Redacción (Miércoles, 02-01-2012, Gaudium Press) A continuación, unas líneas de Mons. Aloísio Roque Oppermann scj – Arzobispo emérito de Uberaba, recordándonos el profundo sentido cristiano de las tradiciones y objetos que comúnmente se exhiben en Navidad:
En los tiempos navideños aparecen ciertos «eruditos» que quieren ver señales de paganismo en las celebraciones del nacimiento de Jesús. Creen esos excavadores de la Historia, informados a medias, que aquello que cerca a la Navidad nada tiene que ver con Jesús. Así, nos hacen recordar que el 25 de diciembre es una fecha irreal para el nacimiento del Niño. Es data falsa, dicen.
Cuando la Iglesia va a una nueva región, a transmitir la enseñanza del Evangelio, no acostumbra substituir las culturas existentes, sino les da un sentido nuevo, sin destruirlas. Por eso, la fiesta del Sol Invicto, existente entre los romanos, y celebrada el 25 de diciembre (alto inverno), no fue menospreciada, sino substituida en su sentido. La Iglesia enseñó que el verdadero sol es Jesús. El nuevo sentido «tomó», porque la fecha real nadie sabe. «Ella dio a luz a su hijo primogénito» (Lc 2,4). Hubo una convención sobre la Navidad, ahora fijada el 25 de diciembre.
También quiero ayudar a deshacer ciertas sinapsis mal hechas en las neuronas de algunas personas. Dicen algunos, con expresión poco madura, que todo lo que acompaña a las fiestas navideñas no tiene sentido cristiano.
Quiero explicar un poco la gran riqueza cultural contenida en los festejos populares.
Así, damos regalos a las personas, sobre todo a los niños, porque el Padre del Cielo nos dio el mayor regalo que es posible: su Hijo Jesús.
La Cena de Navidad recuerda que Jesús nació en una familia y vino a valorar esa bella institución, trayéndole prosperidad. Usamos luces de adorno, porque Cristo es la luz del mundo. Adornamos árboles de navidad, de preferencias coníferas, árboles llenos de vida y verdes, porque Jesús es la vida perenne.
Colocamos bolas coloridas en el árbol, porque la humanidad debe realizar muchas obras buenas a favor de los otros. Montamos el pesebre para mostrar que Jesús vino para todos, especialmente para los más pobres.
Colocamos ángeles y trompetas, para decir que comenzaron los nuevos tiempos del Salvador, llamando a la humanidad para la esperanza. Sin alargar más en símbolos, quiero mostrar que todo eso la Iglesia aprovechó, porque ya existía en la cultura del pueblo. Y le dio un nuevo sentido más rico. Fue un éxito cultural. Solo papá Noel continúa siendo una introducción incomprensible. Esa figura solo existe hace 100 años. Pero a medida que nos concienticemos de su banalidad, podremos darle un nuevo sentido.
Mons. Aloísio Roque Oppermann scj – Arzobispo emérito de Uberaba.
Con informaciones de la Radio Vaticana.
Deje su Comentario