamente incorrecto». «Nunca -observó- he compartido la tesis de que todo vale o lo que es peor la de considerar de que todos políticamente somos iguales».
El Embajador dio los testimonios de D. Miguel Delibis que con un famoso artículo y dando un testimonio público de su Fe defendía con argumentos objetivos el Derecho a la vida y el del Ex-presidente de Uruguay Dr. Tabaré Vázquez quien vetó el proyecto de la ley del aborto, a pesar de ser socialista y agnóstico.
Afirmó además «una obviedad que es necesario recordar para poner punto en boca de algunos: la trayectoria de la Iglesia española en defensa de los libertades es irreprochable, con el valor añadido de que no se le puede imputar el menor atisbo de injerencia institucional en la vida política más allá de los que constituye un derecho y un deber para la Iglesia, como lo es el de pronunciar juicios morales sobre las realidades temporales cuando así lo exija la Fe y la ley moral».
Intervención del Cardenal Cañizares
El Card. Cañizares (a la der.) resaltó la repercusión de la realidad intra-eclesial en la sociedad |
El Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Card. Antonio Cañizares Llovera, se explayó a respecto del tema que le fue solicitado: «La celebración de la fe en los sacramentos según el Catecismo de la Iglesia Católica». Para el Cardenal Cañizares fue una alegría grande «venir a Santiago de Compostela, venir como peregrino, porque como peregrino he venido, para rezar ante el Apóstol y fortalecer la Fe ante el Apóstol y ante su testimonio. Por eso doy las gracias de que me hayan invitado a participar de estas Jornadas y les felicito por llegar ya al año décimo tercero».
El Cardenal recordó que «estamos en el umbral del año de la Fe que es un desafío así como en los umbrales de los 50 años del Vaticano II y los 20 años de la publicación del Catecismo.» y ofreció unas claves sobre el Catecismo de la Iglesia y lo que éste dice sobre los sacramentos.
Recordó el Prefecto que lo que sea la Iglesia tiene una repercusión total en lo que es la sociedad. Y sentenció sin dudarlo que: «lo más importante que puede ocurrir en estos momentos para el futuro de la sociedad es la celebración de la Eucaristía, y si no somos conscientes nosotros de esto mismo, entonces la celebración de la Eucaristía carecerá de la plenitud de sentido que le corresponde».
Para el Cardenal la publicación del Catecismo tal vez haya sido el acontecimiento más importante después de la realización del Concilio por su vinculación con el Vaticano II y recordó que no es una casualidad que se convoque el Año de la Fe coincidiendo con los 50 años del Concilio, con los 20 años de la publicación del Catecismo y con el inicio de un Sínodo sobre la Nueva Evangelización.
D. Antonio Cañizares afirmó que «algunos contrapusieron al publicarse y aún contraponen el Catecismo al Concilio Vaticano II, cuando el Catecismo es el mejor y más fiel de sus frutos. El Catecismo es inseparable del Concilio y el Concilio no se entiende sino es con el Catecismo. El Vaticano II no se explica si no es dentro de la tradición de la Iglesia, dentro de la Fe de la Iglesia, y de lo que la Iglesia propone a sus fieles y a los hombres como lo que es genuino de su vida y de esa Tradición».
Insistió el Cardenal en que debemos tener presente que no hay futuro, clarísimamente, si no se aplica lo enseñado en la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Liturgia y añadió, recordando palabras del Papa Juan Pablo II que: «para llevar a cabo la renovación es imprescindible leer el Concilio integralmente e interpretarlo auténticamente y así aplicarlo valientemente. No podemos olvidar las palabras del Papa Benedicto XVI pocos meses después de ser elegido Papa en el saludo de Navidad de la Curia Romana. Hablaba del Vaticano II y nos hablaba en concreto del que el Vaticano II hay que interpretarlo dentro una hermenéutica de la continuidad. En esa hermenéutica de la continuidad tenemos el Catecismo de la Iglesia Católica. Por eso en estos momentos nosotros si queremos aplicar el Vaticano II que es en donde está el futuro mismo de la Iglesia, el servicio y futuro de la Iglesia a la sociedad, habremos de recurrir también al Catecismo de la Iglesia Católica».
Para el Cardenal Prefecto del Culto Divino «uno de los fracasos de nuestra situación actual es que no concebimos la formación de los cristianos como una auténtica iniciación cristiana».
