Curitiba (Martes, 20-11-2012, Gaudium Press) Con alegría y firmes en la fe, el Santuario de la Divina Misericordia, localizado en la ciudad de Curitiba, en el Estado de Paraná, promovió del 16 al 18 de noviembre el XI Congreso Nacional de la Divina Misericordia, cuyo tema fue «El tesoro de la Santa Fe». El encuentro reunió aproximadamente 900 personas de diversos Estados de Brasil, y contó con la presencia de más de 15 sacerdotes.
De acuerdo con los organizadores del evento, el congreso tiene como objetivo profundizar el tema de la misericordia de Dios, proporcionando a los devotos momentos de alabanza, oraciones, adoración al Santísimo Sacramento, conferencias, testimonios, confesiones y celebraciones eucarísticas. La apertura del encuentro ocurrió a las 15:00 horas, del día 16, con la Hora de la Misericordia – momento de adoración al Santísimo con la oración del Rosario de la Misericordia.
En la secuencia, a las 16:15 horas, el superior provincial de los padres marianos, padre Leandro Aparecido da Silva, profirió la primera conferencia del congreso: «La fe es el fundamento de la esperanza». Al citar el Catecismo de la Iglesia Católica, él resaltó que los varios textos que en ellos encontramos sobre la fe, nos hacen entender que esa virtud teologal nos anticipa el cielo. Pues la fe «es la certeza respecto a aquello que ni siquiera podemos ver», según la Sagrada Escritura.
Después inicia la Santa Misa, donde cerca de 10 sacerdotes concelebran junto con el vicario del Santuario de la Divina Misericordia, el padre Sandro. Durante la homilía, el sacerdote afirmó que Dios quiere que seamos ‘especialistas’ de la misericordia, pero que para eso precisamos primero reconocer nuestra propia miseria. «No tenga miedo de sus debilidades, de sus pecados, eso no destruye la misericordia y el amor de Dios por nosotros. Precisamos también acoger la miseria de nuestro prójimo», resaltó.
Para finalizar las actividades del primer día del congreso, el padre Xião, chino que vive en Brasil, contó su testimonio de amor a Jesús misericordioso. «Cuando conocí el Diario de Santa Faustina, crecí en la fe, sin miedo. Aumentó mi coraje y mi confianza. Hoy digo siempre: Jesús, yo confío en Vos», declaró él.
El segundo día del congreso comenzó a las 8:30 horas con el rosario de Nuestra Señora. El director del Apostolado de la Divina Misericordia, el padre Silvio Roberto, fue el responsable por la palestra, cuando relató que la palabra de Dios nos presenta la fe como una actitud de firmeza.
En el turno de la tarde, los devotos acompañaron una representación del pasaje del Diario de Santa Faustina; número 65, hecha por el equipo de teatro de la parroquia San Jorge. El texto representa el episodio en que Jesús hace un lindo e inesperado milagro para aliviar los esfuerzos de la Santa que se quejaba con el Señor de que ya no tenía fuerzas suficientes para aguantar el peso del trabajo debido a la enfermedad.
Después de ese momento ocurrió la celebración de la Santa Misa, presidida por el arzobispo auxiliar de Curitiba, Mons. Rafael Biernaski. Durante la homilía, el arzobispo afirmó que el encuentro con el misterio de Dios es lo que nos transforma. «La fe transforma nuestra vida, cambia nuestra existencia, nos torna felices. Nosotros debemos colocarnos al servicio del otro, de nuestra familia, a través de la fe, de la misericordia – que recupera el sentido del amor en nuestra vida. Ahí está el sentido de la fe en nuestra existencia», destacó el prelado.
El último día del evento inició con la oración del rosario, donde cinco representantes de caravanas, de diferentes Estados, condujeron este momento. «Enviados a testigos la fe» fue el tema de la palestra realizada por el padre Toninho. A partir de este tema el sacerdote recordó a todos que el Año de la Fe, proclamado por el Papa Benedicto XVI, es propicio para que nosotros seamos testigos del amor misericordioso de Jesús.
El cierre del evento se dio con la celebración eucarística, presidida por el padre Leandro da Silva. Al hablar sobre la liturgia del último domingo del tiempo común, el sacerdote resaltó que el cristiano no puede temer, «porque sabe dónde está su esperanza y confianza» y que los textos bíblicos deben «suscitar en nosotros la confianza».
Con la reliquia de Santa Faustina sobre el altar, padre Leandro recordó a todos los participantes que el mayor tesoro para la fe es la Eucaristía. «El catecismo de la Iglesia Católica afirma que la Eucaristía es la fuente y el ápice de toda la vida de la Iglesia. Por eso no hay nada más sublime para encerrar este Congreso que la celebración de la Santa Misa», concluyó él.
Gaudium Press / Fernanda Baldisseri
Deje su Comentario