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Posadas (Martes, 22-10-2012, Gaudium Press) El Obispo de Posadas, Mons. Juan Rubén Martínez, pidió que los fieles reflexionasen sobre el mensaje del Papa Benedicto XVI para las misiones, en el cual desde el lema llama a hacer resplandecer la Palabra de la Verdad.
«El Mes de las Misiones tiene en este momento la peculiaridad de coincidir con la celebración del 50 º aniversario del inicio del Concilio Vaticano II, la apertura del Año de la Fe y el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización. Es importante unir la alegría del Año de la Fe y la necesidad de anunciarlo hasta los confines del mundo», dijo el prelado.
Mons. Martínez además continuó: «Este año, especialmente, tenemos la oportunidad de rezar para nuestras comunidades a fin de renovar en su vida el don de la fe, reflexionar y evaluar cómo ese don de una fe centrada en la persona de Jesucristo, nos lleva a evangelizar nuestro tiempo y cultura».
El obispo citó el mensaje papal para avisar que uno de los obstáculos para el impulso de la evangelización es la crisis de la fe, no solo en el mundo occidental, sino en la mayoría de la humanidad. Entretanto, el hombre está con hambre y sed de Dios y los cristianos deben ser invitados a llevar el pan de la vida y el agua viva como la mujer samaritana llega al pozo de Jacob y conversa con Cristo.
«El encuentro con Cristo como una persona viva, que sacia la sed del corazón, no puede dejar de llevar al deseo de compartir con los otros la alegría de esta presencia y hacerlo conocido, para que todos puedan experimentar. Un entusiasmo renovado como el de comunicar la fe para promover una nueva evangelización de las comunidades y de los países de antigua tradición cristiana, que están perdiendo su referencia a Dios, de modo que usted pueda redescubrir la alegría de creer. La preocupación de evangelizar no debe nunca ser dejada fuera de las actividades de la Iglesia y personal de la vida cristiana», dijo, con las palabras del Sumo Pontífice.
Por último, Mons. Martínez afirmó que el Papa argumenta que en el designio de amor en Cristo, la fe en Dios está por encima de todo, un don y un misterio que podemos abrir nuestros corazones y vidas, y que debe ser siempre grato al Señor.
«La fe es un don que nos fue dado para ser compartido, es un talento recibido para dar frutos, es una luz que no debe ser escondida, y sí para iluminar toda la casa. Es el don más importante que nos fue dado en nuestras vidas y no podemos mantener para nosotros mismos», concluyó.
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