lunes, 23 de diciembre de 2024
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El Papa en Loreto: Donde vive Dios, todos estamos "en casa"

Loreto (Jueves, 04-10-2012, Gaudium Press) Volver a vivir en la casa de Dios para redescubrir la propia libertad humana fue la invitación dejada por Benedicto XVI en la Piazza della Madonna de Loreto, tras los pasos de Juan XXIII en el 50° aniversario de su visita en la semana anterior a la apertura del Concilio Vaticano II y una semana antes de que el actual Pontífice realice la apertura del Año de la Fe. «Donde Dios vive, debemos reconocer que todos estamos ‘en casa’; donde Cristo vive, sus hermanos y sus hermanas no son más extranjeros. María, que es la madre de Cristo es también nuestra madre, nos abre la puerta de su Casa, nos guía para entrar en la voluntad de su Hijo. Y Dios pide el «sí» del hombre, creó un interlocutor libre, pide que su criatura le responda con plena libertad, afirmó el Santo Padre en la repleta y solemne Piazza della Madonna.

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Nuestra Sra. de Loreto

Las visitas pastorales del Papa en las pequeñas ciudades de Italia tienen un clima particular, en los lugares históricos traen la atmósfera y el carácter casi medieval, con las imágenes de las personas que saludan al Papa desde los balcones con pañuelos blancos. Ciertamente en Loreto hubo ese clima de fiesta y alegría, el Santo Padre llegó bajo los aplausos de 5 mil personas que llenaron plenamente la pequeña Piazza della Madonna que está al lado del Santuario de la Santa Casa de Loreto, en la puerta del cual fue montado el altar para la Santa Misa. El Santo Padre, atravesando la Piazza en el papamóvil besó a muchos niños. La visita del Papa fue acompañada por el buen tiempo, con un sereno cielo azul.

La visita en Loreto inició con una oración personal de Benedicto XVI en el Santuario en la Casa Santa. El Papa fue ayudado en los recorridos más largos con su plataforma móvil. El Santo Padre reencendió la vela encendida por Juan Pablo II el día 10 de diciembre de 1994 en la oración por Italia. Hoy volvió el clima de 50 años atrás, fue montado el altar y el dosel del evento. A lado del altar fue colocada la imagen de Nuestra Señora de Loreto.

En Loreto «encontramos una casa que nos hace permanecer, habitar y que al mismo tiempo nos hace caminar: nos recuerda que somos todos peregrinos, que debemos estar siempre camino hacia otra habitación, hacia la casa definitiva, hacia la Ciudad eterna, la morada de Dios con la humanidad redimida», así definió el Papa el extraordinario y único santuario mariano.

Aprender en la escuela de la Virgen

Benedicto XVI, en la homilía invitó a los fieles a aprender con la «escuela de María». La Santa Casa de Loreto nos lleva al lugar donde María fue llamada «bienaventurada», porque «creyó» y donde expresó en plena libertad su «sí» a Dios, a su voluntad. «Esta humilde habitación – observó el Papa – es un testimonio concreto y tangible del mayor acontecimiento de nuestra historia: la Encarnación; el Verbo se hizo carne, y María, la sierva del Señor, es el canal privilegiado a través del cual Dios habitó entre nosotros».

Con el «sí», María «se colocó enteramente a disposición de la voluntad de Dios, tornándose ‘lugar’ de su presencia, ‘lugar’ en el cual habita el Hijo de Dios». La invitación de tornarse lugar de presencia de Dios en el mundo de hoy está dirigido a toda persona.

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El Papa recordó el deseo del Concilio de «extender cada vez más el alcance benéfico de la Encarnación y Redención de Cristo»

Éste de hecho fue el objetivo del Concilio Vaticano II, «extender cada vez más el alcance benéfico de la Encarnación y Redención de Cristo en todas las formas de la vida social». La invitación que permanece importante también hoy. «En la crisis actual que afecta no solo la economía – observó – sino varios sectores de la sociedad, la Encarnación del Hijo de Dios nos habla de cuánto el hombre es importante para Dios y Dios para el hombre. Sin Dios el hombre acaba dejando prevalecer su egoísmo sobre la solidaridad y sobre el amor, las cosas materiales sobre los valores, el tener sobre el ser. Es preciso volver a Dios para que el hombre vuelva a ser hombre. Con Dios incluso en los momentos difíciles, de crisis, el horizonte de la esperanza no desaparece: la Encarnación nos dice que jamás estamos solos, Dios entró en nuestra humanidad y nos acompaña», dijo Benedicto XVI invitando a restituir la esperanza en el mundo con la fe.

«La fe nos hace habitar, morar, pero nos hace también trillar el camino de la vida». El Santo Padre recordó el llamado de Dios a todos los hombres para decir «sí» a su proyecto. Porque «la fe no impide nada a la criatura humana, sino permite su plena y definitiva realización». Al contrario, es «Dios quien libera nuestra libertad, que la libera del encerramiento en sí misma, de poseer, de la sed de poder, de posesión, de dominio, y la torna capaz de abrirse a la dimensión que la realiza en el sentido pleno: el del don de sí, del amor, que se hace servicio y compartir».

Al final de la homilía, el Papa confió «a la Santísima Madre de Dios todas las dificultades que vive nuestro mundo en la búsqueda de serenidad y de paz; los problemas de tantas familias que miran al futuro con preocupación, los deseos de los jóvenes que se abren a la vida, los sufrimientos de los que esperan gestos y elecciones de solidaridad y de amor».

La Misa fue concelebrada por el Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado vaticano, y el arzobispo de Loreto, Mons. Giovanni Tonucci, por el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella y por el Secretario General del Sínodo de los Obispos, Mons. Nicola Eterovic.

La visita de Benedicto XVI en Loreto tuvo los elementos particulares de recuerdo de la histórica visita de Juan XXIII. En el Centro Juan Pablo II fue presentado el automóvil con el cual llegó el Papa Roncalli hace 50 años en la Piazza della Madonna.

El Pontífice recibió también la primera de las 50 copias de un Evangelio de la edición especial de la Tecno Stampa para el Año de la Fe.

Por ocasión del Jubileo, en Loreto todas las familias recibieron la vela para encender todas las noches en su propia casa en el momento de oración, durante este año especial.

Los fieles recibieron un sombrero blanco para protegerse del sol y un pañuelo para la ocasión para saludar al Santo Padre.

Gaudium Press / Anna Artymiak desde Loreto

 

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