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Roma (Martes, 13-11-2012, Gaudium Press) Como «Obispo de Roma, pero también como anciano», Benedicto XVI hizo una visita el lunes de mañana a una casa romana para ancianos.
En un discurso muy cordial, con un tono personal y alentador, el Santo Padre habló sobre varios temas, recordando también que la calidad de una sociedad y de una civilización «es juzgada también por cómo los ancianos son tratados y por el lugar reservado para ellos en el vivir común. ¡Quien hace espacio para los ancianos hace espacio para la vida! ¡Quien acoge a los ancianos acoge la vida!», resaltó el Pontífice.
La visita se incluye en el contexto del año europeo del envejecimiento activo y de la solidaridad entre generaciones. Benedicto XVI llegó en un automóvil a la casa administrada por la Comunidad de San Egidio. La visita inició de mañana, después de las 11:00 horas, horario local, con una breve visita a las dependencias residenciales.
En un tono sorprendente el Papa animó a los ancianos presentes diciendo que «¡es bello ser anciano!». Aseguró que conoce «bien las dificultades, los problemas y los límites de esta edad» y que él también precisa de la ayuda de los otros. El Papa observó que «en cualquier edad es necesario descubrir la presencia y la bendición del Señor y las riquezas que ella contiene. ¡Nunca es necesario hacerse aprisionar por la tristeza!», dijo.
En su discurso Benedicto XVI se refirió también a la sociedad y a la Iglesia en relación con los ancianos. Afirmó que los ancianos son una bendición para la sociedad, «un don a ser apreciado y valorizado», e incluso así, «con frecuencia la sociedad, dominada por la lógica de la eficiencia y del lucro, no lo acoge como tal; es más, muchas veces lo rechaza, considerando a los ancianos como no productivos, inútiles».
«Pienso -continuó- que se debería obrar con mayor empeño, iniciando por las familias y las instituciones públicas, para establecerse un modo que los ancianos puedan permanecer en las propias casas. La sabiduría de vida de la cuál son portadores es una gran riqueza».
El Papa hizo votos también para que «la Iglesia sea efectivamente familia de todas las generaciones, en la cual cada uno debe sentirse ‘en casa’ y donde no reina la lógica del lucro o del tener, sino aquella lógica de la gratuidad y del amor» porque la vida «en los años de la vejez, no pierde nunca su valor y su dignidad».
Al final de sus palabras Benedicto XVI pidió a los ancianos que se empeñen en la oración. «Recen por la Iglesia, también por mí, por las necesidades del mundo, por los pobres, para que en el mundo no haya más violencia. La oración de los ancianos puede proteger al mundo, ayudándolo tal vez de modo más incisivo que el afligirse de muchos. Me gustaría confiar hoy a vuestra oración el bien de la Iglesia y la paz del mundo», dijo.
El encuentro concluyó con el descubrir y la bendición de una placa conmemorativa de la visita. Agradeciendo por la visita enriquecedora el Pontífice afirmó que «salió revitalizado y con más fuerza».
Comunidad de San Egidio
La Comunidad de San Egidio comenzó el servicio a los ancianos en Roma en los años 70. Hoy alcanzan 18 mil personas acompañadas por cerca de 800 voluntarios. Hay también 100 pequeñas comunidades de solidaridad y amistad entre ancianos.
La Comunidad propone «reconciliación» entre generaciones diferentes: los jóvenes y los adultos que precisan de los ancianos y viceversa.
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