Ciudad del Vaticano (Jueves, 27-09-2012, Gaudium Press) La liturgia como escuela de oración fue el tema de la catequesis de Benedicto XVI, este miércoles. «Es el propio Señor que nos enseña a rezar» – afirmó el Pontífice para los 25 mil fieles y peregrinos delante de la Basílica Vaticana. Después de dos meses, el Papa vuelve a hacer su catequesis en la Plaza San Pedro.
El Santo Padre enseñó que «en realidad, solamente en Cristo el hombre es capaz de unirse a Dios con la profundidad y la intimidad que un hijo tiene con su padre. Y, en seguida, explicó que «para aprender a vivir con más intensidad la relación personal con Dios Uno y Trino, aprendemos a invocar al Espíritu Santo, primer don del Resucitado a los que creen». Completando su pensamiento, afirmó: «En la lectura y la meditación de las Escrituras, el Espíritu Santo nos enseña a rezar» – completó.
Después de dos meses, el Papa retorna a la Plaza San Pedro |
La síntesis de lo que quiso transmitir Benedicto XVI, la idea central expresada en sus palabras es que existe otra fuente para crecer en la oración, que está estrictamente relacionada con la precedente: la Liturgia, ámbito privilegiado donde Dios habla con cada uno de nosotros y aguarda nuestras respuestas.
Como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, Liturgia, según la tradición cristiana, significa la participación del Pueblo de Dios en la obra de Dios. ¿Y de qué obra de Dios somos llamados a participar? El Concilio Vaticano indica dos respuestas: la primera son las acciones históricas que nos salvan, culminadas en la Muerte y Resurrección de Jesucristo; y la segunda, en la celebración de la liturgia como «obra de Cristo».
Los dos significados son inseparablemente ligados, y se resumen en la acción de Cristo a través de la Iglesia, especialmente en el Sacramento de la Eucaristía, en el Sacramento de la Reconciliación y en otros actos sacramentales que nos santifican. Así, el Misterio Pascual de la Muerte y Resurrección de Cristo fue el centro de la teología litúrgica del Concilio. De hecho, el Papa recordó que el esquema de la Liturgia fue el primer tema discutido en el Concilio Vaticano II, y también el primero a ser aprobado.
En sus palabras el Santo Padre citó nuevamente el Catecismo, cuando recordó que «toda celebración sacramental es un encuentro de los hijos con Dios y con su Padre, en Cristo y en el Espíritu Santo, y tal encuentro se realiza en el diálogo, por medio de acciones y palabras». «Por tanto, la primera condición para una buena celebración litúrgica es que haya oración y conversación con Dios: escucha y respuesta. Y el elemento fundamental, primario, del diálogo con Dios en la liturgia, es la concordancia entre lo que decimos con los labios y lo que traemos en nuestro corazón». Para concluir su Catequesis de hoy, Benedicto XVI insistió que, con esta actitud, nuestros corazones estarán libres de los fardos de este mundo y subirán a lo alto, rumbo a la verdad y al amor.
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