Ciudad del Vaticano (Martes, 27-11-2012, Gaudium Press) El domingo, después de celebrar misa en la Basílica de San Pedro, el Papa se dirigió al balcón de sus aposentos y desde allá rezó la oración mariana del Ángelus acompañado por cerca de 30 mil personas que aguardaban ese momento en la Plaza San Pedro.
El Papa recordó que todos estamos llamados de modos diversos, a prolongar la obra de salvación de Dios, colocándonos decididamente al servicio del Señor.
«Todos nosotros estamos llamados a prolongar la obra salvífica de Dios convirtiéndonos al Evangelio, poniéndonos decididamente al servicio de aquel Rey que no vino para ser servido sino para servir y dar testimonio de la verdad», dijo el Santo Padre.
Continuando sus palabras el Pontífice mostró que la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo está colocada al final del año litúrgico y resume el misterio de Nuestro Señor Jesucristo «‘primogénito de los muertos y dominador de todos los poderosos de la tierra’, ampliando nuestra mirada para la plena realización del Reino de Dios, cuando Dios será todo en todos».
«Nosotros anunciamos no solo la primera venida de Cristo, sino también una segunda mucho más bella que la primera. Con efecto, la primera fue una manifestación de padecimiento, la segunda trae la diadema de la realeza divina; en la primera fue sometido a la humillación de la cruz. En la segunda, está rodeado y glorificado por una multitud de ángeles», dijo el Papa, recordando palabras de San Cirilo de Jerusalén.
El Papa afirmó que toda la misión de Nuestro Señor Jesucristo así como el contenido de su mensaje consisten en anunciar el Reino de Dios y practicarlo entre los hombres con señales y prodigios. «Sin embargo, el Reino se manifiesta antes que nada en la misma persona de Cristo, que lo instauró mediante su muerte en la cruz y su resurrección, con la cual se manifestó como Señor, Mesías y Sacerdote eterno», recordó él.
La Iglesia es la semilla y el inicio del Reino de Cristo
Benedicto XVI explicó que «el Reino de Cristo fue confiado a la Iglesia, que es su semilla y su inicio, y tiene el deber de anunciarlo y difundirlo entre los pueblos, con la fuerza del Espíritu Santo». Fue a este propósito que él invitó a los fieles a rezar por los nuevos cardenales que poco antes habían sido creados y recibido el anillo y birrete cardenalicio.
El Santo Padre recomendó rezar por ellos «para que el Espíritu Santo los refuerce en la fe y la caridad y les ofrezca muchos dones, a fin de que vivan su nueva responsabilidad como una entrega a Cristo y a su Reino» y al final del tiempo establecido «el Señor entregará a Dios Padre el Reino y lo presentará a todos los que vivieron según el mandamiento del amor».
Benedicto XVI recordó que los «nuevos miembros del Colegio Cardenalicio bien representan la dimensión universal de la Iglesia: son pastores de las Iglesias en el Líbano, India, Nigeria, Colombia, Filipinas, además del Cardenal Harvey, que hace tanto tiempo presta servicio junto a la Santa Sede».
Comentando las palabras del Evangelio, Benedicto XVI exhortó a los fieles:
«Queridos amigos, somos todos llamados a prolongar la obra salvífica de Dios convirtiéndonos al Evangelio y colocándonos firmemente a disposición del Rey que no vino para ser servido, sino para dar testimonio de la verdad».
Encerrando, el Papa pidió la protección de María Santísima para cada uno de los nuevos cardenales y para los fieles a ellos confiados, y concedió su bendición apostólica. (JS)
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