viernes, 22 de noviembre de 2024
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"La relación del ser humano con Dios no anula la distancia entre Creador y criatura", dice el Papa

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 19-12-2012, Gaudium, Press) Con un discurso sobre María, presentada como modelo de fe vivida «enteramente de la y en la relación con el Señor» y a partir de una actitud de atención, confianza, humildad y obediencia, el Santo Padre realizó esta mañana la última audiencia general del Adviento. «La apertura del alma a Dios y a su acción en la fe, incluye también un elemento de oscuridad. La relación del ser humano con Dios no anula la distancia entre Creador y criatura», resaltó Benedicto XVI, recordando dos de los principales momentos de la vida de la Virgen: la anunciación y la presentación del Hijo en Templo de Jerusalén.

 
 
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Fotos: Radio Vaticano

Con ocasión de los últimos encuentros con los fieles antes de la Navidad, el Papa decidió poner de relieve las figuras del Adviento: Juan Bautista y hoy, la Virgen María, que «ocupa un lugar muy especial».

Benedicto XVI inició su catequesis con la explicación de la terminología «chaîre» – «alegrarse» y «kecharitomene» – «llena de gracia», del saludo del arcángel Gabriel, que poseen un significado mucho más profundo en la tradición bíblica. En el Antiguo Testamento el «chaîre» aparece cuatro veces y siempre es usado para tratar del anuncio de alegría por la venida del Mesías (cfr Sof 3,14; Gl 2,21; Zc 9,9; Lam 4,21). Por tanto, el saludo del Ángel a María «marca el inicio del Evangelio, de la Buena Noticia», que «anuncia el fin de la tristeza que existe en el mundo debido al límite de la vida, al sufrimiento, a la muerte, a la maldad y la oscuridad del mal».

María se torna «morada del Espíritu Santo, totalmente moldeada por la acción de Dios» y por el diálogo con Él. El Papa destacó que el intenso diálogo entre Dios y María no significa ausencia de oscuridad y de temor en relación a lo que se espera, sino que es el punto fundamental de la confianza de María, que no teme por aquello «que Dios pueda pedir».

«Eso no es diferente del camino de fe de cada uno de nosotros -dijo Papa a los fieles- que encuentra momentos de luz, pero también pasajes en los cuales Dios parece ausente, su silencio pesa en nuestro corazón y su voluntad no corresponde a la nuestra, a aquello que queremos. Pero cuanto más nos abrimos a Dios, acogiendo el don de la fe, más entregamos a Él nuestra confianza».

A partir del ejemplo de María tenemos otra enseñanza: la intimidad del diálogo con Dios, que no es superficial y que ella «deja penetrar en su mente y su corazón para comprender aquello que el Señor desea de ella, el sentido del anuncio» – «guardaba todas esas cosas y María las evaluaba en su corazón».

Al final de la audiencia general, a los peregrinos de lengua española, el Santo Padre afirmó que «en la solemnidad de la Navidad, que está próxima, vemos como Dios escogió su morada en el vientre de María, que nos hace crecer en el amor del Señor, acogiendo humildemente su Palabra».

Ya a los peregrinos de lengua portuguesa, el Santo Padre se dirigió con «los votos de una Navidad con Jesús en el corazón y en la familia de cada uno, pidiendo que la humildad y la obediencia de la fe de María y José, nos permita ver, en la fuerza indefensa de aquel Niño, la victoria final sobre todos los poderes arrogantes y rumorosos del mundo. ¡Una Feliz Navidad!».

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