viernes, 22 de noviembre de 2024
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La poesía mística prepara la sublime poesía del cielo: Cardenal Cañizares en premiación a poetisa ecuatoriana

Roma (Viernes, 21-12-2012, Gaudium Press) El Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, que llegó este año a la edición número 32 y que es patrocinado por el Pontificio Consejo de la Cultura , otorgó su galardón a la escritora ecuatoriana Yhamile Bettsy Narváez por la obra «Entre los pucheros», título inspirado en la célebre frase de Santa Teresa de Jesús: «Mirad que entre los pucheros y las ollas anda Dios». 

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El Cardenal Cañizares presidió la premiación en la que se galardonó a la ecuatoriana Yhamile Narváez .

El Cardenal Anotnio Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, presidió la entrega del premio y exaltó la bondad de la poesía mística, según informó la agencia ACI. «Necesitamos la poesía mística para ir preparándonos a la sublime poesía de la que participaremos en el cielo», afirmó el prelado, quien agradeció a la Fundación Fernando Rielo y alos participantes en el concurso por «su contribución para que la poesía mística siga siendo algo inherente a la cultura cristiana, y más todavía, a la vida de los cristianos».

La ganadora del premio, una poetisa, esposa y madre de familia, concedió una entrevista a la agencia Zenit en la que deja ver la profundidad del arte de escribir poesía sobre las realidades espirituales. Para ella, la poesía mística «es un diálogo entre dos personas. Entre una que es absolutamente trascendente y otra que es más pequeña, más breve, pero que en la medida que se comunica con ese ser absoluto, de alguna manera también trasciende».

Yhamile Bettsy Narváez narró a Zenit su camino desde la literatura infantil, la cual exploró para comunicar a sus hijos «un sentido de identidad» arraigado en el reconocimiento de ser hijos de Dios, hacia la poesía mística. «La poesía mística sale de ese mismo sentir, del saber que hay un Otro que mira a través de toda la gente que tenemos cerca, y que espera por nosotros». El proceso espiritual fue descrito por la artista como «un juego de búsqueda» donde se va descubriendo a Dios.

«Es como cuando uno se enamora y va descubriendo en el otro cosas que al principio no había visto», describió Narváez, «y que al descubrirlo lo enamoran a uno más de lo que había estado al principio. Y en la medida que lo vas conociendo, vas descubriendo más razones para amarlo. Ese es mi propio camino».

Sobre la técnica que requiere la poesía, y que expresa esa experiencia personal la escritora afirmó que «se necesita, y hay que pulirla mucho». Según ella, la poesía es perfectible, pero no «desde el artificio, de maquinar la imagen, o la figura retórica de lo que se espera producir como efecto en el público. Porque en la poesía mística el público no existe, el público es ese Otro que nos conoce más de lo que nosotros mismos nos conocemos».

Otros autores autores místicos han inspirado la obra de Narváez, quien destacó especialemente a Santa Teresa de Jesús. «La quiero mucho porque creo que el afecto de Santa Teresa por Jesús es un afecto tan vivo, que se va reproduciendo a lo largo de su vida en las cosas pequeñas, en las cosas cotidianas». Pese a ciertas imperfecciones en la gramática, la poesía de la santa de Ávila «va mostrando la realidad de una conciencia distinta, de la conciencia del amado, del saberse amado, del no orar en el vacío, del no luchar en el vacío».

Es precisamente esta elevación de lo cotidiano a Dios lo que puede percibirse en la obra de Yhamile Narváez. Para ella, su vocación es simplemente «hablar bien de Dios» y dedicó su obra «a muchas personas que trabajan evangelizando día a día, que trabajan por el bien de los otros, por aliviar tanto sufrimiento» y a quienes en este momento están buscando a Dios. «Deseo que mi poesía se convierta en misión», concluyó.

La agencia Zenit divulgó uno de los poemas del trabajo galardonado, el poemario «Entre los Pucheros», que reproducimos a continuación:

La noche no termina de bostezar
con su largo, larguísimo cansancio apretujado.
Arriba, sobre la luz parásita de la ciudad,
brillan las constelaciones
como un libro de cuentos
que no cierras nunca.
Pero yo tengo que levantarme.
Los primeros gorriones te agradecen
que los preservaras de la helada,
y los mirlos se saludan con chillidos.
Tengo que levantarme.
La madrugada es un animal abrupto
con puntas finísimas de frío
y se estira junto a estos cristales
sin ganas de irse.
Tengo que levantarme
Tú me esperas.
Los colibríes tosen y empiezan su trabajo,
el ruido de las máquinas los ahoga.
Entre el vapor del agua que empieza a hervir
y los panes del desayuno, pienso,
no ha crecido el día lo suficiente
y Tú ya lo tienes todo listo:
el sol que ha de calentarnos,
la sonrisa que nos dará razones de seguir,
la lluvia con su danza de miles de ajorcas de cristal,
el amor nos dará razones de amar,
la aventura de vivir en tu Presencia.
Por eso vengo todavía sin calzarme,
antes de los ruidos del día
para decirte:
Aquí me tienes.
Yo quiero ofrecerte hoy otra vez mi vida
y decirte una y otra vez:
Hágase en mí, según como Tú quieres.

Con información de las agencias ACI y Zenit.

 

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