Santiago (Miércoles, 02-01-2012, Gaudium Press) Ante una Catedral Metropolitana repleta de feligreses, el Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, celebró este domingo 30 de diciembre la Fiesta de la Sagrada Familia. Entre los asistentes, se encontraba un grupo importante de fieles pertenecientes al movimiento Sagrada Familia de Nazaret, quienes coordinaron y dirigieron la celebración eucarística.
En su homilía, el obispo de Santiago destacó la importancia de vivir la caridad y llamó a los presentes a difundir el amor de Dios por medio del testimonio personal de cada uno en las diversas realidades sociales, «de tal manera que también en el tiempo de hoy, en la cultura de hoy, el testimonio de vida de cristianos auténticos, que viven en el amor de Dios y que hacen presente ese amor en la vida de los hermanos, resplandezca como una luz que invite a muchos otros a unirse a aquellos que siguen y se hacen discípulos del Señor».
Y agregó: «Si hay una debilidad que tenemos que reconocer con humildad en nuestro tiempo es que el conocimiento del Hijo de Dios, el conocimiento del Evangelio, el conocimiento de la vida cristiana ha mermado enormemente, por culpa nuestra, también, porque los papás no han sabido transmitir la fe a sus hijos, porque la sociedad los ha llenado de tantos y tantos anuncios de libertad y de felicidad que han resultado falaces, porque tal vez no hemos tenido la valentía de vivir de acuerdo al espíritu, haciéndonos discípulos y misioneros de Jesús».
La familia unida a Dios, se vuelve una cuerda firme
Al referirse a esta festividad, el prelado resaltó la imagen de la Familia de Nazaret y el hecho de que Jesucristo dedicara sólo tres años en dar a conocer su mensaje, tres días para su entrega en la pasión, muerte y resurrección, y «treinta años para mostrarnos, para revelarnos el valor de la familia».
En palabras del pastor, la vida de hombres y mujeres que forman una familia «será una vida verdadera, será una vida fuerte, si Dios entreteje su vida con la de ustedes, si ustedes entretejen su vida con la de Dios. Sin Dios, la vida de una familia es un hilo frágil que se puede romper a cada lado y en cada momento, pero unidos a Dios se vuelve una cuerda firme, que nada ni nadie, ninguna dificultad podrá romper».
En este mismo sentido monseñor Ezzati recordó a los asistentes la importante misión de los padres para con sus hijos, ya que estos últimos «necesitan ser amados, y ser amados hasta cuando se den cuenta de que son amados. Muchas veces se equivocan, pero es solamente el amor el que salva. No olviden nunca que la verdadera educación es cosa del corazón, en primer lugar».
No tengan miedo de proclamar el valor esencial e insustituible de la familia
Continuando con su mensaje, el Arzobispo de Santiago expresó que la familia tiene un lugar fundamental en la vida de la Iglesia y uniéndose a recientes palabras del Papa Benedicto XVI, precisó que «no debemos sentir que es una ofensa a nadie proclamar que la familia es la unión de un hombre y una mujer, para que se amen y para que ese amor sea fecundo. No por nada las encuestas hechas en nuestro país nos dicen que el valor que más aprecian los chilenos es el valor de la familia».
«Por consiguiente, no tengan miedo, al contrario, seamos hombres y mujeres que tienen razón y que esa razón está sostenida por la fe, que no tiene miedo de proclamar el valor esencial, insustituible de la familia. Nada ni nadie debiera obstaculizar o frenar este bien, ni las leyes, ni las costumbres, ni pretensiones de cultura», dijo.
Y agregó: «Sabemos que la libertad es un don muy grande que debemos apreciar y defender. Pero el primer valor no es la libertad, el primer valor es la verdad y el amor, y la libertad tiene que estar siempre al servicio de la verdad y del amor».
En relación a esto, el obispo advirtió que «en nuestros días se pretende darle nombre de familia a cualquiera realidad social», y frente a estas tendencias «nosotros estamos llamados a defender que la familia, como Dios la ha querido y como nuestra razón la descubre, es la unión entre un hombre y una mujer, como les decía, destinados al amor recíproco y destinado a la fecundidad de la vida».
«No es un bien para Chile que la familia se pueda confundir o se la quiera confundir. Nosotros, como cristianos, tenemos que tener el corazón abierto a todas las realidades, pero debemos tener también la valentía de llamar por su nombre a estas realidades y decir que la familia es lo que es, y no cualquier cosa que algunos pueden pretender. Aunque eso llegue a ser reconocido por una ley, no significa que la ley exprese la verdad de las cosas», enfatizó.
Promover la familia es un signo de civilización, un signo de gran cultura
Al terminar su homilía, monseñor Ezzati señaló que la familia, su rol y protección, son temas muy delicados para el bien y el futuro de Chile, que ameritan una profunda reflexión y discernimiento, desde la verdad, desde el Evangelio, ya que la familia es un bien intransable en nuestra sociedad.
«Dios quiera que en Chile una cultura superficial no permita que la familia quede dañada y quede obscurecida y que, al contrario, que todos, desde los más humiles hasta los más grandes, desde quienes no tienen ningún poder hasta aquellos que tienen el poder político, puedan sentir que defender a la familia, promover la familia, es un signo de civilización, un signo de gran cultura», dijo.
Finalmente el prelado pidió a Dios que a todos «nos conceda la fuerza para trabajar por la verdad y nos regale seguir viviendo en ese santuario de la vida y del amor que son nuestras familias».
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