Santiago (Lunes, 17-12-2012, Gaudium Press) En su edición del mes de diciembre, el periódico de Iglesia «Encuentro», hizo pública una entrevista al Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, en que se refirió a diversos temas del acontecer nacional y eclesial. En sus palabras, el prelado se muestra preocupado por la secularización que afecta a la sociedad y a la cultura, reafirma el rol educativo de la Iglesia y llama a una mayor comunión en esta Navidad.
Transcribimos parte de la entrevista.
Sabemos que usted tiene un gran desafío en esta arquidiócesis, ¿cuál o cuáles de todas las tareas que tiene a su cargo disfruta más?
Los momentos de mayor alegría son los del fin de semana, porque son los más intensos de contacto con el mundo de las comunidades cristianas. Ordinariamente, los viernes por la noche ya estoy en alguna comunidad, confirmando o visitando la parroquia. El sábado y domingo son tres actividades diarias y curiosamente eso no me cansa, al contrario me llena de entusiasmo, de motivación porque puedo experimentar y compartir la fe de la gente y el valor que le otorgan. Y puedo experimentar la alegría que suscita la presencia del pastor más allá de que sea yo, en medio de la gente, así que hay muchas fuentes de alegría.
De todos los problemas que afectan hoy a nuestra sociedad, ¿cuál es el que más le preocupa?
No podemos ser ingenuos, nuestra cultura y nuestra sociedad están marcadas por el proceso de secularización, pero vemos también que eso conduce a muchas insatisfacciones, a un descontento generalizado. Esos son signos muy concretos de que el hombre es mucho más que la materia, que la sociedad va mucho más allá de las exigencias y de tener buenas carreteras o un desarrollo industrial; estos son valores, pero -como dijimos en la Carta Pastoral- son realidades que requieren un rostro humano para que, de verdad, estén al servicio del crecimiento de la persona y los miembros de la sociedad puedan llegar a la estatura alta de los hijos de Dios.
Desde su larga trayectoria vinculada al quehacer de la educación, especialmente en ámbitos sociales más vulnerables, ¿cree que las demandas del movimiento estudiantil son legítimas?
Siempre he defendido, como presidente del área de educación del episcopado en Chile, y también en América Latina, como presidente del Departamento de educación y cultura del Celam, que la educación es un hecho público, no privado, porque la persona se realiza plenamente en la comunión con los demás. Por consiguiente, si entiendo que la educación tiene que ser pública, entendida desde esta responsabilidad, estoy totalmente de acuerdo. Ahora, si por educación pública entiendo que solamente el Estado puede otorgar legítimamente educación pública, no lo estoy. Creo que las instituciones intermedias como las sociedades, la Iglesia y otros grupos, tienen que hacerlo. La Iglesia por su naturaleza tiene como una de sus dimensiones fundamentales el munus docendi, es decir, la tarea de enseñar la fe, y de cómo esta fe se vive en los contextos reales de la vida, es una tarea que Jesucristo le dejó a la Iglesia. Ella no puede renunciar a eso.
¿Qué buenas noticias espera para este 2013?
Que Chile llegue a ser un país desarrollado con rostro humano y solidario, depende de todos. Esperamos también otras gracias. Que nuestra nación pueda vivir este año electoral con reflexión, con altura de miras, y con proyectos que busquen el bien del país; que se pueda dialogar, discernir; que con el aporte de todos podamos construir la polis, la ciudad, el país, con cariño, amor y responsabilidad.
A la luz de la Navidad que se acerca, ¿qué mensaje enviaría a la Iglesia de Santiago?
Que permitamos que en cada uno de nosotros y en nuestra comunidad nazca Jesucristo. Que podamos tener un encuentro con él, como lo tuvieron los pastores o los magos de Oriente. Porque de ese encuentro brotará un nuevo dinamismo de vida, que nos conduce a la conversión, a una mayor comunión, a una vivencia mucho más comunitaria y más solidaria de nuestra fe. Creo que la clave pastoral es la palabra ‘encuentro’. Nosotros sabemos que un encuentro de verdad siempre deja una huella profunda.
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