Madrid (Lunes, 03-12-2012, Gaudium Press) La IV Jornada sobre la Vida Consagrada de la Iglesia en España, realizada en Madrid el sábado pasado, se desarrolló en un intenso clima de comunión espiritual y eclesial, expresó Doña Lourdes Grosso García, M. Id, Directora del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal Española.
Con el título «La misión de la vida consagrada en la evangelización del mundo actual», la IV Jornada fue organizada por la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal Española y la Cátedra de Teología de la Vida Consagrada de la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid, en el Salón de Actos del Seminario Conciliar de Madrid. Allí se dieron cita cerca de 500 personas procedentes de toda España y pertenecientes a diferentes formas de consagración: 87 institutos religiosos, 15 institutos seculares, 5 nuevas formas de vida consagrada, 2 sociedades de vida apostólica, vírgenes consagradas procedentes de varias diócesis, así como numerosos vicarios, delegados episcopales para la vida consagrada y asistentes religiosos para las federaciones monásticas.
La Sesión contó, asimismo, con la participación de numerosos prelados: Card. D. Antonio María Rouco Varela, Arzobispo de Madrid; Card. D. João Braz de Aviz, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y los obispos miembros de la Comisión Episcopal española de Vida Consagrada, Mons. Jesús Sanz Montes, OFM, Arzobispo de Oviedo y Director de la Cátedra de Teología de la Vida Consagrada, Mons. Vicente Jiménez Zamora, Obispo de Santander y Presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, Mons. Eusebio Hernández Sola, OAR, Obispo de Tarazona y Mons. D. Manuel Sánchez Monge, Obispo de Mondoñedo-Ferrol.
Igualmente estuvieron presentes el Nuncio de Su Santidad en España, Mons. Renzo Fratini y Mons. Octavio Ruiz, secretario del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.
La reflexión de la Jornada se inspiraba en las palabras que el Papa Benedicto XVI dirigió al Sínodo para la Nueva Evangelización. Recordaba que la Iglesia no es fruto de la obra del hombre sino que es iniciativa de Dios. De su voluntad nace la Iglesia y es conocido el Evangelio, «de esta forma también hoy sólo Dios puede comenzar, nosotros solo podemos cooperar, pero el principio debe venir de Dios» (palabras pronunciadas en el aula sinodal por el Papa el 8 de octubre de 2012). La obra de Dios transforma, renueva y crea algo nuevo. Esa novedad es la que ha buscado este encuentro celebrado en Madrid.
La Jornada se hizo eco de las reflexiones del último sínodo
Con ocasión del Sínodo celebrado en Roma del 7 al 28 de octubre para la Nueva Evangelización, la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal Española ha querido reflexionar sobre esta importante cuestión en la vida de los consagrados. Durante el Año de la Fe han sido convocados en un mismo foro las diferentes vocaciones consagradas en la Iglesia. Se han dado cita para juntos dar gracias y acoger la invitación a profundizar en el gran don de la vida consagrada en su triple dimensión de consagración, comunión y la misión, en plena sintonía con la Iglesia y su Magisterio, y así poder encontrar estímulos para afrontar espiritual y apostólicamente los nuevos desafíos (cf. Vita consecrata, 13). Así lo resaltó Mons. D. Vicente Jiménez Zamora, Presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, en sus palabras de apertura. El Nuncio de Su Santidad en España, Mons. Renzo Fratini subrayó que el Santo Padre, Benedicto XVI, recuerda a los consagrados que su misión está sustentada por una fuerte experiencia de Dios.
Ponencia del Cardenal Braz
La primera ponencia, corrió a cargo del Card. D. João Braz de Aviz. Bajo el título «Que seamos uno para que el mundo crea… La Comunión en la Vida Consagrada, condición para la Misión», en ella abordó la condición de «discípulos del Señor en la escuela de la comunión» de todos los consagrados. Dijo que Dios es Amor (cf. I Jn 4,8.16) y el hombre y la mujer, en la unidad creacional, también lo son (cf. Gn 1,27). El Amor, que es Dios, se hace reciprocidad entre los discípulos y genera la presencia del Señor entre ellos (cf. Mt 18,20). Declaró que «sin Eucaristía no somos nada»; resaltó que «no se pueda anunciar» el Evangelio «si no se está en comunión». Recordó que los fundadores de los diferentes carismas son personas que siguieron el Evangelio con radicalidad. En cada carisma resplandece una palabra de Jesús, no solo para aquel momento, sino también para el momento presente. Afirmó que no se puede amar si antes no hemos experimentado el amor de Dios. La gracia de Dios nos alienta, el hombre puede aceptar la gracia o rechazarla.
