Ciudad de México (Miércoles, 23-01-2013, Gaudium Press) En homilía hecha en la Catedral de México, a propósito del Evangelio de las Bodas de Caná, el Cardenal de México, Mons. Norberto Rivera Carrera, recordó que el vino es símbolo de la alegría y del amor recíproco de los esposos, sin embargo, él puede agotarse.
El Cardenal Rivera invitó a los matrimonios a introducir a Cristo en su interior |
Entonces, enseña el Cardenal: «Si Jesús está en la casa, a él se puede recurrir cuando comienza a faltar el vino, cuando disminuye el entusiasmo, el atractivo físico, la novedad, -en una palabra-, cuando el amor de los novios llega a faltar. Jesús sabrá convertir el agua de la rutina en vino mejor que el primer amor; Jesús hará que aparezca un amor más profundo, más duradero, hecho de comprensión, de diálogo y mutuo conocimiento, de solidaridad, de respeto y de perdón: un vino mejor que el primero que ni siquiera los esposos conocían».
El Cardenal mexicano mostró que invitar a Jesús al seno del hogar significa «reconocer desde el compromiso que el matrimonio no es un asunto privado entre el hombre y la mujer, sino que es una vocación, un llamado, una invitación a realizar el proyecto divino desde el principio cuando Dios mismo da la fuerza para realizarlo. Es descubrir que el propio matrimonio es un sacramento». «Su espíritu que es amor verdadero es el gran transformador de los matrimonios. El Espíritu de Cristo que es amor enseña a amar y entregarse con generosidad», agregó.
En seguida dijo que un matrimonio verdaderamente cristiano es un auténtico milagro en los hogares donde Jesús encuentra guarida, se experimenta la acción de una gracia que torna más fácil la práctica del amor, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza como en la pobreza, en la juventud como en la vejez».
«Amar así es un verdadero milagro, en contraste con aquellos que solo aman por conveniencia, por atracción física, para guardar una apariencia, para cumplir un compromiso que se adquirió. Si en su vida familiar falta un milagro para que llegue la alegría y la felicidad, un vino nuevo, invita a Jesús y él no te decepcionará», concluyó el purpurado. (JS)
Con informaciones SIAME.
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