Santiago (Jueves, 27-12-2012, Gaudium Press) «Nos hemos reunido en este día santo, en que la Iglesia celebra la natividad del Señor, para que su vida, la gracia, el amor que Él nos trae, tenga cabida en nuestro corazón y podamos de verdad vivir este día como un día de bendición, de paz para nuestra vida personal, de nuestras familias, del país, y del mundo entero».
Con estas palabras el Arzobispo de Santiago de Chile, monseñor Ricardo Ezzati, dio inicio a la Santa Misa de Navidad el martes 25 en la Catedral Metropolitana. Acompañado del clero capitalino, el obispo presidió esta celebración comenzando con un momento de adoración al Niño Dios a los pies del pesebre antes del arribo de la procesión al altar.
En su homilía, el prelado hizo un llamado a los fieles para que en este Año de la Fe se reavive en cada uno la vocación de discípulos misioneros de Jesucristo, tanto en la vida personal como social. «Que este año de la fe reavive en cada uno el compromiso de acoger al Señor en nuestra vida, de darle cada vez más espacio en nuestra realidad familiar y social. Que cada uno de nosotros pueda crecer alumbrado y sostenido por el amor de este niño que ha venido para salvarnos», dijo.
Finalizado el oficio y antes de retirarse, monseñor Ezzati respondió algunas preguntas de los medios de comunicación y comentó su tradicional Mensaje de Navidad que fue transmitido por televisión y radio en Noche Buena. «La cultura contemporánea quiere ser autosuficiente, piensa que tiene en sí toda la fortaleza para transformar el mundo, para hacerlo feliz, y la constatación es que no es tan así, que hay temas que tocan el proyecto de la vida del hombre y de la mujer que no encuentran en la soberbia humana la respuesta adecuada», señaló.
Y agregó: «Lo que necesitamos es volver a ponernos de rodillas delante del Señor en la humildad de nuestra vida y reconocer en la humildad de ese Niño la potencia de Dios que viene a iluminar el camino de la plenitud de vida para todas las personas».
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