Seguidamente Mons. Jesús Sanz Montes, OFM pronunció una hermosa ponencia titulada «La Vida Consagrada: Presencia del Amor de Dios en el Mundo Actual». Reflexionó sobre la sociedad actual que sigue su proceso de secularización, en un desarrollo más o menos diseñado por intereses que empujan hacia el nihilismo y el relativismo. Dedicó unas palabras a resaltar la importancia de los carismas, que constituyen «una exégesis viviente de determinados aspectos del Evangelio», por lo que se complementan entre sí. Resaltó la necesidad de «amar no solo a Dios, sino lo que él ama y cómo él lo ama». En último lugar invitó a los consagrados a ser parábola viva y viviente del amor de Dios en este mundo.
Tras el almuerzo, se compartieron diferentes testimonios sobre ‘Los consagrados y el anuncio del Evangelio hasta los confines de la tierra’. De América llegó un testimonio de misión en la selva del Amazonas expuesto por la Dra. Mª del Carmen Orts Poveda, M.Id, Consejera General de Misioneras Identes. Sor María de la Iglesia Aristegui, OP, Vicaria de la Unión Fraterna «Madre de Dios», Federación de Santo Domingo, trajo la presencia de África ofreciendo su testimonio desde la clausura del monasterio de Santorini (Grecia), haciéndose presente mediante un audiovisual titulado Apostolado de oración en una tierra de esperanza’, sobre los monasterios contemplativos en Angola. Asia estuvo representada por Fr. Isidro Aragón Díez, OP, P. Juan Haichang Gao, OAR y la Hna. Teresa Francisca Yan Chunmei, MAR, que relataron la experiencia evangelizadora con China, tanto de los misioneros que se desplazan allí como de los que trabajan con comunidades chinas en España.
Habla Mons. José Octavio Ruiz
A continuación, Mons. José Octavio Ruiz Arena nos ofreció su ponencia «La Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe Cristiana. Ecos del Sínodo». Explicó respecto a la Nueva Evangelización, que «no se trata de un nuevo mensaje, sino de que el hombre de hoy descubra nuevamente la frescura del evangelio». «La novedad tenemos que buscarla en el Evangelio mismo que se anuncia. Debe estar encaminada hacia una nueva y renovada escucha de la Palabra de Dios». «Es novedoso en cuanto se presenta de una manera llena de vida». Comentó las conclusiones del Sínodo para la Nueva Evangelización, destacando la necesidad de crear itinerarios detallados con las directrices en las que se ha de trabajar. Finalizó hablando de la importancia que en la Iglesia tiene la fidelidad de los consagrados.
Tras la Clausura de las ponencias de la jornada, a cargo de Mons. Sanz, los participantes se desplazaron a la Catedral de Nuestra Señora la Real de la Almudena, donde el Card. Antonio Mª Rouco Varela presidió la Eucaristía de acción de gracias, concelebrada por los arzobispos y obispos asistentes al evento, vicarios episcopales, el deán y canónigos de la catedral y varias decenas de sacerdotes. El Cardenal presidente de la CEE agradeció la presencia de los participantes, animó a los consagrados a ser fieles a su propia vocación en la comunión eclesial, reflexionó sobre el Adviento que comenzaba y recordó a aquellos que sufren la crisis económica y moral.
Los asistentes al encuentro lo han valorado como una ocasión privilegiada de formación, para conocimiento de la teología de la vida consagrada, así como de las diferentes formas de consagración que el Espíritu Santo inspira en la Iglesia en un gozoso clima de fraternidad y comunión.
Gaudium Press / José Alberto Rugeles
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