«El Concilio -añadió el Purpurado- muestra con toda nitidez la verdad de la renovación de la Iglesia que, como todo en ella, es obra de Dios, iniciativa de Dios, fruto de su gracia. No hacemos nosotros la Iglesia, la hace Dios. Y quizás uno de los errores que podemos tener es preocuparnos de las programaciones que nosotros hacemos en lugar de ver que es lo que Dios está llevando a cabo».
«El Catecismo de la Iglesia Católica es instrumento de comunión eclesial al servicio de las iglesias particulares» y «en el origen del Catecismo de la Iglesia Católica está la preocupación por la comunión eclesial» recordó el Cardenal Cañizares, concluyendo que es la «comunión sin la cual no hay evangelización».
Para el Cardenal Cañizares no es casual que el primer documento del Vaticano II fue la Constitución Sacrosanctum Concilium, y «todo el conjunto del Vaticano II no se entiende si no es precisamente desde la Constitución Sacrosanctum Concilium. Yo suelo repetirlo muchas veces, si queremos una Iglesia que sea fermento de transformación, signo de reconciliación, acción para una renovación de nuestro mundo como pide la Gaudium et Spes, esto no es posible, sin la Sacrosanctum Concilium, no es posible sencillamente, sin la liturgia, sin la celebración de los sacramentos, sin la acción de Dios en los sacramentos».
«Cuando se abusa de la Eucaristía no solo se está haciendo una cosa irregular, sino que se está desfigurando la Fe, se está desfigurando la comunión con la Iglesia y esa Fe y esa comunión con la Iglesia son los únicos vehículos, a través de los cuales tenemos acceso a la verdadera vida en Cristo, a ser en Cristo verdaderamente». «Y el principal abuso que está cometiéndose actualmente es la rutinización de la Eucaristía».
«Por otra parte hay que reconocer que no es casual que actualmente el movimiento que más crece es la Adoración Perpetua y es el más numeroso, es porque Dios así lo quiere».
«Yo invito -concluyó el Cardenal Cañizares Llovera- a que verdaderamente conozcamos lo que es el Concilio Vaticano II a través del Catecismo como propuesta de la Fe, para alimentar la Fe, para transmitirla y para hacer presente esa realidad nueva, esa Iglesia nueva renovada conforme el Espíritu del Señor».
Clausura a cargo de Mons. Julián Barrio Barrio
Las palabras de la clausura de las Jornadas corrieron a cargo del Arzobispo de Santiago Don Julián Barrio Barrio que señaló la importancia de la temática tratada por los diversos ponentes. «Las jornadas han terminado, empieza ahora el testimonio de las mismas». Y citando un poeta gallego señaló que «no podemos comer el pan de la memoria para que el tiempo nos ahonde en el olvido». «La Iglesia no puede retrotraerse convirtiéndose en un gueto. Una interpretación de los signos de los tiempos presupone que no se puede descartar totalmente las corrientes del presente, ni identificarse con la forma de vida imperante, sino que debe mantenerse una prudente distancia.
«Ante los signos de los tiempos necesitamos criterios a la luz del Evangelio que nos ayuden a interpretar y comprender el presente. Esto es válido, tanto para la comprensión del mundo en que vivimos, como para nuestro propio peregrinaje vital. En este contexto entra en escena la pregunta por los contenidos de nuestra Fe. El conocimiento de estos contenidos es imprescindible para la propia adhesión a la Fe y para su transmisión. La proclamación de la Fe necesita de la Escritura y de la Tradición de la Iglesia como fuente de nuestra Fe católica».
Luego señaló el Arzobispo de Santiago que «sin el conocimiento de los contenidos de la Fe no puede haber ningún asentimiento libre. Necesitamos ese conocimiento sobre nuestra Fe, un vocabulario, y lo que podríamos denominar una gramática de la Fe para interpretar nuestro presente a la luz del Evangelio. Es bueno recorrer la geografía, la genealogía y la historia de nuestra Fe».
Y concluyo Mons. Julián Barrio Barrio que «convencido de que serán testigos de la Fe, confesándola con el lenguaje de la Iglesia, celebrándola y viviéndola, les agradezco profundamente sus aportaciones en estas Jornadas, y les deseo la gracia y paz de parte de Dios por intercesión de nuestro Apóstol Santiago».
Gaudium Press / José Alberto Rugeles
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