Managua (Miércoles, 02-01-2013, Gaudium Press) Un llamado a valorar y proteger la familia fue el mensaje que los Obispos de Nicaragua expresaron a los fieles en el final de 2012 en una declaración especial: «Les invitamos a contemplar con admiración y acoger como modelo e inspiración a la sagrada familia de Nazaret». En el documento, los prelados analizan las luces y sombras de las familias nicaragüenses y piden a los fieles un mayor esfuerzo para proteger esta institución.
La Sagrada Familia fue puesta como modelo para todos los católicos en el mensaje de los Obispos. |
La fe, afirmaron los Obispos, «nos ayuda a comprender aún más el misterio, la belleza y la misión de la familia», imagen de Dios, que en la Trinidad vive la entrega amorosa del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La familia aparece desde el inicio de la historia, en la creación misma, y «se afirma claramente como parte del proyecto divino», fundada sobre el matrimonio de un hombre y una mujer, «a través del amor conyugal como comunión en la diversidad y de la procreación que perpetúa el género humano en la historia».
Esta unión de hombre y mujer «no es solamente un hecho biológico o social, sino que posee una significación teológica y moral especial, a tal punto que Jesús afirma que el matrimonio pertenece al designio original de Dios con carácter de indisolubilidad absoluta», advirtieron los Obispos, quienes reiteraron el valor del sacramento del Matrimonio y recordaron su profunda importancia para la vida de la Iglesia.
Las familias en Nicaragua
En el balance que los Obispos hicieron sobre la actualidad de la familia, destacaron la valoración de la misma como característica arraigada en la sociedad, el reconocimiento del papel de los ancianos como educadores en la fe de las nuevas generaciones y la apertura generosa a la vida por parte de muchos matrimonios.
Sin embargo, los prelados alertaron sobre «el creciente secularismo que se extiende en nuestra sociedad» y que comienza a afectar el núcleo familiar, «llegándose incluso a proponer un falso concepto de matrimonio y de familia, contrario a la ley natural, la razón, la ética y la moral cristiana». Los jóvenes reciben una educación que «no ayuda a contrarrestar tales influencias negativas» y que crea desorientación, incluso en los mismos padres, sobre cómo guiarlos «a una adecuada vivencia de la sexualidad y una correcta comprensión del matrimonio y de la familia a la luz de la fe», denunciaron.
Los Obispos también expresaron su preocupación por las penalidades materiales que afrontan muchas familias, y que originan la migración de muchos ciudadanos, «afectando gravemente la unidad familiar y la estabilidad afectiva de los hijos». Los prelados lamentaron la violencia intrafamiliar, el alcoholismo, la extensión del narcotráfico y la trata de personas, y la influencia nociva de los medios de comunicación que «transmiten antivalores como la violencia y la infidelidad matrimonial».
La declaración también advierte sobre la manipulación de las conciencias de los jóvenes a través del hedonismo y el avance de la llamada «ideología de género» que desconoce la naturaleza humana. «Esto ha provocado graves y confusas tergiversaciones terminológicas en cuanto al matrimonio, el sexo y la familia», alertaron los Obispos, quienes señalaron la intención de aprobar leyes en contra de la dignidad del matrimonio, el derecho a la vida y la identidad de la familia.
Redescubrir la familia cristiana
Ante estas realidades, los Obispos llamaron a los fieles a «a redescubrir cada día con gozo «la buena nueva de la familia»», según la expresión del Documento de Aparecida. Para ello, pidieron un retorno a la vida de fe, practicada de forma comunitaria en el hogar: «No olviden las familias la importancia de construir cada día la convivencia fortalecidos con la gracia divina, sobre todo participando de la celebración eucarística dominical en familia, orando juntos padres e hijos leyendo y meditando la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura y practicando el rezo cotidiano del Santo Rosario en familia», exhortaron.
Para contrarrestar los ataques de la cultura secularizada, los prelados pidieron «que los padres de familia asuman con seriedad y responsabilidad además de su fidelidad recíproca en el amor, también su misión de acompañar, corregir y educar a sus hijos, alertándolos y preparándolos con espíritu de discernimiento» que les permita enfrentar las ideologías inmorales que se les imponen. «Los padres no deben olvidar que por la gracia del sacramento del matrimonio han recibido la responsabilidad y el privilegio de evangelizar a sus hijos», reiteraron.
A los jóvenes, los Obispos pidieron valorar la familia y renunciar a las propuestas inmorales para abrazar los valores del Evangelio. «No ignoramos las crisis y dificultades que puedan encontrar en su camino de maduración humana, por lo que también les invitamos a abrirse a pedir y recibir ayuda», primordialmente de los padres y de otras personas que les orienten debidamente de acuerdo a la fe y la moral. Este compromiso es fundamental, ya que son «el presente y el futuro de la sociedad y de la Iglesia».
Finalmente, la Conferencia Episcopal se dirigió a la comunidad política, a la cual recordó el deber de proteger a la familia, y a los fieles, quienes deben actuar frente a las iniciativas legislativas que contradigan la Palabra de Dios y al moral de la Iglesia. También se pidió una estrecha colaboración de las instituciones educativas católicas, que deben responder a la confianza depositada en ellos con fidelidad al Evangelio y a la moral católica, y una labor activa de la pastoral juvenil en la catequesis sobre el sacramento del matrimonio y la vida familiar.
«Al concluir este mensaje deseamos poner a todas nuestras familias bajo la protección e intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret», expresaron los Obispos, quienes encomendaron a ella la educación y promoción de la vida y la misión evangelizadora de las familias en la sociedad. «¡Que María, Madre de Jesús y Madre de la Iglesia, viva en el corazón de nuestras familias, confiriendo alma y ternura a la convivencia familiar!», concluyeron.
Miguel Farías – Gaudium Press
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