Ciudad del Vaticano (Miércoles, 02-01-2013, Gaudium Press) «Siempre, incluso en medio de las dificultades más arduas a enfrentar, debemos tener fe en Dios, como lo hizo María», porque «¡con Dios nada es imposible! Con Él nuestra existencia camina siempre sobre un terreno seguro y está abierta a un futuro de firme esperanza», destacó el Santo Padre esta mañana, en la primera audiencia general del año, proferida todavía en atmósfera navideña.
Foto: Radio Vaticano |
En la catequesis de esta mañana, el Papa se concentró sobre el tema del origen de Jesús: «¿Cómo pudo aquel pequeño y frágil niño traer una novedad tan radical al mundo, al punto de cambiar los rumbos de la historia? ¿No hay algo misterioso en su origen que está más allá de aquella gruta?» preguntó el Papa. El nacimiento de Jesús es de hecho «un misterio insondable e inaccesible» que nos toca: Dios se torna Enmanuel, «Dios con nosotros».
Este gran misterio, sin embargo, no habría sido posible sin la Virgen Santísima. La afirmación en el credo «ex Maria Virgine» destaca el hecho de que Dios se torna hombre: «Sin ella -explicó Benedicto XVI- la entrada de Dios en la historia de la humanidad no habría alcanzado su fin y no habría tenido una importancia central en nuestra Profesión de Fe. Dios es un Dios con nosotros. Así, María forma parte de modo irrenunciable de nuestra fe en un Dios que actúa, que entra en la historia. Ella coloca a disposición toda su persona, ‘acepta’ tornarse lugar de la morada de Dios».
La Madre de Dios es un modelo para nosotros de cómo enfrentar nuestras fallas y nuestra pobreza delante del mundo. «Siempre, incluso en medio de las dificultades más arduas a enfrentar -continuó el Santo Padre- debemos tener confianza en Dios, renovando nuestra fe en su presencia y acción en nuestra historia, así como en la de María. Nada es imposible para Dios. Con Él nuestra existencia camina siempre sobre un terreno seguro y está abierta a un futuro de fuerte esperanza».
El profundo sentido del bautismo
Durante la catequesis, el Papa explicó también el sentido del Bautismo: «La fe – destacó – trae para nosotros una novedad tan fuerte que produce un segundo nacimiento. El hecho de usar el modo pasivo para decir que recibimos el Bautismo explica que «nadie es capaz de tornarse hijo solo: se trata de un don, que es conferido gratuitamente.» Debemos, así como María, confiar «nuestra vida al Señor como a un amigo en quien confiamos totalmente y, a partir de entonces todo cambia, nuestra vida recibe un nuevo sentido y un nuevo rostro: aquel de los hijos de un Padre que nos ama y nunca nos abandona». La fe nos da la seguridad de que, aún cuando nos sentimos frágiles, empobrecidos e incapaces ante las dificultades y el mal existente en el mundo, el poder de Dios actúa siempre y obra maravillas hasta en los momentos de debilidad».
Al final de la audiencia general, Benedicto XVI, en el saludo en español, invitó a todos a «anunciar la alegría y la esperanza que la Navidad nos trae, y la certeza de que el poder de Dios está presente en nuestra historia». En el saludo en portugués, el Santo Padre deseó, aún en clima de Navidad, que «la luz del Salvador divino resplandezca intensamente en vuestros corazones, para que seáis sembradores de esperanza y constructores de paz en vuestras familias y comunidades».
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