Ciudad del Vaticano (Jueves, 25-10-2012, Gaudium Press) «¿Qué es la fe? ¿Tiene todavía sentido la fe en un mundo en el cual la ciencia y la técnica abrieron horizontes que hasta hace poco tiempo eran impensables? ¿Qué significa creer hoy?» Benedicto XVI, a través de estas preguntas presentó en la audiencia general de ayer la naturaleza de la fe para el mundo actual, dirigiéndose a los 20 mil fieles presentes en la Plaza San Pedro.
Foto: Radio Vaticano |
En el contexto del «desierto espiritual» que «crece» el Santo Padre reafirmó la necesidad de «una renovada educación para la fe» para descubrir el sentido de la vida, de nuestra libertad y de nuestro futuro. Incluso con el crecimiento de la ciencia, «el mundo no camina hacia la construcción de una comunidad más fraterna y más pacífica». El Papa observó que «las mismas ideas de progreso y de bienestar muestran también sus sombras» y consecuentemente «hoy el hombre no parece haberse tornado realmente más libre, más humano; permanecen tantas formas de explotación, de manipulación, de violencia, de prepotencia, de injusticia». Crece también «el número de aquellos que se sienten desorientados y, en la búsqueda de ir más allá de una visión solamente horizontal de la realidad, están disponibles a creer en todo y en su contrario».
Necesidad de ‘pan’
El Papa afirmó al hombre de hoy que «tenemos necesidad no solamente del pan material», sino también de amor, de significado y de esperanza, de un fundamento seguro, de un terreno sólido que nos ayude a vivir con un sentido auténtico también en la crisis, la oscuridad, las dificultades y los problemas cotidianos.
En la segunda catequesis sobre la fe, el Santo Padre se concentró mucho en su naturaleza y su verdadero sentido. El Papa definió la fe como «un confiado entregarse a un ‘Tú’, que es Dios»; es un don de Dios, pero también un acto profundamente libre y humano. La fe tiene contenidos: «sobre la Cruz – observó el Papa – Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre, nos muestra (…) a qué punto llega este amor, hasta la donación de sí mismo, hasta el sacrificio total. Con el misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo, Dios desciende hasta el fondo en nuestra humanidad para traerla a Él, para elevarla a su altura».
Vivir sin miedo
Benedicto XVI reafirmó también la dimensión del amor de la fe que supera «la maldad del hombre» y delante del mal y de la muerte «es capaz de transformar toda forma de esclavitud, dando la posibilidad de la salvación».
«Pienso que -prosiguió- deberíamos meditar con más frecuencia – en nuestra vida cotidiana, caracterizada por problemas y situaciones a veces dramáticas – (tenemos que reflexionar) sobre el hecho que creer de modo cristiano significa este abandonarme con confianza al sentido profundo que me sustenta y al mundo, aquel sentido que nosotros no somos capaces de darnos, sino solamente de recibir como don, y que es el fundamento sobre el cual podemos vivir sin miedo».
El Papa alentó a los fieles a no desanimar. «Como cristianos -recordó- somos testigos de este terreno fértil: nuestra fe, incluso en nuestros límites, muestra que existe la tierra buena, donde la semilla de la Palabra de Dios produce frutos abundantes de justicia, paz y amor, de nueva humanidad, de salvación». Y la Iglesia es llamada a este testimonio. «No se cree por sí, sin el preceder de la gracia del Espíritu; y no se cree solo, sino junto a los hermanos. Del Bautismo en adelante todo creyente es llamado a revivir y tornar suya esta confesión de fe, junto a los hermanos», afirmó.
Al final de la catequesis, Benedicto XVI dijo que la fe requiere nuestra libertad y permite «salir de sí mismo, de las propias inseguridades, los propios esquemas mentales, para confiar en la acción de Dios que nos indica su camino para conseguir la verdadera libertad, nuestra identidad humana, la alegría verdadera del corazón, la paz con todos».
La fe entonces es un consentimiento con el cual nuestra mente y nuestro corazón dicen su ‘sí’ a Dios, confesando que Jesús es el Señor. Y este ‘sí’ transforma la vida, le abre el camino a una plenitud de significado, la torna tan nueva, rica de alegría y de esperanza confiable», resaltó.
Juan Pablo II
En el saludo a los jóvenes, enfermos y jóvenes parejas, el Papa recordó que el pasado lunes, día 22 de octubre, fue la memoria litúrgica del Beato Juan Pablo II. Él recordó su figura «siempre viva entre nosotros», invitando a los jóvenes a aprender y enfrentar la vida con su ardor y su entusiasmo. A los enfermos, los alentó a soportar «con alegría la cruz del sufrimiento como él mismo supo enseñarnos», y a las jóvenes parejas pidió: «coloquen siempre a Dios en el centro, para que vuestra vida conyugal tenga más amor y más felicidad».
Deje su Comentario