Roma (Lunes, 15-01-2012, Gaudium Press) Es agustino recoleto. Su archidiócesis guatemalteca queda en el occidente de su país y enfrenta muchos problemas sociales. No obstante le preocupa que «mucho esfuerzo pastoral de la Iglesia en América Latina se ha orientado a resolver los problemas más visibles que agobian a hombres y mujeres, dejando en la penumbra y sin resolver los problemas fundamentales acerca del sentido de la vida». Así lo ha dicho en su intervención en la Asamblea Sinodal, donde ha propuesto que «se señale claramente que Jesucristo y su Evangelio proponen principalmente una comprensión de la vida humana desde la llamada gratuita de Dios a la vida eterna. De ese modo responden al problema de la muerte, que deja sin sentido, consistencia o valor la existencia humana. Los demás problemas encuentran abordaje pastoral a partir de éste».
Para Mons. Molina es importante proponer a los fieles la cuestión sobre el sentido de la vida, a partir de la muerte |
Mons. Mario Alberto Molina Palma, O.A.R., nació en Panamá, el 13 de octubre de 1948. Cursó estudios primarios y secundarios en el Colegio San Agustín de la Ciudad de Panamá. Al concluir el bachillerato, pidió ingreso a la Orden de Agustinos Recoletos, en la Provincia de Nuestra Señora de la Consolación, pero hizo su noviciado en la casa de formación de aquella época de la Provincia de San Agustín, en Kansas City, EE. UU. Hizo su primera profesión el 27 de agosto de 1968. Allí continuó la formación durante la etapa de los votos simples hasta la profesión solemne en 1971. En 1972 inició la formación en la etapa de teologado en el Seminario Santo Tomás de Villanueva de Torrente, Valencia, España. Recibió el diaconado en Pamplona, y la ordenación presbiteral el 29 de junio de 1975 en Panamá.
Tras la ordenación presbiteral, continuó estudios de especialización en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, donde obtuvo la Licenciatura en Sagradas Escrituras en 1978. Tras unos años como parte del equipo de formación en Torrente, volvió nuevamente a Roma para realizar el trabajo doctoral en el mismo Pontificio Instituto Bíblico, donde obtuvo el título de Doctor en Sagradas Escrituras, en 1985.
El 29 de octubre de 2004, mientras participaba como Delegado al Capítulo General de la Orden, fue nombrado Obispo de Quiché, en Guatemala, por su Santidad Juan Pablo II. Recibió la ordenación en Santa Cruz de Quiché el 22 de enero de 2005. El 14 de julio de 2011 el Papa Benedicto XVI hacía público el nombramiento de monseñor Mario Alberto Molina Palma, agustino recoleto, como arzobispo metropolitano de Los Altos, Quetzaltenando-Totonicapán, en Guatemala.
Desde 1996, la archidiócesis de Los Altos es la circunscripción eclesiástica que abarca los departamentos civiles de Quetzaltenango y Totonicapán. Tiene una extensión de 4.890 km2, y una población de 1.300.000 habitantes. Actualmente la archidiócesis de Los Altos está conformada por 32 parroquias, y cuenta con 28 sacerdotes diocesanos y 30 religiosos. Trabajan en ella 40 religiosas, 8 religiosos no sacerdotes y 10 laicos consagrados. Tiene 17 seminaristas mayores. La presencia de los agustinos recoletos en esta zona se remonta al año 1958,
En medio del descanso dominical de la Asamblea Sinodal, Mons. Molina Palma atendió cordialmente a Gaudium Press.
Gaudium Press – Excelencia ¿qué nos puede comentar de la primera semana de la Asamblea Sinodal?
Mons. Molina Palma – Está siendo una experiencia muy bonita. Estoy muy contento de haber sido designado por mis colegas de Guatemala para venir aquí. Es una experiencia de universalidad, de la variedad, de cuan variada es la unidad interna de la Iglesia. Lejos de la imagen de uniformidad que pueda uno tener, aquí uno se da cuenta -incluso hasta en las vestimentas que utilizamos los obispos- se da uno cuenta de la diversidad de pensamiento, de posturas, de enfoques, de preocupaciones. Todo en torno a la Evangelización, todo girando en torno a la preocupación de cómo hacer que el Evangelio de Jesucristo siga siendo una propuesta pertinente, atrayente y esperanzadora para el hombre y la mujer de hoy. Yo estoy pues como digo muy contento. Son sesiones muy cansantivas, sobre todo cuando tenemos toda una mañana como fue la mañana de ayer, de escucha…
GP – Ayer fueron en la mañana 26 intervenciones…
Mons. Molina Palma – Sí 26 intervenciones hubo ayer. Y escuchar 26 intervenciones es muy cansativo, pero todos queremos tener una palabra y luego el precio de decir nuestra palabra es escuchar la palabra de los demás. Naturalmente uno se da cuenta de inmediato de la diversidad de preocupaciones.
GP – ¿Cuál es su preocupación personal?
