Cracovia (Viernes, 12-10-2012, Gaudium Press) Un bello gesto unió todas las catedrales de Polonia con motivo de la apertura del Año de la Fe, el pasado 11 de octubre: la procesión de entrada para la Eucaristía inaugural se realizó con el Catecismo de la Iglesia Católica y los documentos del Concilio Vaticano II. Los Obispos de todo el país llamaron a la renovar la fe e impulsar la evangelización y expresaron insistentemente el deber de los creyentes de dar un testimonio público de su fe.
Mons. Krzysztof Nitkiewicz, Obispo de Sandomierz, recibe el texto del Catecismo en la Eucaristía de apertura del Año de la Fe. |
El Arzobispo Primado de Polonia, Mons Jozef Kowalczyk, expuso que el Año de la Fe es una oportunidad para que los fieles tengan un encuentro personal con Cristo y tengan «una mejor comprensión del contenido de la fe cristiana». Esto es de máxima importancia en el contexto en el que «parece que Dios desaparece del horizonte de la vida de muchas personas».
El testimonio público de la fe contrarresta la corriente del secularismo, explicó el prelado, en la cual «los mecanismos sociales están tratando de limitar la dimensión de la vida humana a la esfera privada». Esta tendencia encierra grandes peligros espirituales y sociales: «La negación de Dios corrompe al hombre, lo priva de la moderación y lo lleva a la violencia».
«Es importante que el anuncio de Cristo al mundo de hoy se haga sin temor», exhortó por su parte el Arzobispo de Czestochowa, Mons. Waclaw Depo. En este anuncio evangelizador, «la fe tiene una oportunidad, ya que responde a la naturaleza humana, racional y libre. El hombre tiene un anhelo insaciable de Dios, de lo infinito».
El llamado al testimonio público de la fe resonó constante en las diferentes diócesis. En Katowice, Mons Víctor Skworc pidió a los católicos un sincero arrepentimiento por «no profundizar nuestra fe» y «esconderla en la casa y entre las paredes del templo, y renunciar a ella en la vida pública». Al final de la Eucaristía, impartió una bendición especial sobre lo fieles, trazando sobre la frente de cada uno de ellos la señal de la cruz.
Mons. Andrzej Jez, Obispo de Tarnow, explicó que los tiempos modernos obligan a renunciar a ser un «creyente tibio en la fe, que ridiculiza el cristianismo». Para el prelado, la tibieza es la peor amenaza para la Iglesia y por este motivo pidió a los fieles hacer la profesión de fe sea parte integral de su vida diaria.
Las diócesis polacas también se unieron en oración por el fruto del Sínodo de los Obispos en Roma y en acción de gracias por el don de la fe.
Con información de KAI.
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