viernes, 22 de noviembre de 2024
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El conocimiento de Dios según la Suma contra los Gentiles de Santo Tomás de Aquino

Redacción (Miércoles, 19-09-2012, Gaudium Press) En la Suma Contra los Gentiles, Santo Tomás de Aquino explica que hay tres modos por los cuales el hombre puede conocer las cosas divinas. El Aquinate, como buen conocedor de la psicología humana [1], recuerda el principio de que el alma humana tiende naturalmente a Dios. Siendo así, él mostrará los tres conocimientos del hombre referentes a las cosas divinas: «el primero, en cómo el hombre mediante la luz natural de la razón y las criaturas sube hasta el conocimiento de Dios; el segundo, cómo la verdad divina que excede el intelecto humano, desciende hasta nosotros por la revelación, no para ser vista como por demostración, sino para ser creída como pronunciada por palabras; el tercero, cómo la mente humana es elevada a la perfecta intuición de las cosas reveladas» [2].

Como el hombre mediante la luz natural de la razón y por las criaturas sube hasta el conocimiento de Dios

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Santo Tomás de Aquino

Primeramente el hombre mediante la luz natural de la razón y por las criaturas obtiene el conocimiento de Dios. En otro trecho de la Suma contra los Gentiles, el autor hace una analogía entre Dios y el arte al afirmar que «por la meditación sobre las obras podemos admirar de algún modo y considerar la sabiduría divina: las cosas realizadas por el arte son representativas del arte, porque son realizadas a su semejanza» [3]. De modo que podemos sacar de ahí una metáfora interesante que puede ejemplificar un poco cómo el hombre conoce a Dios por la luz natural de la razón y por sus obras. Cuando vemos un bello cuadro de arte, pintado minuciosamente en sus más bellos detalles y aspectos, vemos en esa bella pintura todos los trazos producidos por el artista y entrevemos un poco cómo es la psicología del pintor. Pero jamás podremos decir que no hubo un autor que la haya hecho. Es lo que sucede con el mundo creado. Porque él refleja algo de su Autor, y por eso Santo Tomás afirma: «Ahora Dios, por su sabiduría, dio el ser a las cosas, razón por qué es dicho: Todo hiciste con sabiduría (Sl 103,24). De ahí podemos, por la consideración de las obras, recoger la sabiduría divina, que está como reflejada en las criaturas por cierta comunicación de su semejanza» [4]. Si volvemos nuevamente los ojos para nuestra metáfora, podemos sacar otra idea que es la siguiente: Si el artista produjo una magnífica obra es porque su capacidad tiene que ser tenida como superior a las cosas que él hace [5], es lo que dice el libro de la sabiduría: «Si se quedan admirados (los filósofos) de su potencia y de sus obras (esto es, del cielo, de las estrellas y de los elementos del mundo) comprendan que quien las hizo es más poderoso que ellas» (Sb 13,4). Así notamos como Dios creó de tal manera el universo dejando al hombre vestigios para que éste pudiese contemplar los inefables reflejos de su Autor. Veamos como Santo Tomás nos explica eso:

Como, entretanto, el bien perfecto del hombre consiste en conocer a Dios de algún modo, y para que una tan noble criatura no fuese considerada totalmente vana por no poder alcanzar su fin, le fue dado un camino por el cual pudiese elevarse al conocimiento de Dios, a saber: como todas las perfecciones de las cosas descienden de Dios ordenadamente, de Dios que es el vértice supremo de todas ellas, también el hombre, partiendo de las cosas inferiores y subiendo gradualmente, debe progresar en el conocimiento de Dios, pues también en los movimientos corpóreos hay camino por el cual se desciende y el camino por el cual se sube, distintos en razón del principio y del fin [6].

De modo que a través de los objetos sensibles que nos circundan, podemos subir gradualmente hasta Dios. Por eso la esencia de las cosas es lo que primeramente conocemos y por medio de ella llegamos hasta nuestro Autor y fin último. Sin embargo, Santo Tomás nos dice que hay otros dos modos en el cual el hombre conoce a las cosas divinas, pasemos para el segundo.

La verdad divina que excede el intelecto humano, desciende hasta nosotros por la revelación, no para ser vista como por demostración, sino para ser creída como pronunciada por palabras

