Beirut (Domingo, 16-09-2012, Gaudium Press) En la tarde del domingo el Papa dejó el Líbano después de tres días de visita al país, una «estadía muy breve».
Antes de despedirse en el Aeropuerto Internacional Rafiq Hariri, el Papa paró, fuera del programa, en las monjas carmelitas para bendecir la primera piedra para un nuevo monasterio. Benedicto XVI fue recibido por la madre superiora que tiene 90 años.
Foto: Radio Vaticana |
Fue un viaje caluroso, no solamente por la temperatura en Beirut, que llegaba a 30°, sino principalmente por la «recepción maravillosa» que ofrecieron los libaneses. El balance es «absolutamente positivo» de estos «días históricos», dijo el Padre Lombardi a los periodistas en el centro para la prensa de Beirut.
«El Papa hizo su servicio por el Líbano y por su armonía, la convivencia entre componentes diversos, la paz. Fue un peregrino de paz – resaltó el portavoz vaticano – Fue bien recibido y bien comprendido por todos. Hubo una atmósfera de paz como sentimos a través de las noticias. El Papa llevó palabras de esperanza y esperamos que sean oídas también fuera del Líbano porque era un mensaje dirigido a toda la región. Esperamos que sus palabras traigan frutos de paz».
«Hubo momentos más oficiales, otros más íntimos, momentos de alta densidad religiosa y fervorosa oración, y otros también marcados por el entusiasmo de la juventud». Benedicto XVI también recordó los momentos en la Biblia en el cual se habla sobre el Líbano. «Dentro del edificio el cedro era esculpido de coloquíntidas y flores abiertas» (cfr 1 Reyes 6, 18). El Líbano estaba presente en el Santo y en el Santo de los Santos, en el Santuario de Dios.
En el discurso de la ceremonia de despedida el Papa repitió los augurios para el Líbano de «un rico y bello mosaico» que sea un país pacífico y próximo de Dios. «¡Pueda el Líbano de hoy – deseó – sus habitantes, continuar estando presentes en el Santuario de Dios! Pueda el Líbano continuar siendo un espacio donde hombres y mujeres vivan en armonía y paz unos con otros, para dar al mundo, no solo el testimonio de la existencia de Dios, sino también de la comunión entre los hombres, cualquiera sea su sensibilidad política, comunitaria y religiosa».
En las últimas palabras el Papa reafirmó su proximidad espiritual con el país e hizo votos de todo bien necesario. «Rezo a Dios por el Líbano, para que viva en paz y resista con coraje a todo lo que podría destruirla o amenazarla». Benedicto XVI saludó a los libaneses en árabe: «Lè yo barèk al-Rab jami’a kôm!» (¡Dios os bendiga a todos!).
El presidente Suleiman habló en privado con el Santo Padre en presencia de su esposa y otras autoridades políticas. La ceremonia de despedida tuvo un carácter oficial con honores militares.
Fue un viaje rico en mensajes y emociones, aunque el programa haya tenido pocos encuentros. Benedicto XVI dejó principalmente un aliento a seguir el empeño por la paz y fraternidad en el Líbano para llevarlas a todo Oriente Medio.
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