Seattle (Miércoles, 26-09-2012, Gaudium Press) Continuamos la notable entrevista a la Dra. Margaret Larancy, quien desde la investigación en psicología ha descubierto la relación entre la belleza y la salud mental, además de una dimensión muy poco explorada de cómo la contemplación y la admiración de lo bello es una forma real de conocimiento. En esta segunda y última parte, la experta relata más profundamente su ejercicio clínico y reflexiona sobre la importancia de la belleza para la Iglesia en la actualidad.
La primera parte de esta traducción fue publicada por Gaudium Press (ver nota anterior), cuya lectura recomendamos ampliamente.
Recordamos que este texto ha sido traducido del informativo estadounidense National Catholic Register, cuyo texto completo puede ser consultado a través de este enlace.
Trent Beattie: ¿Cómo le ha ayudado la belleza en la práctica clínica?
Dra. Margaret Larancy: Existen muchas maneras en que esto ha sucedido. Primero, mi propia experiencia de la belleza en el encuentro terapéutico es una gran ayuda. Trae alegría a mi trabajo e incrementa mi capacidad de acompañar al otro e introducirlo a la belleza. El terapeuta necesita ser receptivo a la belleza si va a introducir a un paciente a esta cualidad.
Para muchas personas en busca de psicoterapia, es más difícil para ellos ver su propia belleza. Cuando yo percibo su belleza – no en una forma superficial, o física, sino en un sentido más profundo y personal – estoy presentando a mis pacientes esta cualidad en ellos mismos.
Además, al experimentar la belleza en mis pacientes, mi esperanza es alimentada y puedo permanecer abierta al misterio de la persona sin enfocarme sólo en problemas, síntomas y diagnósticos, incluso cuando estás cosas no pueden ser pasadas por alto.
Usar experiencias espontáneas de belleza en la vida de los pacientes puede ser muy poderoso, hablando terapéuticamente. Una vez, una persona que sufría ansiedad llegó a mi oficina con una inusual buena perspectiva. Ella había estado fuera, donde los árboles comenzaban a florecer, y había sido tomada por la belleza que estaba ante ella. La belleza natural sirvió no sólo como una distracción, sino como el camino de entrada a algo inherentemente atractivo, y sus propias preocupaciones disminuyeron. Esto sirvió de palanca para nuestro trabajo, algo comenzó a construirse.
Más allá de mi experiencia personal, hay estudios empíricos que muestran que la exposición a la belleza natural y artística tiene un efecto saludable sobre la salud mental. Esto puede ser aprovechado al establecer el espacio de trabajo.
Tener zonas verdes cerca de la oficina o plantas dentro puede ser útil, como también lo es el material positivo de lectura en la sala de espera. Creo que es valioso considerar verdaderamente qué tipo de revistas o libros son puestas a disposición de los pacientes. ¿Son solo los magazines «del montón» que a menudo promueven una belleza engañosa y la fealdad? Los libros de arte de calidad podrían ser expuestos, por ejemplo.
La música es otro ejemplo de algo que puede tener un efecto positivo o negativo sobre la gente, así que el psicoterapeuta puede preguntar el mismo tipo de cosas sobre la música que las que evalúa en el material de lectura: ¿Esto podría ayudar o herir a mis pacientes? ¿La música es desenfrenada o sentimental o frecuentemente interrumpida por la publicidad? Mucha de la música clásica puede impactar el ánimo positivamente y ayudar a la persona a salir de su confusión interior, dándole una sensación de orden y de paz.
El arte visual expuesto en el lugar de trabajo es otra oportunidad de educar a los pacientes hacia la belleza, de forma que un cuidado apropiado debe tenerse para seleccionar obras que sean dignas de ser vistas y que promuevan una experiencia curativa.
TB: ¿Cuándo se convierte la belleza en vanidad?
ML: La belleza se torna en vanidad cuando sólo apunta a uno mismo, si es únicamente superficial. En lugar de irradiar el esplendor del ser y apuntar de vuelta al Creador, la vanidad evita que la belleza sea un signo de algo más. La integridad puede perderse, porque las partes son enfatizadas para el detrimento del todo.
TB: ¿Se puede ser atraído a la fealdad? Y, en ese caso, ¿podría ser esto una definición genérica de enfermedad mental?
ML: No creo que podría ser una definición completa de enfermedad mental, pero sí puede haber una atracción a la fealdad, y puede ser un aspecto de una enfermedad mental. Una atracción a la distorsión estética – caracterizada por la oscuridad, la discordia o la parcialidad (significando ésta un enfoque sobre una parte o partes y la exclusión del todo) – refleja un estado mental afligido y cargado de problemas. Esas tres características son opuestas a la claridad, la armonía o la integridad, las marcas de la belleza.
Por ejemplo, algunas personas con conflictos emocionales son propensas a distorsiones estéticas como la sentimentalidad, donde el objeto percibido se torna idealizado sin importar la verdad. La obscenidad es otra clara distorsión estética que es psicológica y relacionalmente desintegradora.
TB: ¿Por qué es importante la belleza para la Iglesia?
ML: El Papa Benedicto XVI ha dicho que el más efectivo testimonio del cristianismo viene de la vida de los santos y del arte cristiano. Claramente, entonces, necesitamos recordar de nuevo que la belleza no es accidental, sino esencial a la vida y la misión de la Iglesia.
TB: Usted usó el término «pontificado de la belleza» en referencia al papado de Benedicto XVI. ¿Hay otros comentarios que él haya hecho sobre la belleza que sean particularmente ilustrativos?
ML: Hay muchas cosas, pero una que llega a la mente más claramente es la conferencia ofrecida antes de que él fuera Papa llamada «Herido por la Flecha de la Belleza» (publicada como un capítulo de un libro titulado En camino hacia Jesucristo). Allí el afirmó: «Ser sobrecogido por la belleza de Cristo es un conocimiento más real, más profundo, que la mera deducción racional». No es que la deducción racional sea mala, es un importante y legítimo uso de la razón, pero la razón es mucho más amplia y rica que la deducción.
Piense sobre los primeros seguidores de Jesús. Cuando Juan y Andrés escucharon el anuncio de Juan el Bautista y siguieron a Jesús no fue un discurso lógico lo que los atrajo y los condujo a quedarse con Él. Fue la belleza de esta persona, en otras palabras, de su propio ser. Los apóstoles fueron «heridos por la flecha de la belleza», como el entonces Cardenal Ratzinger lo describiría. La misma dinámica está presente hoy en la vida de la Iglesia.
Dado el profundo sufrimiento en nuestro mundo, una belleza superficial no puede satisfacer el corazón humano. Pero, como el Card. Ratzinger lo describe maravillosamente en esa pieza, la belleza paradójica de Jesús – de ese amor que va «hasta el extremo» sobre la cruz – puede y de hecho responde nuestra más profunda necesidad humana. En la persona de Jesús, vemos que la belleza real no engaña.
TB: ¿Qué significado ve en el hecho de que el fin último de los seres humanos sea descrito como la Visión Beatífica?
ML: Esta es una gran pregunta – y un gran misterio – pero me parece a mí que la Visión Beatífica habla de la importancia de la gloria de Dios. Toda belleza que se encuentra en la creación es un reflejo de la gloria de Dios, quien es su fuente última. San Pablo dice que en el cielo veremos a Dios «cara a cara». Para lo que estamos destinados no es un discurso teórico, sino la más profunda experiencia de la Belleza para toda la eternidad.
Con información de National Catholic Register.
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