Lahore (Jueves, 06-09-2012, Gaudium Press) La ola de violencia contra los cristianos, en Pakistán, continúa. Son víctimas de abusos perpetrados en nombre de la ley sobre la blasfemia o de violencias sexuales según una lógica que considera a las jóvenes de la minoría religiosa como meros objetos de placer personal.
Mientras aún están en el aire los ecos del caso de Rimsha Masih, (la adolescente con problemas mentales acusada falsamente de haber violado la «ley negra»), una noticia vehiculada el lunes pasado da muestra de que, a fines de agosto, una niña fue violentada sin piedad y abandonada desmayada.
El día 25 de agosto, Allah Rakhi, de 10 años, natural de Yousafabad, Faisalabad, que pertenece a una familia cristiana muy pobre fue violentada por un comerciante musulmán. Fuentes locales cuentan que la policía inició una investigación y habría detenido al hombre, en el mismo día del estupro.
El padre de la niña, Sarfraz Masih, fue entrevistado por la agencia AsiaNews y afirmó: «somos personas pobres y no somos capaces de luchar contra esos ricos». Él confirma «las repetidas amenazas» que recibió, pero promete luchar en búsqueda de la justicia y asegura que «no volverá atrás, ni ante de las amenazas». Por razones de seguridad, él escondió a su hija, que aún se encuentra en condiciones «críticas».
El Padre Khalid Rashid Asi, Vicario General de la Diócesis de Faisalabad intervino en el episodio y, según él, «por falta de justicia, en Pakistán, los ricos y los potentes piensan que pueden hacer semejantes cosas sin ser punidos». Eso ocurre frecuentemente.
El Padre Khalid agregó que si éste crimen tuviese como víctima una niña musulmana, «con mucha probabilidad ellos habrían quemado todas las casas cristianas de la región».
La ley debe ser igual para todos, concluye el sacerdote, y «los culpables deben ser punidos».
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