Ciudad del Vaticano (Martes, 18-12-2012, Gaudium Press) Una cultura deportiva debe ser basada siempre en la superioridad humana, «un deporte al servicio del hombre y no el hombre al servicio del deporte», resaltó el Santo Padre en la audiencia privada a una delegación del Comité Olímpico Nacional Italiano, recibido ayer de mañana en la Sala Clementina del Palacio Apostólico en el Vaticano.
«El desafío entonces no dice respecto solamente a las reglas, sino a la visión del hombre» que «tiene necesidad de educación, de espiritualidad y de valores transcendentes». El deporte es un «bien educativo», que ayuda al hombre a «comprender el valor profundo de la vida». Este es el motivo por el cual «la Iglesia se interesa por el deporte», destacó el Santo Padre en el discurso.
A los atletas, el Santo Padre dirigió una invitación a ser «campeones-testigos» y para vivir plenamente la experiencia deportiva con la misión de tornarse «modelos válidos de imitación». A los entrenadores y los trabajadores del deporte, pidió para que den un testimonio de buena humanidad.
«La presión para alcanzar buenos resultados -resaltó el Papa- no debe nunca estimular la entrada en trampas, como ocurre en el caso del «dopping». El mismo espíritu de equipo debe servir tanto como incentivo para que se evite la elección de este camino, como para ayudar a quien reconoce su error, de modo que se sienta acogido y ayudado».
Benedicto XVI hizo una invitación para que se viva el Año de la Fe con «espíritu de competición espiritual», lo que significa «vivir cada día en busca de la victoria del bien contra el mal, de la verdad sobre la mentira, del amor sobre el odio, y todo eso por encima de todo en sí mismo».
«Pensando todavía en el empeño de la nueva evangelización – continuó – el mundo del deporte también puede ser considerado un moderno «patio de los gentiles», esto es, una oportunidad preciosa de encuentro abierto a todos, fieles y no fieles, donde se pueda experimentar la alegría y también las dificultades de confrontarse con personas diversas, de diferentes culturas, lenguas y orientaciones religiosas».
Al final del discurso, el Santo Padre propuso la figura del Beato Giorgio Frassati, un apasionado por el deporte y por Dios, como modelo a ser seguido por los atletas. (AA/JS)
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