lunes, 23 de diciembre de 2024
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Los cristianos son llamados a superar el síndrome de la vergüenza de proclamar la fe, dice el Cardenal Wuerl

Ciudad del Vaticano (Lunes, 08-10-2012, Gaudium Press) «La separación intelectual e ideológica de Cristo de su Iglesia es una de las primeras realidades que tenemos que enfrentar al proponer una Nueva Evangelización de la cultura y de la sociedad moderna», así como también «superar el síndrome de la vergüenza» de los cristianos al profesar la fe, dijo el relator general del Sínodo, el Cardenal William Wuerl en la primera sesión del Sínodo sobre la Nueva Evangelización. Los 262 Padres sinodales se reunieron hoy para reflexionar sobre el tema de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, «La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana».

El Arzobispo de Washington, que como relator general, estudió las respuestas y sugerencias que llegaron de las diócesis del mundo, se concentró en siete puntos fundamentales de la reflexión para el Sínodo que inició hoy. En la larga y rica «relatio», inició con la afirmación que el centro de la proclamación de la Iglesia es la figura de Cristo. Por eso, todo fiel es discípulo y evangelizador. Una de las realidades que la Iglesia de hoy debe enfrentar es, como observó el cardenal relator, «la separación intelectual e ideológica de Cristo de su Iglesia».

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Relator general del Sínodo, Cardenal William Wuerl

Otro desafío es el individualismo. «Nuestra cultura – continuó el purpurado – y el énfasis en gran parte de la sociedad moderna exaltan al individuo y minimizan la necesaria relación de cada uno con los otros. En nuestra sociedad, que exalta la libertad individual y la autonomía, la realización y la supremacía de la persona, es fácil perder de vista nuestra dependencia de los otros, junto a las responsabilidades que tenemos en relación a ellos».

Es justamente la «sociedad que está cambiando de modo dramático» a la cual está dirigido el llamado a «reproponer la fe Católica, a reproponer el mensaje Evangélico, a reproponer la enseñanza de Cristo. El proceso de la secularización de la fe fue notado en los acontecimientos de los años 70 y 80, y también dentro de la Iglesia, a través de la hermenéutica de la discontinuidad que se expresa también «en aberraciones en la práctica de la liturgia».

Las consecuencias son dramáticas. La primera es la sub-catequización de dos generaciones. «La secularización modeló dos generaciones de católicos que no conocen las oraciones fundamentales de la Iglesia. Muchos no perciben el valor de la participación en la Misa, no reciben el sacramento de la penitencia y muchas veces perdieron el sentido del misterio o de lo transcendental como si tuviese un significado real y verificable», observó el cardenal.

Como respuesta son varios los programas pastorales universitarios. Como lugar-modelo para la nueva evangelización, el cardenal Wuerl propuso la familia y la parroquia. En la conferencia para la prensa después de la relatio, el arzobispo dijo también que hay más cuidado ahora en todos los libros pastorales en los Estados Unidos para evitar situaciones precedentes en las cuales las publicaciones no eran coherentes con el Magisterio de la Iglesia.

«En la cultura educativa y teológica que refleja la hermenéutica de la discontinuidad, muchas veces la visión del Evangelio fue ofuscada y una voz segura y confidente abrió disculpas por todo aquello en lo cual creemos», observó en la relatio.

El Cardenal Wuerl resaltó también la importancia de la dimensión teológica de la nueva evangelización. En la declaración «Dominus Iesus» fueron presentadas nuevas carencias teológicas de nuestro tiempo. El secularismo, el racionalismo y el individualismo redujeron también la comprensión de la doctrina. Por tanto, la nueva evangelización es llamada a «hablar con convicción» sobre el matrimonio, sobre la familia, sobre el orden moral y sobre la distinción entre el bien y el mal. Además, la nueva evangelización «debe proporcionar una clara explicación teológica de la necesidad de la Iglesia para la salvación».

En el informe fue resaltada también la necesidad del testimonio institucional de la Palabra de Dios en las realidades que administra la Iglesia católica: las escuelas, universidades, hospitales, servicios de asistencia sanitaria, etc. La Iglesia tiene qué decir a la sociedad sobre la justicia. «Mientras sería inexacto decir que Jesús promovió un particular programa político, social o económico, estableció sin embargo principios de base que deberían caracterizar cualquier sistema justo, humano, económico o político. Solamente la fe puede proporcionar la convicción que nuestras obras de justicia sirven como parte del plan de Dios para realizar el reino de Dios», observó.

Al final del mismo, el cardenal Wuerl subrayó la importancia de la contribución de las nuevas comunidades y los movimientos eclesiales en el proceso de la nueva evangelización.

 

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