sábado, 23 de noviembre de 2024
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Dios llama a algunos, pero no para excluir a otros, observa el Papa en la audiencia general

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 16-01-2013, Gaudium Press) La Eucaristía es para nosotros «la gran escuela donde aprendemos a ver el rostro de Dios, entramos en una relación íntima con Él y pasamos, al mismo tiempo, a dirigir nuestra mirada al momento final de la historia, cuando Él nos saciará con la luz de su rostro», dijo el Santo Padre al final de la audiencia general de esta mañana durante la catequesis «revelar el rostro de Dios», tema muy presente en el Antiguo Testamento y que se expresa de modo amplio en el Nuevo Testamento, en Jesucristo.

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Fotos: Radio Vaticano

Dios se hizo conocer de un modo diferente a los hombres: «Él no seleccionó criterios basados en el poder terrenal, sino en el amor», resaltó el Papa, explicando que esa elección «permanece un misterio y al mismo tiempo revela el estilo de Dios, que llama a algunos, pero no para excluir a otros, y sí para que sirvan de puente y conduzcan a Cristo».

La revelación divina es testimoniada en el Antiguo Testamento, en la historia del pueblo de Israel, en la cual «Dios se hace conocer, se revela, entra a la historia con palabras y acciones», que «hacen recordar la exigencia de fidelidad a la alianza y a partir de ella esperan la realización plena y definitiva de las promesas divinas», que se revelarán de forma plena en Jesucristo.

Para un israelí la interrogación sobre el rostro de Dios posee carácter fundamental: «Por un lado quiere decir que Dios no puede ser reducido a un objeto, a una simple imagen y ni siquiera puede ser substituido por cualquier otra cosa; por otro lado, sin embargo, se afirma que él posee un rostro, que Él es un ‘T’, que puede relacionarse y no está cerrado en el Cielo, observando a la humanidad desde lo alto. Dios está ciertamente arriba de todas las cosas, pero se dirige a nosotros, nos escucha, nos ve, habla con nosotros, estrecha los lazos y es capaz de amar». En el Antiguo Testamento, el tema del «rostro de Dios» está relacionado a Moisés.

2.jpgA través de Jesús de Nazaret, explicó el Papa, «Dios visita realmente su pueblo, la humanidad, en un mundo que está más allá de toda la espera: envía a su Hijo Único que se hizo hombre y Dios al mismo tiempo». En él se revela el rostro del Padre (Job 14,9), «la novedad del Nuevo Testamento, que surgió en la gruta de Belén: Dios puede ser visto, mostró su rostro, puede ser visto en Jesucristo», en el misterio de la Encarnación. El Señor se tornó «mediador y plenitud de toda la Revelación» y «no es simplemente uno de los mediadores entre Dios y el hombre, sino ‘el mediador’ de la nueva y eterna alianza» (cfr Hb 8,6; 9,15; 12,24).

Los fieles pueden encontrar el rostro de Dios en su día a día, en el misterio de la Eucaristía, que es «la gran escuela en la cual aprendemos a ver el rostro de Dios y por medio del cual entramos en un relacionamiento íntimo con Él, aprendemos también a dirigir nuestra percepción para el momento final de la historia, cuando Él nos saciará con la luz de su rostro. Sobre la tierra caminamos en dirección a esa plenitud, en la espera que se cumplirá en el Reino de Dios».

En el saludo en lengua española, el Santo Padre invitó a los fieles a «escuchar la Palabra y a participar de la Eucaristía, donde se manifiesta especialmente el rostro de Cristo».

Al final de la audiencia general, Benedicto XVI un día antes del inicio de la tradicional Semana de la Oración por la unidad de los cristianos, deseó que «la fuerza inagotable del Espíritu Santo nos estimule a un empeño sincero de búsqueda de la unidad, para que podamos profesar todos juntos que Jesús es el Salvador del mundo».

Esta mañana, durante el tradicional «besamanos», el pontífice recibió a León E. Panetta, Secretario de Defensa de los Estados Unidos.

 

 

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