Ciudad del Vaticano (Jueves, 03-01-2013, Gaudium Press) Al final del año 2012, Benedicto XVI, en el contexto del Año de la Fe, recordó que la fe en Jesús «permite una constante renovación en el bien y en la capacidad de salir de la arena movediza del pecado y de recomenzar.» En la conclusión del año civil, el Santo Padre presidió las Vísperas de Acción de Gracias con el solemne canto «Te Deum» y permaneció en la Plaza de San Pedro para visitar el gran pesebre ofrecido por la Región de la Basilicata.
En la breve homilía, el Santo Padre destacó el sentido profundo del canto «Te Deum», que contiene una sabiduría que «nos hace decir que, a pesar de todo, el bien existe en el mundo y ese bien está destinado a vencer gracias a Dios, al Dios de Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado». No es fácil «disfrutar de esta realidad profunda, pues el mal hace mucho más rumor que el bien». El Santo Padre observó que «un asesinato brutal, la propagación de la violencia y las graves injusticias se tornan noticia», mientras «al contrario, los gestos de amor y solidaridad, el cansancio cotidiano soportado con fidelidad y paciencia permanecen con frecuencia en la sombra y no vienen a la luz».
«No podemos detenernos solamente en las noticias si queremos realmente comprender la vida y el mundo»
«No podemos detenernos solamente en las noticias si queremos realmente comprender la vida y el mundo» -afirmó el Papa- «debemos ser capaces de permanecer en el silencio y la meditación, en la reflexión calma y prolongada, debemos conseguir parar para pensar. Este es un modo de encontrar la cura para las inevitables heridas que surgen en lo cotidiano».
El Papa visitó el pesebre en la Plaza de San Pedro |
Benedicto XVI se dirigió a los cristianos recordando que con Dios «aprendemos a mirar con sinceridad nuestras propias acciones, incluso el mal presente en nosotros y a nuestro alrededor». El Santo Padre destacó que, «sobre todo delante de momentos oscuros que con frecuencia surgen en la vida y que no dependen del proyecto de Dios, sino de elecciones equivocadas del propio hombre, porque sabe que la fuerza de la fe puede mover montañas (Mt 17,20): el Señor puede iluminar hasta las tinieblas más profundas».
La necesidad de difundir el Evangelio
El Papa resaltó también las dificultades enfrentadas en la vida en grandes ciudades como Roma. El empeño apostólico de difundir el Evangelio a todos los hombres, en especial a las nuevas generaciones «es todavía más necesario cuando la fe corre el riesgo de ser oscurecida en contextos culturales que obstaculizan su enraizamiento y su presencia social. Hasta Roma es una ciudad donde la fe cristiana debe ser anunciada siempre y testimoniada de forma creíble».
Al final de la homilía, el Santo Padre se dirigió a los agentes de las diversas pastorales con palabras de invitación y estímulo a un empeño particular por las familias, sobre todo por los padres en su misión educativa. «La complejidad de la vida en una gran ciudad como Roma» – dijo el Papa – «y de una cultura que parece con frecuencia indiferente a Dios, exige que no se dejen solos a los padres y las madres en esa tarea tan decisiva, o sea, se debe apoyarlos y acompañarlos en su vida espiritual».
Las Vísperas fueron finalizadas con el canto «Te Deum» en acción de Gracias por el año transcurrido. Después del cierre de la solemnidad, el Santo Padre en el papamóvil fue hasta la Plaza de São Pedro para visitar el grande y bello pesebre.
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