Mons. César Franco se dirige a la feligresía |
Fátima (Lunes, 01-10-2012, Gaudium Press) Centenares de peregrinos madrileños se reunieron en la Capilla de la Muerte de Jesús del complejo del Santuario de Fátima en Portugal el viernes pasado, para la celebración de la Eucaristía, que daría inicio a los actos de la peregrinación de la Archidiócesis de Madrid con motivo del inicio de la Misión Madrid.
D. César A. Franco Martínez, obispo auxiliar de Madrid, presidió la Misa con Vísperas, que fue concelebrada por el también obispo auxiliar, Mons. Fidel Herráez Vegas, el Vicario General D. Joaquín Iniesta Calvo-Zarataín, los Vicarios Episcopales territoriales, el Vicario episcopal para el Clero y 38 sacerdotes madrileños.
En su Homilía Mons. Franco señaló que «estamos aquí una representación de la Archidiócesis para iniciar la Misión Madrid junto a nuestro Pastor. El Señor Cardenal nos ha recordado varias veces y últimamente en la reunión del Consejo Diocesano de Pastoral, que venimos a los pies de la Virgen para pedir la gracia de la conversión personal, de la fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Por eso, todos los que aquí estamos hemos venido con esa intención. Estamos en un lugar en donde María llamó a la Iglesia y al Mundo a la conversión. A la conversión del corazón. Y esta capilla ahora se transforma en una especie de cenáculo con los Obispos que representa a los apóstoles, los clérigos, las mujeres y en el centro María. La iglesia de Madrid vive en oración con el deseo enorme de llegar a todos, hasta la última persona, para proponerles a todos la salvación de Jesús».
Comentando el Evangelio que se había proclamado -el de las Bodas de Caná- D. César dijo que: «El Evangelio que hemos escuchado es una imagen perfecta de lo que acontece cuando se deja guiar por Jesucristo, que actúa en el medio de una Boda. Y podemos decir que la vida de la Iglesia es una permanente boda. Y lo que Cristo ofrece es el vino nuevo que es el vino de la Salvación. El texto del Evangelio va mucho más allá de la anécdota de la boda. En esa boda se ofrece el vino nuevo que es Jesucristo, a quien veremos plenamente en la Cruz y en la Resurrección. Y por eso debemos pedir que la fe crezca, que nuestra fe crezca y que crezca la Fe de los diocesanos de Madrid».
Para Mons. Franco: «en estas Boda, María nos invita con unas palabras que recuerdan las del inicio del libro del Éxodo: haremos lo que el Señor nos diga, y María les dice: haced lo que Él os diga. Y hacer una Misión es justamente someter nuestros criterios al de la Autoridad, es someter nuestros criterios a los criterios de Cristo. Cristo que es el primer misionero del Padre. Y si realmente nos abrimos a su alianza el vino se transforma en vino nuevo, el vino de la salvación, el vino de Jesucristo».
«Es en el ámbito de esta Boda en donde comienzan sus signos y sus gestos que revelan su poder. Y María tiene la sensibilidad para detectar dónde están las necesidades de los hombres. Ahora también Ella sabe cuáles son las necesidades del hombre moderno y de las parroquias. Y con esa finura con que se dirigió a Cristo se preocupa por ver cuáles son las necesidades de los hombres».
«Y nosotros -indicó el Obispo auxiliar de Madrid- debemos hacer los mismo, hacer lo que Él nos diga. Y por eso es una alegría enorme estar en la Casa de María, estando aquí una amplia representación de la Diócesis, para ser enviados. Recordemos que todo lo que hagamos es poco cuando se trata de servir a Cristo que -como decía San Juan de Ávila- no se deja ganar en generosidad y entrega».
«Pongamos -concluyó Don César- a los pies de María nuestras necesidades y todo lo que los hombres necesitan para que también el Señor transforme el agua en el vino de la salvación».
La Eucaristía terminó con el rezo por parte de los fieles y celebrantes de la Oración por la Misión Madrid.
Luego en la «Capelinha» de las Apariciones fue rezado el Santo Rosario y los peregrinos madrileños se unieron a otros peregrinos españoles, portugueses, italianos, ingleses, polacos, franceses y checos en la procesión de la imagen de Nuestra Señora de Fátima por la explanada del Santuario.
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