Jerusalén (Martes, 12-05-2009, Gaudium Press) Según la fe cristiana, el Monte de los Olivos, próximo al desierto de Judea, en Jerusalén, fue el local donde Jesucristo rezó la última cena, se entregó a los romanos y ascendió al cielo, entre otros momentos bíblicos. Y fue en ese mismo local lleno de simbolismo para los católicos que el Papa Benedicto XVI presidió en la tarde de hoy una misa, asistida por cerca de 6 mil fieles, en la cual habló sobre la situación de los católicos.
«En Tierra Santa hay lugar para todos! Al mismo tiempo en que pido a las autoridades respetar y sostener la presencia cristiana aquí, deseo asegurarles la solidaridad, el amor y el apoyo de toda la Iglesia y de la Santa Sede», declaró Benedicto XVI, en la inédita ceremonia – nunca antes un Papa había celebrado una misa en el local.
Benedicto XVI volvió a hablar de la salida de cristianos de Tierra Santa, definida por él como un «gran empobrecimiento cultural y espiritual».
«Me encuentro acá delante de vosotros hoy deseando reconocer la dificultad, la frustración, la pena y el sufrimiento que tantos entre vosotros traen como consecuencia inmediata de los conflictos que han afligido esta tierra, y también las amargas experiencias del desalojamiento que muchas de vuestras familias han conocido y – que Dios no permita – puedan aún conocer»
«Espero que mi presencia sea una señal de que ustedes no fueron olvidados, que vuestra perseverante presencia y testigo son de hecho preciosas a los ojos de Dios y son un componente del futuro de estas tierras».
El pontífice recordó que, en Getsemaní (el Jardín de los Olivos), Jesús oro, sufrió «y lloró por amor a esta ciudad» y agregó que, «infelizmente, después de los muros de esta ciudad, es posible ver cuán lejos está la profecía de paz y reconciliación que Dios quiere para todos».
«Es necesario hacer que Jerusalén» – cuyo nombre significa ‘ciudad de paz’ – «se torne verdaderamente una ciudad de la paz». «Como un microcosmos de nuestro mundo globalizado, esta ciudad debe vivir su vocación universal, debe ser un lugar que enseña la universalidad, el respeto por los demás, el diálogo y la recíproca comprensión; un lugar donde el preconcepto, la ignorancia y el miedo sean superados por la honestidad, por la integridad y por la búsqueda de la paz. Ustedes no deberían ser colocados entre estos muros por egoísmo, discriminación, violencia e injusticia. Los que creen en un Dios de misericordia – y estos son los judíos, cristianos y musulmanes – deben ser los primeros a promover esa cultura de la reconciliación y de paz, por más lento que el proceso pueda ser y oneroso el peso de los recuerdos pasados», dijo el Papa.
El miércoles, Benedicto XVI viajará a la ciudad de Belén, en Cisjordania, donde celebrará una misa en la Plaza del Pesebre. Además, visitará la Gruta de la Natividad y un campo de refugiados palestinos.
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