Conocemos a las cosas divinas, como la verdad divina que excede el intelecto humano, desciende hasta nosotros por la revelación, no para ser vista como por demostración, sino para ser creída como pronunciada por palabras [7]. Pues conocemos a Dios por intermedio de su obra, pero no lo conocemos enteramente. He aquí lo que dice Santo Tomás respecto a las palabras de Job «Con efecto, cuando Job dice: esto que fue dicho es una parte de sus caminos (Job 26,14), se refiere a aquel conocimiento por el cual nuestro intelecto sube al conocimiento de Dios por las vías de las criaturas. Y porque conocemos esas vías imperfectamente, con acierto Jon agrega: es una parte» [8]. Continúa Santo Tomás: «Como también dice San Pablo a los Corintios: Conocemos, ahora, en parte (1Cor 13,9). Y San Pablo continúa: Y si apenas oímos una pequeña gota de sus palabras, el Apóstol se refiere al segundo conocimiento, mientras las cosas divinas nos son reveladas para ser creídas como por medio de palabras». [9] De manera que parece obvio que si todo el universo creado proviene de las manos de un único Ser, es imposible que éste no esté, de alguna forma en contacto con su Autor. Entretanto lo contrario se da. El Creador del cielo y de la tierra dejó no solamente una obra visible, en la cual por la simple luz natural de la razón el hombre llegase hasta él, sino que reveló también a los hombres quién Él es. Y por eso Él quiso como que una contribución de los hombres, o sea, que ellos creyesen en su revelación. La doctrina de la Iglesia Católica nos explica bien al afirmar «creemos por causa de la autoridad de Dios que revela y que no puede ni engañarse ni engañarnos» [10]. Y el Magisterio de la Iglesia explicita: «Para que el obsequio de nuestra fe fuese conforme a la razón, quiso Dios que los auxilios interiores del Espíritu Santo fuesen acompañados de las pruebas exteriores de la revelación» [11]. En el Catecismo de la Iglesia católica, encontramos un trecho, en el cual se explica este punto teniendo como base el punto de vista tomista: «Sin duda, las verdades reveladas pueden parecer oscuras a la razón y a la experiencia humanas, pero, como dice Santo Tomás, la seguridad dada por la luz divina es mayor que la que es dada por la luz de la razón natural (S. Th. II-II, q. 171 a.5 obj.3)» [12].

Cómo la mente humana es elevada a la perfecta intuición de las cosas reveladas

Nos resta ahora el último punto, en que la mente humana es elevada a la perfecta intuición de las cosas reveladas [13]. Siguiendo el camino trillado por Tomás, vimos que la verdad revelada referente a las cosas divinas no es propuesta para ser vista, sino para ser creída. No obstante, por el hecho del conocimiento imperfecto provenir de aquel conocimiento perfecto, en el cual la verdad divina es vista en sí misma, mientras nos es revelada por Dios por medio de sus ángeles. Y por el hecho de no sernos revelado todo el misterio visto en la primera verdad, conocido por los ángeles y por los bienaventurados, pues de ellos pocos misterios nos son revelados, por eso agrega Job en sus palabras Pequeña (palabras, comentadas por Santo Tomás en la Suma Contra los Gentiles referentes a Job 26,14 [14]), también esas pocas cosas que nos son reveladas, nos son propuestas por semejanzas y palabras veladas [15]. De modo que es a través de las cosas reveladas que intuiremos de modo más perfecto a Dios y lo comprenderemos más a Él, pues nuestro fin último es alabar, amar y servir a Dios sobre todas las cosas, como consta en el Evangelio de San Lucas: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas y con todo tu pensamiento» (Lc 10, 27).

Conclusión

Santo Tomás demuestra que el intelecto humano no es capaz de conocer las substancias inmateriales creadas, o sea, los ángeles, las almas, etc… Ahora si el intelecto no puede adquirir ese conocimiento en la vida presente, ¿cómo conocerá a Dios que es la suma inmaterialidad? El Doctor Angélico entonces explicó que para que lleguemos al conocimiento de Dios precisamos del intermedio de las criaturas, pues, conocemos primeramente la esencia de las cosas materiales y es a partir de ellas que llegamos al conocimiento del Creador. Entretanto, ese conocimiento exclusivo de las cosas que nos circundan (v.gr. el mundo sensible, el universo), no son suficientes para adquirir un conocimiento más profundo de Dios. Por eso él se refiere a la necesidad de que exista una Revelación en la cual el propio Dios entra en contacto con nosotros a través de la revelación, que precisa ser creída por nosotros, y por medio de ésta llegamos a la intuición de ese Ser que es nuestro Creador.

Por Michel Six

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[1] Cf Conferencia de Mons. João Scognamiglio Clá Dias, en el Instituto Teológico São Tomás de Aquino. São Paulo. 18 set. 2006.
[2] AQUINO Tomás de. Suma Contra los Gentiles. Vol. II. Livro IV. Cap. I
[3] Suma contra los Gentiles, 1. II, c II
[4] Idem, 1. II, c II
[5] Idem, 1. II, c II p 173
[6] Suma contra los Gentiles, Vol. II. Livro IV. Cap. I
[7] Idem, 1. II, c II
[8] Suma contra los Gentiles, 1. II, c II
[9] Idem, 1. II, c II
[10] Catecismo da Igreja Católica, 2001, p 51 (n° 156)
[11] Apud. Catecismo da Igreja Católica, 2001, p 51 (n°156), Denzinger n° 3009
[12] Idem, 2001, p 52 (N° 157)
[13] Suma contra los Gentiles, 1. II, c II
[14] He aquí, eso que fue dicho es uma parte de sus caminhos, y si apenas oímos una pequena gota de sus palavras, ¿quién podrá compreender los rayos de su poder? (Job 26, 14)
[15] Suma contra los Gentiles, 1. II, c II

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