viernes, 22 de noviembre de 2024
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"Seguir a Jesús significa tomar la propia cruz para acompañarlo en su camino", recordó el Papa en la Misa en Beirut el domingo

Beirut (Martes, 17-09-2012, Gaudium Press) La Misa solemne de la mañana del domingo en el Beirut City Center Waterfront, con la entrega de la exhortación apostólica «Ecclesia in Medio Oriente», fue el momento auge del viaje del Papa Benedicto XVI al Líbano. Un viaje, en la organización, pensado solamente como pastoral en un nuevo contexto de la primavera árabe, trae un fuerte mensaje también para la política. «Seguir a Jesús significa tomar la propia cruz para acompañarlo en su camino, un camino incómodo que no es el del poder ni de la gloria terrenal, sino lo que lleva necesariamente a renunciar a sí mismo, a perder su vida por Cristo y por el Evangelio, a fin de salvarla», dijo el Santo Padre a las 350 mil personas venidas del Líbano y de países vecinos, y también de Siria, en pleno conflicto. Fue la única misa pública presidida por el Papa en el viaje de tres días al Líbano, concelebrada por 300 obispos de todo Oriente Medio.

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Una numerosísima participación en la mañana plena de sol, calor y entusiasmo confirmaron el amor y la espera por el Sucesor de Pedro en el Líbano, pero también en todo Oriente Medio. Confirmaron la unidad de convivio característico del país. El Pontífice, de 85 años, a pesar del cansancio por el viaje, estaba siempre sonriente y contento. Las primeras personas en Waterfront comenzaron a llegar alrededor de la medianoche del sábado para tomar un lugar más cerca del altar. A todos los peregrinos fue distribuida una gorra blanca para protegerse del sol. También las autoridades políticas expresaron un grande y profundo respeto y honra al Papa. El presidente Suleiman, un cristiano maronita, participó de todas las celebraciones públicas con el Papa: del encuentro de oración con los jóvenes y de la Santa Misa de esta mañana, comulgando de las manos del Pontífice. El prefecto de Beirut, a su vez, entregó las llaves de la ciudad a Benedicto XVI.

«El camino por donde Jesús nos quiere conducir es un camino de esperanza para todos», dijo el Papa en la homilía sobre el Evangelio de hoy, Mc 8,29. «Todavía hoy – observó – como a lo largo de los siglos, aquellos que, de diversas maneras, se cruzaron con Jesús en su camino tienen su respuesta para dar. Son abordajes que pueden ayudar a encontrar el camino de la verdad. Pero los mismos, aunque no sean necesariamente falsos, son insuficientes, porque no alcanzan el núcleo de la identidad de Jesús. Solo alguien que acepte seguir su camino, vivir en comunión con Él en la comunidad de los discípulos, es que puede tener un verdadero conocimiento». La respuesta de Pedro que Jesús era el Mesías es «correcta», pero «insuficiente». Por tanto, el Señor siente la necesidad de especificarla. «Jesús quiere hacerles comprender – explicó el Santo Padre – quién Él es verdaderamente. Un Mesías sufridor, un Mesías siervo, y no un liberador político omnipotente. Él es el Siervo obediente a la voluntad de su Padre hasta el punto de perder su vida. Es lo que anunciaba ya el profeta Isaías en la primera lectura. Así Jesús va contra lo que muchos esperaban de Él. Su afirmación choca y desconcierta. ¡Y se oye la protesta de Pedro, que lo censura, rechazando para su Maestro el sufrimiento y la muerte! Jesús se muestra severo con él, y le hace comprender que aquel que quiera ser su discípulo debe aceptar ser siervo, como Él se hizo Siervo».

Servir hace parte de la identidad de los discípulos de Cristo

A los presentes, Benedicto XVI recordó que hoy el servicio también es un «elemento constitutivo de la identidad de los discípulos de Cristo». Es la vocación de la Iglesia y del cristiano servir; «y hacerlo, como el propio Señor, gratuitamente y a todos sin distinción. ¡Así, servir a la justicia y la paz, en un mundo donde la violencia no cesa de alargar su rastro de muerte y destrucción, es una urgencia de modo a comprometerse en pro de una sociedad fraterna, para edificar la comunión!», resaltó el Papa.

En el pensamiento del Pontífice volvió una vez más la difícil situación de Oriente Medio. «Amados hermanos y hermanas, pido al Señor de modo particular -afirmó- que conceda a esta región de Medio Oriente servidores de la paz y la reconciliación, para que todos puedan vivir pacífica y dignamente». Invitó nuevamente a los cristianos a prestar un testimonio de trabajar por la paz, «cada cual a su nivel y en el lugar donde se encuentra». «Además el servicio debe estar en el centro de la vida de la propia comunidad cristiana», «unos en relación a los otros, especialmente a través de un compromiso efectivo a favor de los más pobres, los marginalizados, de aquellos que sufren, para que sea preservada la dignidad inalienable de toda persona».

Al final de la Santa Misa el Papa entregó de modo simbólico la exhortación apostólica post-sinodal «Ecclesia en Oriente Medio» a todo el Oriente Medio, ofreciendo las copias a los patriarcas, a los presidentes de las Conferencias episcopales de Turquía e Irán, y a algunos fieles. La entrega con la cual inicia «su estudio y su apropiación», para que «cada uno encuentre una alegría nueva en llevar adelante la propia misión».

Benedicto XVI dijo: «Espero que esta Exhortación sea una guía para avanzar en los caminos multiformes y complejos por donde Cristo os precede. ¡Pueda la comunión en la fe, esperanza y caridad ser reforzada en vuestros países y en cada comunidad para dar credibilidad al testimonio que prestáis al único que es Santo, Dios Uno y Trino, que se hizo próximo de cada hombre!»

Antes de la recitación del Ángelus, volvió al tema de la situación en Oriente Medio. «Vosotros conocéis bien -dijo- la tragedia de los conflictos y de la violencia que genera tantos sufrimientos. ¡Infelizmente, el fragor de las armas se continúa oyendo, así como el grito de las viudas y los huérfanos! La violencia y el odio invaden la vida y las mujeres y los niños son sus primeras víctimas. ¿Por qué tantos horrores? ¿Por qué tantos muertos?» Y luego en respuesta, dirigió un apelo a la comunidad internacional y a los países árabes «¡para que, como hermanos, propongan soluciones practicables que respeten la dignidad de toda persona humana, sus derechos y su religión!»

El Santo Padre repitió en palabras fuertes una invitación-apelo al respeto recíproco. «Quien quiere construir la paz – dijo – debe parar de ver en el otro un mal a ser eliminado. No es fácil ver en el otro una persona a ser respetada y a ser amada, y aún así es preciso hacerlo, si se quiere construir la paz, si se quiere la fraternidad (cfr 1 Jo 2,10-11; 1 Pt 3,8-12)».

Bajo el signo de la paz, terminó el 24° viaje internacional de Benedicto XVI que lo llevó al Líbano.

 

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