Mons. Molina Palma – Mi preocupación personal -y en esa línea fue mi intervención del miércoles pasado en el Aula Sinodal- es cómo en este mundo secularizado -porque la Nueva Evangelización tiene que ver con el cómo podemos hacer para que en estas circunstancias culturales que han cambiado, el Evangelio siga siendo una propuesta de vida, de esperanza, de luz y de amor de parte de Dios. Entonces para mí la preocupación principal es cómo sensibilizar, cuáles son las perennes necesidades humanas, cuáles son las aperturas humanas, que están allí, quizás adormecidas, quizás sepultadas por los cambios culturales, cuáles son aquellos rasgos humanos en donde la Evangelización se hace pertinente. ¿Cuál es la necesidad humana que siempre necesita ser salvada? Y de ahí lo que he propuesto en mi intervención, que es el hecho de la muerte.
GP – ¿Qué ha propuesto Ud. en su intervención?
Mons. Molina Palma – Yo he propuesto en mi intervención que es el hecho de la muerte. La muerte nos hace pensar sobre el significado de la vida, la fragilidad de la existencia, qué sentido tiene vivir si nos vamos a morir. Yo pienso que si queremos hacer a la gente sensible a las preguntas de fondo tenemos que hacerla sensible a las necesidades de fondo. Hoy en este Domingo se lee el Evangelio del joven que se acerca a Jesús y le pregunta ¿qué tengo que hacer para ganar la vida eterna? Bueno el joven de hoy ¿se hace la pregunta? Es una pregunta de fondo. Una pregunta de fondo es aquella pregunta que nos cuestiona sobre el significado de la vida y sobre los referentes de la vida humana. Por supuesto el joven de hoy -pensamos- que no se hace la pregunta.
El joven no está en condiciones de hacerse la pregunta, El joven está sepultado en las ofertas de la secularización, del mercado, de la tecnología, no tiene tiempo o no está en las circunstancias de hacerse la pregunta por la vida eterna, pero la pregunta por la vida eterna es una pregunta que surge de la experiencia de la fragilidad, de la temporalidad, de la mortalidad humana. Entonces ¿cómo hacer para sensibilizar a los jóvenes de hoy para que vuelvan a hacerse la pregunta: ¿qué tengo que hacer para ganar la vida eterna?. Por eso para mí la preocupación principal del Sínodo es -bueno si, hay que renovar el Evangelio- pero ¿cuál es el enfoque? ¿a dónde tenemos que ir, a qué estrato, a qué dimensión, a qué ángulo, a qué aspecto de la Humanidad tenemos que dirigirnos para que el Evangelio despierte la sensibilidad y nos abra a las realidades de trascendencia? Esa es mi preocupación.
GP – En estos días, de todo lo que ha oído de labios del Romano Pontífice ¿qué es lo que más le ha impactado?
Mons. Molina Palma – Lo que más me ha impactado es el tema del Concilio. El Concilio como una propuesta de Iglesia, todavía vigente. Y la preocupación del Santo Padre que creo que es válida: hay que leer el Concilio sin quedarnos detrás de la letra y sin ir más allá de la letra, sino volver al Concilio tal como está escrito. Y también lo que dijo en la Homilía del 11 de octubre que el ‘aggiornamiento’ es hacer vigente lo que la Iglesia siempre ha sido, hacerlo vigente para el día de hoy. Pienso que de eso se trata la Nueva Evangelización, de que el Evangelio de siempre, el Jesucristo de siempre, siga siendo pertinente para el hombre y la mujer de hoy.
GP – El tema de la santidad también ha sido tocado en las intervenciones de los padres Sinodales
Mons. Molina Palma – Sí, ha surgido en tres o cuatro intervenciones la palabra santidad. Quizás se haya hablado del concepto de la santidad más veces, pero sin utilizar propiamente la palabra santidad. Pues se ha hablado de la coherencia del sentido de vida, de Jesús. Pero es que la vida cristiana es la llamada a la santidad. Entonces todo discurso en torno a la autenticidad y a la vigencia de la vida cristiana es en definitiva un apelo, una llamada a una vida en unión con Cristo, en referencia a Dios, con la fuerza del Espíritu y eso es la santidad
GP – ¿Cómo se vive la Misión Continental propuesta por la Asamblea del CELAM en Aparecida en las diócesis de Guatemala su país?
Mons. Molina Palma – Muy desigualmente. Las diversas diócesis han buscado distintos caminos. En las diócesis del oriente del país han buscado utilizar la metodología de las santas misiones populares y las han llevado adelante. A las diócesis del occidente no nos convenció mucho esa metodología, pero tampoco hemos tenido ninguna alternativa. y estamos en la búsqueda muy diocesana en cada una de las diócesis y todavía no se ha fraguado que es lo que tenemos que hacer, pero creo que hay una consciencia profunda de que tenemos que ser misioneros porque esto es parte integral de la vida de la Iglesia.
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