Ciudad del Vaticano (Viernes, 01-02-2013, Gaudium Press) La oficina de prensa de la Santa Sede ha dado a conocer el documento del Papa «Creer en la caridad suscita caridad – Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él», con el cuál el Pontífice quiere inspirar las reflexiones cuaresmales, en este Año de la Fe.
El documento, con fecha de 15 de octubre del año pasado, ha sido publicado en 8 idiomas (alemán, árabe, español, francés, inglés, italiano, polaco y portugués) y explica con brillo y profundidad la estrechísima relación entre fe y caridad.
«La celebración de la Cuaresma, en el marco del Año de la fe, nos ofrece una ocasión preciosa para meditar sobre la relación entre fe y caridad: entre creer en Dios, el Dios de Jesucristo, y el amor, que es fruto de la acción del Espíritu Santo y nos guía por un camino de entrega a Dios y a los demás», afirma Benedicto XVI en la introducción del documento.
El Pontífice, en una visión que ya hizo suya en su primera encíclica «Deus caritas est», muestra a la fe como una respuesta al amor de Dios: «Es Dios quien nos ha amado primero , ahora el amor ya no es sólo un ‘mandamiento’, sino la respuesta al don del amor, con el cual Dios viene a nuestro encuentro»,. La fe constituye la adhesión personal – que incluye todas nuestras facultades – a la revelación del amor gratuito y ‘apasionado’ que Dios tiene por nosotros y que se manifiesta plenamente en Jesucristo». Esta apertura a Jesucristo incita el amor por los hermanos: «El cristiano es una persona conquistada por el amor de Cristo y movido por este amor – ‘caritas Christi urget nos’ -, está abierto de modo profundo y concreto al amor al prójimo».
«El ‘sí’ de la fe marca el comienzo de una luminosa historia de amistad con el Señor, que llena toda nuestra existencia y le da pleno sentido. Sin embargo, Dios no se contenta con que nosotros aceptemos su amor gratuito. No se limita a amarnos, quiere atraernos hacia sí, transformarnos de un modo tan profundo que podamos decir con san Pablo: ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí».
Fe y caridad se relacionan con la verdad y la amistad. «La fe es conocer la verdad y adherirse a ella; la caridad es «caminar»en la verdad. Con la fe se entra en la amistad con el Señor; con la caridad se vive y se cultiva esta amistad. La fe nos hace acoger el mandamiento del Señor y Maestro; la caridad nos da la dicha de ponerlo en práctica».
«Subir al monte del encuentro con Dios para luego bajar»
Fe y caridad no coliden entre sí en un proceso dialéctico. Extralimitar el papel de la Fe puede hacer caer en un humanitarismo genérico. Extralimitar el papel de sólo la caridad, puede llevar a que se crea que las obras sustituyen a la fe. «Para una vida espiritual sana es necesario rehuir tanto el fideísmo como el activismo moralista». «La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios.»
El buscar el desarrollo humano y el desarrollo de los pueblos, es una consecuencia natural de la posesión de la caridad. Entretanto, «ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio, introducirlo en la relación con Dios: la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana. Como escribe el siervo de Dios el Papa Pablo VI en la Encíclica Populorum progressio, es el anuncio de Cristo el primer y principal factor de desarrollo. La verdad originaria del amor de Dios por nosotros, vivida y anunciada, abre nuestra existencia a aceptar este amor haciendo posible el desarrollo integral de la humanidad y de cada hombre. En definitiva, todo parte del amor y tiende al amor. Conocemos el amor gratuito de Dios mediante el anuncio del Evangelio. Si lo acogemos con fe, recibimos el primer contacto – indispensable – con lo divino, capaz de hacernos «enamorar del Amor», para después vivir y crecer en este Amor y comunicarlo con alegría a los demás».
Todo, cuando es auténtico, parte de Dios
Fe y caridad, cierto, parten de la iniciativa de Dios. Por ello, las obras de caridad «no son principalmente fruto del esfuerzo humano, del cual gloriarse, sino que nacen de la fe, brotan de la gracia que Dios concede abundantemente. Una fe sin obras es como un árbol sin frutos: estas dos virtudes se necesitan recíprocamente. La cuaresma, con las tradicionales indicaciones para la vida cristiana, nos invita precisamente a alimentar la fe a través de una escucha más atenta y prolongada de la Palabra de Dios y la participación en los sacramentos y, al mismo tiempo, a crecer en la caridad, en el amor a Dios y al prójimo, también a través de las indicaciones concretas del ayuno, de la penitencia y de la limosna».
En la conclusión del mensaje para la Cuaresma, Benedicto XVI establece un bello símil de la relación entre fe y caridad, con la relación entre bautismo y eucaristía: «La relación entre estas dos virtudes es análoga a la que existe entre dos sacramentos fundamentales de la Iglesia: el bautismo y la Eucaristía. El bautismo (sacramentum fidei) precede a la Eucaristía (sacramentum caritatis), pero está orientado a ella, que constituye la plenitud del camino cristiano. Análogamente, la fe precede a la caridad, pero se revela genuina sólo si culmina en ella. Todo parte de la humilde aceptación de la fe («saber que Dios nos ama»), pero debe llegar a la verdad de la caridad («saber amar a Dios y al prójimo»), que permanece para siempre, como cumplimiento de todas las virtudes».
El texto completo del mensaje en español puede hallarse en el siguiente link: (http://www.vis.va/vissolr/index.php?vi=all&dl=6068e0b8-c007-c602-e1c8-510bbd320e26&dl_t=text/xml&dl_a=y&ul=1&ev=1)
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