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Redacción (Martes, 25-09-2012, Gaudium Press) A fin de mejorar el entendimiento de la ciencia cotidiana, es necesario tener en cuenta dos características de la ciencia que influyen tremendamente: su reflectividad y su tecnicismo.
Por reflectividad, entendemos el medio de integración de la dimensión de la consciencia en el campo de la ciencia y, a partir de ahí, alcanzando una dimensión filosófica.
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| Foto: Universidad Internacional Menéndez Pelayo |
Por su tecnicismo, la ciencia se distancia de toda la teoría y se torna exclusivamente técnica. Los datos se vuelven lo más importante y en su camino intentan «poseer» las leyes de la naturaleza.
Como la ciencia siempre deseó «transformar» al mundo, está ligada a la humanidad en su acto de ser, en su cuerpo y en su espíritu, tocando actualmente en problemas políticos, éticos y colocando en cuestión la propia humanidad.
Surge entonces un dilema para la humanidad: seguir la mentalidad lógica y técnica de la ciencia, mirando por encima de todas las consideraciones éticas, creando tensiones y conflictos y concentrándose en la expansión y el desarrollo de la «transformación» del mundo; o encontrar una nueva moralidad ética para justificar las nuevas conquistas.
A través de su capacidad de transformar el mundo, la ciencia creó nuevos problemas para la humanidad. Considerada, formalmente, un elemento de unificación, hoy en día se ha vuelto muy polémica debido a los excesos que produjo. Consideremos, por ejemplo, en los actuales problemas y desastres ecológicos.
El futuro del hombre y su existencia parecen encontrarse total e irreparablemente ligados a la ciencia y la tecnología de mañana. Por eso se debe desarrollar una nueva relación con la Fe, que debe ser respetada y alentada.
El conflicto que surge puede ser encontrado al nivel del hombre, de su existencia y de la urgencia de someter la ciencia a los valores morales humanos. Por otro lado, la Fe no debe mostrar un completo desinterés en relación a la ciencia; podrá hasta tornarse una fuerte fuente de inspiración para ayudar a encontrar un sentido de moralidad que hará que se produzcan abundantes frutos de diálogo y unidad en el mundo.
La ambigüedad de la ciencia moderna reside en el hecho de haber contribuido para el progreso de la humanidad, pero que también está en el origen de varias tensiones, aberraciones y desastres.
Cada vez se hace más evidente que no es posible lidiar con el problema del significado de la vida, con cuestiones éticas, y con un sistema de valores, en el contexto de una cultura centrada solo en la ciencia.
Por el P. François Bandet, EP
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