viernes, 22 de noviembre de 2024
Gaudium news > Card. Piacenza escribe carta a las madres materiales y espirituales de los seminaristas y sacerdotes

Card. Piacenza escribe carta a las madres materiales y espirituales de los seminaristas y sacerdotes

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 02-01-2013, Gaudium Press) Un hermoso mensaje dirigió el Cardenal Mauro Picenza, Prefecto de la Congregación para el Clero, a todas las madres materiales y espirituales de los sacerdotes y seminaristas, comparándolas con la Santísima Virgen, con motivo de la solemnidad que conmemora su maternidad divina. «Toda madre no puede sino alegrarse en ver la vida del propio hijo, no sólo realizada sino investida de una especialísima predilección divina que abraza y transforma para la eternidad», afirmó.

Mauro piacenza.jpg
 Cardenal Mauro Piacenza.

La carta recuerda la inmensa dignidad de María, que dio a luz «al Sumo y Eterno Sacerdote, Jesucristo, único Salvador del mundo», ocupando un lugar de honor en la historia de la salvación: «María participó, de modo único e irrepetible, en el misterio de nuestra redención, convirtiéndose así en Madre de Dios, Puerta del Cielo y Causa de nuestra Alegría». De la misma manera, explica el Card. Piacenza, «la Iglesia toda mira, con admiración y profunda gratitud, a todas las madres de los sacerdotes y de cuantos, recibida esta altísima vocación, han emprendido el camino de formación, y con profunda alegría me dirijo a ellas».

Los sacerdotes, sus hijos, son los elegidos por Dios para manifestar su presencia en el mundo. «Por medio del sacramento del orden», explica el Cardenal, «la vida de los sacerdotes es definitivamente asumida por Jesús e inmenrsa en El, de modo que en ellos, es Jesús mismo el que pasa y actúa entre los hombres». De esta forma, las madres de los sacerdotes lo son de estos «alter Cristus» (otro Cristo) a través de quienes Cristo mismo obra.

El Prefecto recordó que en la formación de la vocación sacerdotal la familia tiene un papel fundamental, «pero es ciertamente única y especial la participación que corresponde a la madre del sacerdote». Su cooperación a la gracia de Dios se ve premiada en su vida: «Únicos y especiales son los consuelos espirituales que le afluyen por haber llevado en su seno a quien se ha convertido en ministro de Cristo».

Si bien la madre entrega su hijo a Dios y acepta una separación material de él, se configura en el sacramento una nueva cercanía espiritual, explicó el Cardenal. «Cada madre de un sacerdote es misteriosamente «hija de su hijo». Hacia él podrá ejercer también una nueva «maternidad», en la discreta, pero eficacísima e inestimablemente valiosa, cercanía de la oración y en la ofrenda de la propia existencia por el ministerio del hijo».

La entrega espiritual de las madres en apoyo al ministerio sacerdotal de sus hijos fue calificada por el Card. Picenza como un «obra de auténtico sostén, siempre necesaria en la vida de la Iglesia», que es, además, especialmente urgente en un mundo secularizado que demanda de los sacerdotes un nuevo y radical anuncio de Cristo. «Las madres de los sacerdotes y de los seminaristas son un verdadero «ejército» que, desde la tierra eleva al Cielo oraciones y ofrendas y que, todavía más numeroso, desde el Cielo intercede para que cada gracia sea derramada sobre la vida de los sacros pastores».

«Por esta razón», expresó el Prefecto, «deseo con todo el corazón animar y dirigir un particularísimo agradecimiento a todas las madres de los sacerdotes y seminaristas y –junto a ellas- a todas las mujeres, consagradas y laicas, que han acogido el don de la maternidad espiritual hacia los llamados al ministerio sacerdotal». El prelado destacó su ofrecimiento de la vida, sufrimientos y fatigas, así como sus alegrías en favor de los ministros de Dios. Ellas se hacen «partícipes, a título especial, de la maternidad de la Santa Iglesia, que tiene su modelo y su cumplimiento en la divina maternidad de María Santísima», afirmó el Cardenal.

El Card. Piacenza impartió para todas ellas «la más afectuosa bendición, implorando para vosotras de Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios y de los sacerdotes, el don de una cada vez más radical identificación con Ella, discípula perfecta e Hija de su Hijo».

Con información de Zenit.

 

Deje su Comentario

Noticias Relacionadas